Preservar el pasado de Arteixo y rescatar del olvido las microhistorias de este municipio que registró una espectacular transformación con la construcción del polígono industrial. Ese es el objetivo del Banco dos Recordos que ha creado el Ayuntamiento, una peculiar caja en la que depositar los recuerdos de los años 40, 50 y 60 que ya ha recibido los primeros ingresos en cuenta. Todo un festín para nostálgicos y para los interesados en el Arteixo pretérito, ese pueblo que tenía su epicentro en A Baiuca, en los tiempos en que Sabón daba millo e Inditex era todavía el sueño de un joven repartidor de la camisería Gala.

La periodista Maica Rodríguez es la encargada de rebuscar en el pasado del municipio, de recuperar y atesorar los recuerdos de los vecinos que quieran hacer un depósito en este particular banco de la memoria. Desde hace unos meses, esta reportera recorre las parroquias de un ayuntamiento que conoce al dedillo para entrevistar a los mayores. Los primeros reportajes ya están disponibles en la web municipal y las historias no tienen desperdicio.

Las vecinas Angélica Naya y María Ferrín recuerdan ante las cámaras las antiguas romerías y fiestas del municipio, sobre todo las de A Baiuca, por las que dejaban caer muchos "señoritos" de A Coruña y en las que se marcaron algún que otro baile el actor Xan das Bolas o el exalcalde de A Coruña Alfonso Molina. "Lo recuerdo en el salón del salón, me parece que traía un antifaz. También vi a Xan das Bolas siendo muy pequeña, yo estaba en los brazos de mi madre", recuerda María. "Arteixo, aunque era pequeño, tenía mucho éxito", añade orgullosa. Una fama que, destaca, se debía en buena medida al tirón del balneario, todavía en activo.

Eran tiempos en que los salones, sobre todo los de A Baiuca, estaban "abarrotados". Y en que los bailes no eran para nada "como los de ahora", bromean. Ni tampoco se moceaba como lo hacen ahora sus nietos y nietas, ríen.

La puesta en marcha del polígono de Sabón y el posterior desembarco de empresas como Zara marcó un nuevo tiempo. Angélica recuerda cómo comenzaron a asentarse en el pueblo nuevos residentes atraídos por las ofertas de trabajo. Arteixo crecía, pero nadie se imaginaba el imperio que llegaría a albergar.

Esta vecina conoció al empresario al poco de desembarcar el Arteixo. Recuerda sus conversaciones con él en sus tiempos al frente de Casa Lola, el mítico restaurante de Oseiro. "Ortega venía todos los domingos", recuerda y añade: "Era muy buen cliente, muy discreto y me dio muy buenos consejos", recuerda. Es uno de los innumerables curiosidades que atesora Casa Lola, bautizado así en recuerdo de la madre de Angélica, una mujer con anécdotas para escribir un libro. Pero esa ya es otra historia...