Dicen que hace una década que el aceite de oliva no está tan caro, es imposible encontrar una botella de un litro por debajo de los cuatro euros. Y al recurrir más al girasol, también éste ha aumentado de coste. Estas subidas de precios han hecho que familias con escasos recursos económicos no puedan acceder a este producto. El equipo de Voluntariado de Oleiros, tras detectar esta demanda creciente entre sus usuarios, puso en marcha una campaña específica que desarrolló en los centros educativos y después de informar a los padres. Tras finalizar dicha campaña, la recaudación ha llegado a los 700 litros de aceite de oliva y girasol, todo un éxito que expresa la generosidad de los vecinos.

"Las familias que venían demandaban aceite y bonito", explica Caty Toimil, que lleva más de un año en este servicio de voluntarios porque quiere "devolver parte de lo recibido a la sociedad". Tras finalizar la campaña de aceite, ahora iniciarán la del bonito, el próximo mes de julio, bajo el lema Danos a lata, para recoger conservas.

Todo empezó en 2012 con la organización de un curso de formación básica en voluntariado que se repitió en años siguientes con una buena respuesta que animó a la Concellería de Servizos Sociais a formar un servicio estable, lo que logró con la aprobación del Reglamento Municipal de Acción Voluntaria, en vigor hace casi un año.

Este grupo, Oficina Municipal de Acción Voluntaria, trabaja en el local del antiguo ambulatorio, en la zona de A Rabadeira. Son 42 personas, la gran mayoría mayores de 50 años, de las que unas 27 están dentro de uno de los proyectos de voluntariado, el banco solidario, creado en 2014 con la misión inicial de ayudar a Servizos Sociais en el reparto de alimentos excedentes de la Comunidad Europea que dona Cruz Roja.

"Hacemos cuatro campañas al año, además de hacer el reparto de alimentos de la Unión Europea cada trimestre. Estamos tan organizados que somos capaces de repartir un lote a un usuario en un minuto. Uno mete las gallegas, el otro se encarga de ir meter la pasta, otro las conservas... En cadena, se rinde mucho. Cada paquete lleva galletas, pasta, fruta en conserva, judías, leche, lentejas, arroz, aceite, tomate frito, cremas de verduras y conservas de atún", explica María José Domínguez, coordinadora del banco de alimentos.

"Me apunté porque quería hacer algo por la comunidad. Estaba prejubilada y aunque estoy súper-súper ocupada, encuentro tiempo para todo. Estoy dedicada plenamente", añade María José Domínguez, mientras sus compañeras aseguran: "Es una superwoman".

"Esta actividad del banco solidario es complementaria de la que tenemos del bono de alimentos, que ya incluye productos frescos, y a la que destinamos unos 60.000 euros al año", destaca el concejal de Servizos Sociais, Ignacio Crespo.

Este grupo de voluntariado ha logrado una organización muy eficiente pero también muy profesional y seria: se reúnen una vez al mes y debaten sobre nuevas campañas, sobre lo que les piden los usuarios, e incluso acaban de idear un grupo de investigación.

"Queremos, con ayuda de las ANPA, analizar necesidades más allá de las básicas de las personas, e implicando a familias y a adolescentes. Debería hacerse como en Estados Unidos, donde se hacen voluntarios ya en el colegio", apunta Luisa Verde, que empezó como voluntaria en 2015 al quedarse sin empleo. "Ya llevaba años implicada en el tema social, también soy voluntaria en otras entidades Yo creo que esto debía ser algo obligatorio, que todo el mundo debería hacer algo por la sociedad", señala.

Esta cualidad de saber escuchar es lo que hizo que este equipo se diese cuenta de que las familias necesitadas querían algo más que alimentos, necesidad que estaba más cubierta. De ahí surgieron campañas de recogida de productos de limpieza y de higiene personal, con ayuda de los centros educativos. "Desde Servizos Sociais se les envía un SMS a las familias con el día que habrá el reparto y vienen al local. Ese día se hacen paquetes mañana y tarde", afirma el concejal.

Pero esta Oficina Municipal de Acción Voluntaria no solo lleva el banco solidario sino que tiene en marcha otras tres acciones más: acompañamiento de personas mayores, dinamización con los usuarios de Aspadisol; y apoyo a los profesores del programa Praemo.

"Cada vez hay más gente mayor, muchas están solas. Las acompañamos al oculista, a la peluquería, charlamos con ellas en casa", destaca Virginia López, coordinadora de este plan. Ella por la mañana trabaja y sus tardes las dedica a esta actividad solidaria. Hasta ahora ya son 14 las personas mayores que han contado con este programa de acompañamiento.

Juan Manuel Santos coordina el proyecto de adiestramiento deportivo a los usuarios del centro Aspadisol (Asociación de Padres de Discapacitados Psíquicos de Oleiros), incluso les acompaña a los partidos o arbitra partidos.

Los voluntarios también apoyan a los profesores del programa municipal Praemo de refuerzo escolar y prevención del fracaso; y al personal del centro Ricardo Baró de Aspronaga, de personas con discapacidad intelectual; colaboran con la residencia Geriatros para actividades lúdicas con los residentes; y también con las bibliotecas municipales y en las campañas del Ceida, como la de erradicación de plantas invasoras.

"Yo fui de las primeras en entrar de voluntaria. Se me murió una hija, me vine abajo y me sugirieron apuntarme. Y ahora estoy feliz. Me siento bien y fuerte", destaca una de las voluntarias de mayor edad, Amalia Calvet. "Tenemos un grupo de WhatsApp para coordinarnos. El banco solidario creo que es algo que funciona muy bien y va a crecer. Yo hago estoy porque estoy desempleada y quería hacer algo por los demás", afirma Ana López.

"Yo trabajé mucho en el extranjero y vi gente con mucha necesidad. Como tenía mucho tiempo, libre, tras un infarto, quise ayudar a gente que lo necesitaba y ahora estoy muy feliz. Le das una caja de galletas a un niño y la cara que pone vale todo". "Yo soy muy de ayudar y al dejar de trabajar se me ocurrió apuntarme", dice Elena Borque.