Pepe Conchado pertenece a ese gran número de vecinos de Mera que emigraron a Nueva York desde principios del siglo XX y que tuvieron que renunciar a estudiar para ponerse a trabajar en aquellos años tan duros. Él nunca perdió la ilusión por aprender y cerca de los sesenta años se sacó la licenciatura de Geografía e Historia estudiando en una cabina de peaje de Ordes en la autopista AP-9.

"En Mera a principios de 1900 había emigrado el 90% de los varones a Nueva York. También fuimos mis padres, yo, que tenía 17 años, y mi hermana. Primero fuimos a Venezuela, allí estuvimos dos años, pero no nos gustaba. Recuerdo que un día mi padre, que trabajó de carpintero y barbero, me dijo, ven y coge los libros que quieras porque van para el escombro. Era en una casa muy buena y yo entré y por primera vez en mi vida vi una estantería llena de libros de arriba a abajo. Luego nos fuimos a Nueva York, donde vivía mi madrina, y luego viví en Queens. En Estados Unidos nunca te sientes extranjero. Yo estuve allí entre 1963 y 1978, trabajé en mantenimiento en un edificio", cuenta este nativo de Mera que ahora vive en Dorneda, justo frente a la Casa do Pobo, cuyos terrenos fueron donados en su día por un familiar suyo para ser, primero, una escuela. Delante del edificio está el característico y enorme pino, "que fue plantado durante la República como un símbolo de libertad.

"Yo estudié el bachillerato elemental en los Maristas en A Coruña. Dos cursos por detrás de mí estaban Paco Vázquez y Lendoiro. Yo estaba interno y a nosotros nos trataban de pailanes, yo me veía fuera de sitio. Salí varias veces en el cuadro de honor de los Maristas por sacar todo sobresaliente. Pero a los 15 años conocí a una chica, me enamoré y dejé los estudios. Pero siempre me quedó algo ahí, siempre sentí que yo podía haberme desarrollado más, siempre quise progresar. Después fuimos a Nueva York y allí en la calle 14 estaba la Librería Española. Y allí me tenías a mí siempre", explica Pepe Conchado.

"Era una emigración dura pero muy buena, hacías dinero. En Venezuela más, el Bolívar entonces valía 24 pesetas. Muchos de Mera pudieron volver con algún dinero y comprar tierras, hacer una casa", señala.

Al regresar a España "para casar con una gallega", logró un empleo en Autopistas del Atlántico, donde empezó a trabajar en 1979. "Trabajé en el peaje en Guísamo y Cecebre y luego pedí el turno de noche en Ordes, donde prácticamente no venía ningún coche, no había ruido, tenía todo el tiempo para poder estudiar. ¡Cuánto me prestaba lo que allí chapaba! Allí estudié Geografía e Historia por la UNED. Empecé en el 94 o 95 y me llevó seis años". continúa.

"¿Orgulloso? Más bien satisfecho, sí, el día que recogí mi licenciatura. Descubrí un mundo nuevo, la Universidad, muchos amigos de distintas edades. Siempre tuve dentro esa cosa de mejorar", destaca con humildad este hombre ejemplo de amor por el conocimiento.

Prácticamente toda la familia de este oleirense probó fortuna en la emigración. "Mi tío Ramón tenía un ultramarinos en Cherry Street pero durante la República regresó a Oleiros con sus cinco hijos. Era masón y llegó a tener un alto cargo en la logia coruñesa. Cuando acabó la República escapó pero lo metieron en la cárcel. Con ayuda de un amigo y una maleta llena de dólares compró a los carceleros, lo disfrazaron de cura y escapó para Portugal".

Pepe, que ronda los 73 años, nunca se jubilará del trabajo de aprender. Le apasiona la geografía, la historia, temas como la emigración o los alcumes en Galicia. Uno de estos temas precisamente lo está barajando ahora para ser objeto del doctorado que se quiere sacar.

Él siempre está buscando datos, ahora con ayuda de internet para ir más rápido: asiste a clases de informática en el aula social de la Casa do Mar de Mera. Colabora con la asociación Punta Bufadoiro, junto con su responsable Jorge Portela, en la búsqueda de información y fotografías en la labor de recuperación de la memoria marinera de esta localidad que realiza este colectivo.

Pepe es una fuente inagotable de historias y datos y solo echa en falta más tiempo para saber más. " El estudio es muy posesivo", advierte. Relata, por ejemplo, la historia de aquel presidente de Uruguay que era nieto de oleirenses.

"Claudio Willeman, que creo que era de La Haya, vino aquí con los franceses y se quedó en 1815. Se casó con Cayetana Lugrís Moscoso de Maianca. Los Lugrís eran de Oleiros, aunque luego fueron para Sada. Uno de sus hijos, José Claudio, emigró a Uruguay en 1945 y se casó con una gallega también, de Caión, Josefa González Otaño. Uno de sus hijos, Claudio Willeman González, fue presidente de la República de Uruguay, era del Partido Colorado", cuenta Conchado sobre esta historia de emigración, de superación, de progresar en la vida, como hizo él mismo.