Julio Morón es el director gerente de la Organización de Productores Asociados de Grandes Atuneros Congeladores (Opagac), que agrupa trece buques cerqueros congeladores de altura de los 86 que forman la flota atunera europea, un sector que representa el 13% de las capturas mundiales de túnidos. Opagac se encuentra inmersa en una fuerte apuesta por la sostenibilidad de su actividad, tanto en el plano social como medioambiental, con el objetivo de convertir a la flota comunitaria en la referencia mundial y eliminar la competencia "desigual" de terceros países dentro del mercado de la UE.

-Presentaron recientemente un estándar de pesca sostenible. ¿En qué consisten las tres áreas en las que se basa?

-La primera es el control estricto de la actividad pesquera mediante un modelo que consideramos como el mejor de la Unión Europea y que aplicamos tanto a barcos españoles como extranjeros. El segundo es la cuestión de los derechos sociales y laborales mínimos a bordo de nuestros barcos, para lo que recibimos el apoyo de los sindicatos UGT y CCOO, a través de la ETS y la ITF. Básicamente, es la aplicación del convenio 188 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El tercero es un estándar de buenas prácticas de pesca, que estamos verificando mediante la incorporación voluntaria de observadores en el 100% de nuestros barcos, a través del control del instituto AZTI.

-Normalmente, cuando se habla de sostenibilidad se habla de recursos, no de trabajadores.

-Nosotros consideramos que es una cuestión fundamental y diferenciadora de la UE. Los estándares europeos en el control, las condiciones sociales y la sostenibilidad son referencia en todo el mundo y son un valor que tenemos que realzar como único dentro de la operativa de pesca de la flota atunera.

-El hecho de tener todas estas garantías y controles, ¿no les coloca en desventaja frente a otras flotas que no los tienen?

-Cumplir todos estos estándares supone un coste, una desventaja económica que otros países menos responsables no tienen. Es decir, nosotros competimos en unas condiciones de inferioridad en el mercado global del atún, donde existen flotas, como las asiáticas o latinoamericanas, que ofrecen un producto más barato. Eso nos coloca en una situación de competencia desigual. Nosotros queremos dar valor a todo lo bueno que se hace a bordo de nuestros buques y lo queremos recoger mediante una certificación para que el mercado también lo reconozca.

-Consiguen darle un valor añadido importante al producto con sus medidas?

-Es lo que pretendemos. Imaginamos que va a tardar en notarse el efecto, porque nuestra certificación es nueva y es la primera vez que se habla de cuestiones sociales en una ecoetiqueta. Este mensaje aún tiene que pasar a los distribuidores y al consumidor final.

-Su estándar es voluntario. ¿Habría que obligar a adoptar este tipo de medidas?

-Nuestra idea es que, mediante el observatorio de trazabilidad que tenemos en colaboración con la patronal conservera Anfaco, este estándar se convierta en la referencia a nivel europeo. Es una forma de intentar promover que dentro de la UE solo se comercialice un producto que reúna esas condiciones mínimas. La exigencia comunitaria ya existe, pero no se comprueba. Sabemos que hay mucho atún que entra en Europa que no tiene estas condiciones.

-¿La industria transformadora va a la par de la flota en estas cuestiones?

-Esperamos que sí. Lógicamente está en el interés de todos lograr un producto sostenible y responsable. Sé que los productores están preocupados y la proliferación de campañas en este sentido está haciendo que todo el mundo busque tener este tipo de productos.

-Sus medidas van en línea con el convenio 188 de la OIT, pero este no habla de salarios mínimos, por ejemplo. ¿Habría que ir más allá?

-De momento, ya nos gustaría que todo el mundo aplicara el 188, sería un gran paso. Los sindicatos admiten que la inclusión de los derechos sociales en nuestra norma es todo un hito. Las condiciones de vida en los atuneros son de las mejores que se pueden dar en el sector pesquero, son los pescadores mejor considerados y remunerados.

-Mientras otras flotas tienen una relación complicada con los ecologistas, ustedes colaboran de forma constante con ellos.

-Nosotros intentamos colaborar al máximo. De hecho estamos desarrollando un programa de mejora de la pesquería con WWF que será publicado en septiembre, sobre el cual nos hemos marcado una serie de objetivos para poder certificarnos bajo el estándar del Marine Stewardship Council (MSC) en cinco años, si las empresas están de acuerdo. Nos estamos planteando los retos que deben tener todas las organizaciones de productores (ORP), ya que no depende solo de nosotros la pesca del atún. Es una pesca que se realiza por más de 100 países, hay ORP con hasta 50 países miembros. Ponerlos a todos de acuerdo es muy complejo.

-¿Cómo es la relación con los observadores a bordo de sus embarcaciones?

-Se les respeta al máximo, porque una de las condiciones de sus contratos es que puedan acceder a toda la información a la que tienen derecho a bordo. Los tripulantes intentan colaborar todo lo posible con ellos para que no haya las posibles fricciones que se pueden originar a la hora de hacer una notaría de la actividad pesquera. El observador muchas veces tiene que reportar situaciones que no son correctas o que no se corresponden con la opinión de los tripulantes. Para mejorar esta situación también desarrollamos la instalación de observadores electrónicos a bordo que después pueden ser revisados por terceras partes.

-El atún es una de las principales especies mundiales. ¿Cuál es el estado de los caladeros en los que faenan?

-Uno de los grandes problemas que tenemos se da en el océano Índico debido al uso indiscriminado de redes de enmalle a la deriva por flotas que llegan a representar la mitad de las capturas de túnidos de estos caladeros. Hablo de países con barcos que usan artes ya prohibidas por la ONU desde los años 90 y que sin embargo siguen aplicando este tipo de redes de más de 5 y 10 kilómetros, que vemos desde nuestros barcos. Es un problema muy preocupante porque muy pocos países están dispuestos a gestionar su propia flota con la excusa de que necesitan alimentar a su población.

-¿La piratería continúa siendo un problema para la flota? ¿Se redujo en los últimos años?

-Nosotros aún necesitamos seguir llevando vigilancia armada a bordo porque, aunque la situación mejoró, aún hay zonas peligrosas.