Los muros del cementerio de Soñeiro esconden un tesoro. Para algunos parroquianos, objeto de devoción. Un santo con toga y espada, aunque su origen dista de ser cristiano. Se trata de un relieve romano que según los expertos, data del siglo I-II, momento en que el arte provincial copiaba con mayor fidelidad los modelos cultos.

Este romano de cabeza desproporcionada y rostro imperceptible por la erosión del granito es un viejo conocido de los parroquianos de Soñeiro, que le tratan con inusitado respeto. Hace años, cuando recebaron el muro del cementerio, decidieron dejarlo al descubierto y posteriormente lo rodearon con una jardinera en la que depositan flores como señal de devoción.

El arqueólogo Juan Naveiro le dedica un estudio en el último número de la revista Areal, editada por la Asociación Cultural Irmáns Suárez Picallo. En su opinión, se trata de un relieve funerario perteneciente al grupo togado bajo hornacina que representaría a algún difunto.

El arqueólogo resalta la importancia de esta estela dada la escasez de hallazgos de la época romana en el área de Oleiros Sada. Aunque no alcanza el perfeccionamiento clásico, este historiador destaca el cuidadoso esculpido, "raro en las piezas gallegas, influenciadas fuertemente por el sustrato indígena", recoge en su artículo, que destaca el detalle que presentan los pliegues de la toga, inusual en los relieves de sustrato indígena.

Pese a su rareza, el catálogo de patrimonio del plan general no incorpora una ficha específica de este monumento conmemorativo, aunque sí otorga la máxima protección al conjunto del cementerio, en el que está incluido. Entre sus alegaciones al PGOM, el BNG reclama que el documento recoja específicamente este relieve y solicita a mayores medidas que garanticen su protección, dados los daños provocados por la erosión.

Ya en el momento del hallazgo, en 1985, Juan Naveira aconsejaba su traslado a un lugar protegido, "para frenar la degradación que sufre la piedra". El concejal nacionalista e historiador Manuel Pérez Lorenzo incide en lo mismo. "Siempre que paso por aquí aprovecho para retirar la maleza y la hiedra", explica mientras retira las silvas.

Queda por descubrir si el recebo del muro oculta alguna otra pieza romana. Lo primero, dice, es proteger este relieve. Y es que ni la devoción vecinal obra milagros.