Un Gobierno que se dice en funciones toma decisiones que afectan, y de qué manera, a un colectivo como es el de la pesca, que ya no sabe otear el horizonte para saber si hay tormenta en lontananza.

Una de las últimas adoptadas la recogía el pasado día 12 de julio el Boletín Oficial del Estado (BOE), que publicaba las bases reguladoras de las ayudas a los propietarios y pescadores de buques pesqueros españoles afectados por la paralización definitiva de la actividad pesquera.

El arriba firmante sigue sin entender cuál es el objetivo real de la Administración pesquera española (también de la comunitaria) al conceder "ayudas" a la inactividad de los barcos construidos unos pocos años atrás con ayudas económicas que salen de los mismos fondos que ahora sufragan el desguace de aquellos.

Dice el Ministerio de la señora Tejerina que la paralización definitiva de los barcos "tiene como finalidad ajustar la capacidad de pesca de la flota a sus posibilidades reales, con el objetivo de lograr un equilibrio estable y duradero ante ambos". Es decir, la flota ha de contar, necesariamente, con un número total de buques que, en su trabajo, no impidan el desarrollo de las pesquerías. Una medida que se enmarca en la Política Pesquera Común para "potenciar una flota profesional económicamente rentable y que garantice una explotación de los recursos biológicos marinos que permitan un aprovechamiento óptimo, sin poner en riesgo el equilibrio biológico de las poblaciones y la integridad del medio físico".

Doña Isabel, ahora mismo ministra en funciones de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, parece no calibrar el riesgo que afecta al "equilibrio biológico de las poblaciones" de marineros y armadores. Menos, todavía, a la "integridad del medio físico" que acoge a miles de familias que solo pueden vivir, a día de hoy, de lo que el mar les ofrece.

Si la situación de equilibrio entre la capacidad y las posibilidades de pesca se evalúa cada año mediante el principio de un enfoque común en toda la Unión Europea, ¿por qué carajo se ha animado y subvencionado la construcción de nuevos barcos y la modernización de los antiguos? ¿Cuántos millones de euros han invertido en esos "apaños" la UE, el Estado español y la iniciativa privada en tal construcción y modernización? ¿Cuánto se gastan esas mismas administraciones en subvencionar la paralización definitiva de esos buques? ¿Cuánto cuesta, realmente, construir para desguazar? ¿Estamos locos?

La UE y el Estado español saben desde hace mucho tiempo que la capacidad pesquera y las posibilidades de pesca no mantienen un equilibrio efectivo. A pesar de ello elaboran planes de acción para la flota con exceso de capacidad sin aclarar suficientemente qué les permite determinar la causa de tal exceso. Pero ellos aplican medidas relacionadas con TAC y cuotas para, no me cabe la menor duda, lograr que el armador y el tripulante, cansados de no poder pescar aquello que les permite sobrevivir, se cansen y procedan al amarre de los barcos para, a continuación, solicitar la paralización definitiva de los mismos y su posterior desguace.

Todo un Ministerio de sorpresas cuando no de engaños: "La destrucción es también una pasión creadora", según el planteamiento de Mijaíl Bakunin. O lo que es lo mismo: para construir hay que destruir. Lo que ocurre es que aquí no se va a construir nada y sí destruir lo poco que tenemos.