Los científicos de la expedición española de oceanografía Malaspina aseguran que en los océanos viven entre un 10% y un 30% más de peces de los que se calculaba hasta ahora. "Por debajo de donde la luz solar no alcanza en el agua, vive una biomasa de peces hasta diez veces mayor de lo que se pensaba", afirmó el coordinador del proyecto y biólogo, Carlos Duarte. Estos animales, explicó, viven a una profundidad de entre 400 y 700 metros, como el pez linterna o el pez dragón, y tienen la facultad de esquivar las redes.

Los investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) -encargados de esta expedición- confirmaron además que existen cinco grandes acumulaciones de residuos plásticos en el océano abierto pero desmintieron el mito de la "isla de plástico", por lo que ahora estudian por qué hay menos plástico del que esperaban encontrar. Una de las hipótesis que barajan es que alguna de las miles de bacterias desconocidas que encontraron en el fondo del océano lo puedan destruir o que sea consumido por algunos de los peces que viven en las profundidades.

Otro de los investigadores del proyecto, Eugenio Fraile, incidió en que a pesar de esto el problema de la contaminación de este tipo de residuos es de carácter planetario. "Aunque ahora mismo se dejaran de producir plásticos, éstos seguirán llegando al océano durante los próximos 600 años", sentenció.

Esta vuelta al mundo de la expedición Malaspina supuso también una radiografía del alcance de la contaminación y el cambio climático sin precedentes, cuya investigación dará que hablar durante décadas. Los científicos, que navegaron durante siete meses en una singladura de más de 35.000 millas náuticas a bordo de dos buques, comprobaron que los contaminantes químicos se hallan extendidos por todos los rincones del océano y que la temperatura del agua marina sigue en aumento, por encima de la tasa normal del cambio climático. "Queremos concienciar a la población de que el cambio climático es un hecho y que no hay que esperar a las administraciones, sino que cada una de las personas tiene que aportar", declaró Eugenio Fraile.

Cuatro años de singladura

El buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa zarpó del puerto de Vigo con destino a Las Palmas en enero de 2011 para realizar la segunda parte de la campaña científica Malaspina. Había regresado en abril de 2010 procedente de Santo Domingo, donde llegó tras haber explorado el Atlántico durante casi dos meses. Malaspina arrancó hace cuatro años en Cádiz con la partida del Hespérides, el otro buque que protagonizaría la misión, con un total de 250 investigadores. La expedición, que contó con un presupuesto de casi de siete millones de euros, recibe su nombre del oficial de origen italiano Alejandro Malaspina, quien a finales de siglo XVIII dirigió la primera expedición científica de navegación española.