No es fácil, pero al profesional de la mar le conviene, en Galicia como en los demás pueblos pesqueros españoles, seguir la "receta" del filósofo, escritor y poeta colombiano Estanislao Zuleta, cuando lúcidamente decía: "De lo que se trata no es de cambiar el pastor, sino de dejar de ser ovejas".

El sector pesquero no carece de "pastores", pero tal vez sea la hora de dejar de ser "ovejas", en el sentido de no seguir haciendo lo que se ha hecho desde tiempos inmemoriales para que, siglo tras siglo, nada cambie salvo las tecnologías.

Es cierto que se han mejorado las condiciones a bordo, pero se mantienen las inhumanas jornadas de trabajo ante el toque de sirena que indica que hay pesca y que a esta hay que atenderla sobre todas las cosas. Es prioritaria. Y, si no descansas, es tu problema. Aunque el salario a percibir ni siquiera compense las horas de sueño no aprovechadas.

Sumen horas, valoren los rendimientos y realicen un recuento de lo que es, ha sido y será la vida del tripulante (con los mandos del barco incluidos en este término) hasta el momento de lograr la aplicación del correspondiente coeficiente reductor a la hora de la jubilación. ¿Cuántas horas, días, meses y años de trabajo para, una vez jubilado, vivir de una pensión que no da para casi nada en los que ya se pueden entender como los años de la prórroga de la vida de cada uno?

No es de extrañar que un buen número de jubilados opte por la pequeña embarcación, a remos o con un fueraborda para, al tiempo que distraer el tiempo, lograr unas fanecas o un pulpo que llevarse a casa y de aquí al mercado para su venta más o menos disimulada y hacerse así con unos euros extra para el café en compañía o el txiquito abarloado al mostrador del primer bar. Son los que ahora denominan pescadores deportivos, por no querer reconocer que se trata de pescadores de última hornada que prefieren morir en la mar antes que hacerlo en casa, sentados en un sofá y aguantando los debates en la televisión de aquellos que nada quieren saber de la mar.

En tierra, los sindicatos se han organizado para contar con secciones específicas de jubilados; pero estos, habituados a no depender sindicalmente de nadie, hacen su vida reivindicativa en los bares y tabernas, que es donde salen a relucir todos y cada uno de los problemas que, como colectivo, les afectan. Pero el debate no sale de ese ámbito, no trasciende. Ni siquiera intentan, a estas alturas del proceso electoral, solucionar sus planteamientos de electores. Muchos de los embarcados no podrán votar y los jubilados ya están acostumbrados a no elegir. Que inventen ellos. Y continúan siendo ovejas.

"Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía, sino justicia", dice el Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha.

Las ovejas balan, pero no discuten de Justicia porque la desconocen.

Dejemos, pues, de ser ovejas.