Tras décadas de abandono, el tejo de Baldomir vuelve a respirar. El Concello de Bergondo ha ejecutado los trabajos para curar las heridas abiertas por los temporales de los últimos años y para liberar de acacias y maleza el entorno de este árbol protegido, considerado el ejemplar de la familia Taxaceae de mayor altura de Galicia. Los operarios han retirado las ramas muertas y han aplicado a los cortes un tratamiento cicatrizante para evitar el ataque de los hongos. Han hecho falta dos jornadas de duro trabajo para liberar a este ejemplar del ramaje muerto y de las especies invasoras que le robaban el aire.

La Administración se ha tomado su tiempo para sanar las heridas abiertas por los temporales y el abandono en este árbol protegido, incluido en el Catálogo de Árbores Senlleiras. Los últimos vendavales arrancaron de cuajo varias ramas de gran tamaño y dejaron al tejo en un estado tan calamitoso que el Concello se vio obligado a actuar con urgencia. Tras encargar un proyecto y recibir el visto bueno de la Xunta, el Ayuntamiento ha dado autorización para trabajar a una brigada de la UCI arbórea.

El técnico agrícola encargado de su redacción, Pedro Zapata, no ocultaba su disgusto por el estado en que se encontró este ejemplar bicentenario, último testigo del esplendor de un pazo construido en el siglo XVIII descrito por los cronistas como "uno de los más hermosos de As Mariñas". "Tenía tanto, tanto roto...", lamenta este sanador de árboles, que tiene claro los motivos de la decadencia. "A lo largo de los años nunca se le hizo caso, han dejado que pasase un año y otro sin frenar su deterioro. Ha habido una dejadez constante. Se trata de un tejo singular, de los pocos que quedan en la zona, hubo que había en Pontedeume acaba de morir", critica este especialista, que espera que a partir de ahora la Administración trate este patrimonio catalogado con "más cariño".

Tras esta cura de urgencia, el especialista encargado del proyecto es partidario de no dar otro paso hasta "ver cómo evoluciona". Todo indica que será un paciente agradecido, su tronco conserva el vigor propio de una familia que ha sido objeto de veneración durante siglos por su extraordinaria longevidad. "Tenía todas las ramas principales desgajadas, hubo que sanearlo y limpiar los cortes. Ahora hay que dejar que respirar para que se recupere", sostiene Zapata, que receta, sobre todo, mantenimiento.