Los marineros del caladero nacional Cantábrico Noroeste quieren encontrar nuevas rutas por las que llegar a una solución definitiva al grave problema que les afecta desde siempre pero, especialmente, desde 2013 y, muy significativamente, desde el año 2015. Unas fechas que, como puñales, llevan clavadas en su DNI de ciudadanos del mar.

Y en la búsqueda de soluciones, optan por luchar de frente o plantarle cara a esa ignominiosa ley de pesca que, diseñada por la Secretaría General de Pesca y en vigor desde 2013, fue reformada (¿de verdad?) en 2015 para que, en 2016, todos dios sea más pobre de lo que era si vive directamente de la pesca, sin depender de otras posibilidades de trabajo.

El 15 de septiembre, en Gijón, representantes de todas las artes de pesca del Cantábrico Noroeste se van a reunir, por primera vez en la historia, para sentar las bases de lo que, a su juicio, debe ser una pesca dirigida a su sostenibilidad, pero sin que esta signifique la muerte del oficio de pescar. A esta reunión primera, seguirán otras en el Mediterráneo, golfo de Cádiz y Canarias. De este modo, mediante un manifiesto conjunto que harán llegar a las autoridades de cada Comunidad Autónoma implicada, del Gobierno de Madrid y de la Unión Europea, mostrarán su disconformidad con el actual estado de cosas y gritarán a los cuatro vientos: "¡Hasta aquí hemos llegado!".

Se han cansado de ir a contra corriente, de que quienes dirigen el sector pesquero desde las poltronas para las que han sido designados por aquellos a los que el pueblo ha dado un poder que nunca es omnímodo hagan y deshagan a su saber y entender y sin que el sector sea, en realidad, consultado previamente.

Presidentes de asociaciones, dirigentes de las cofradías de pescadores, patrones, armadores y tripulantes a título particular, proyectan lo que, sin duda, va a ser la gran oportunidad unir a los distintos segmentos de flota y, con criterio propio de quien vive a diario las vicisitudes del mar, plantear los cambios necesarios para lograr un sector competitivo y que marque la diferencia con lo que lo realizado por los hasta ahora responsables de las administraciones pesqueras, que han actuado casi siempre de espaldas a los miles de profesionales que ven cómo el mar comienza a tener dueños que no ven a la pesca como un recurso para vivir sino como un medio del que vivir bien. No son armadores, son depredadores que no piensan dejar a sus hijos y nietos una empresa de la que seguir viviendo con la pesca porque esta seguirá existiendo como tal recurso y para bien del ecosistema.

El 15 de septiembre, en Gijón, se va a dar la vuelta al forro de la chaqueta de la pesca con la intención de que esta, la pesca, sea a partir de entonces la que marque los tiempos del bienestar social, económico y medioambiental.

Como dice una armadora lucense, "hay maneras de defender nuestra forma de vida, pero si no nos movemos ya con acciones contundentes todo estará perdido y seguiremos protestando y debatiendo entre nosotros".

Tres días, en septiembre, para poner rumbo a un sector, el de la pesca, que conduzca a un mejor puerto que aquel al que los gobiernos autónomos, nacional y de la UE orientan al sector.