"Paran muchos coches a sacarle fotografías a la casa y si me ven me dicen felicidades señora por su jardín tan bonito. Y yo les digo que no es cosa mía, que tengo un jardinero fiel", cuenta con humor Dolores Cancelo, refiriéndose al mismo tiempo a su marido Víctor Serantes, el creador de la explosión de color que es su vivienda, y a la película El jardinero fiel con Ralph Fiennes y Rachel Weisz.

El rojo y el rosa son los colores predominantes en el increíble jardín de esta casa en Arillo, donde hay más de 160 macetas que acogen a todo tipo de flores, sobre todo rosales, gerberas, alegrías, claveles, bocas de león, calas, gladiolos y geranios.

El tono de rosa de la fachada de este hogar aún resalta más este espacio. "Empecé a trabajar en este jardín hace 51 años, cuando me casé y vine para esta casa, la de mi mujer. Ahora que no trabajo tengo más tiempo para dedicarle. Siempre me gustaron las flores. Estoy leyendo el periódico, paro, voy a arreglar un poco el jardín, vuelvo... y así", cuenta Víctor Serantes.

Solo cuando este oleirense confiese que fue escayolista se comprende la exquisita composición del jardín, donde todo está milimétricamente medido, con composiciones geométricas, todo exquisitamente pintado, recuadrado, y donde no hay ni una hoja marchita en el suelo ni una mala hierba.

"En cuanto hay alguna hoja seca, la retiro, voy siempre repasándolas. No tengo formación sobre su cuidado, no sé qué pide cada una, si le va más sol, menos riego... Simplemente voy a un vivero, veo una que me gusta y la compro. Luego si veo que un día está algo seca, la cambio de sitio, le cambio el riego... voy probando, y siempre salen adelante", señala Víctor, remarcando así su don natural para el cuidado de las flores.

"No deja que nadie toque sus flores, no se pueden cortar para hacer un ramo en casa, por ejemplo. Y si cojo una, lo nota. Porque las ve todos los días, desayuna cada mañana fuera, junto a las flores, con su café con leche", apunta con cariño Dolores, mientras prepara una apetecible ensalada de lechuga y tomate en su cocina, llena de fruta fresca que aromatiza el ambiente.

"A la gente le llama mucho la atención el jardín, y vienen muchos a verlo, pero no saben el trabajo que da y el dinero que supone", indica Víctor, quien reconoce que se gasta al año entre 600 y 900 euros en flores y cuidados. Y ni un solo producto fitosanitario, todo natural. "Esto es todo ganas de trabajar y ser curioso, no hay otro secreto. A mí no me gusta estar quieto", agrega.

Fresas

A este vecino de Arillo también le gustan las fresas y las trata como si fuesen flores. Todo a lo largo de un lateral del cierre blanco y rosa ha dispuesto una fila de macetas verdes, situadas a la misma distancia entre sí, llenas de rojas fresas.

Detrás de la vivienda Víctor tiene también un pequeño huerto con pimientos, ajos, cebollas y lechugas. Le gustaría tener más espacio para seguir plantando, y aprovecha todos los rincones de su finca. "¿Mi favorita? No sé... esta rosa roja, quizá. Las flores rojas son mis favoritas", señala este modesto jardinero mientras invita a oler esa rosa y la nariz se llena de un increíble aroma tan dulce como delicioso.