El flamante despacho de Javier Guisasola, en la calle coruñesa de Sánchez Bregua, al lado de la sede del PP, permanece cerrado buena parte del tiempo, pero desde él se ventilan asuntos de interés nacional. Guisasola, uno de los abogados más caros de España y de origen asturiano, defiende a los cinco jóvenes marroquíes de nacionalidad belga cuya denuncia, el pasado 23 de julio, contra la supuesta paliza de la policía española que controla la frontera, por llevar en el interior del coche una pequeña bandera marroquí, dio origen a la tensión diplomática entre los gobiernos de Marruecos y España.

No responde cuando le preguntan si fue contratado por el Gobierno de Marruecos. Asegura que no sabe quién encargó sus servicios: "De lo que estoy seguro es de que es alguien muy importante, alguien de arriba, porque la policía se cuadra a mi paso y me escolta a todas partes", dice en una entrevista a El Mundo, publicada ayer. "Pedí una suma muy importante y me la pagaron por adelantado", añade el letrado, que también se resiste a dar pistas sobre este extremo a El Periódico de Cataluña, y afirma: "Independientemente de quién me pague, se trata de un claro ejemplo de brutalidad policial".

El acaudalado letrado asturiano —su familia fue, hasta los años setenta, propietaria de una fábrica de cerámica en Llanera— es habitual en las tramas económico-financieras que se dirimen en la Audiencia Nacional y viaja en jet privado— que paga quien contrata su trabajo—. ¿Pueden permitirse sus servicios estos jóvenes belgas? "Son unos jóvenes impecables", se limita a responder Guisasola, que viajó desde A Coruña a Melilla para poner la denuncia contra la policía española a bordo de un Cessna. En el aeropuerto de Nador, al otro lado de la frontera, el abogado fue recibido por "una autoridad" y escoltado por agentes marroquíes. Desde Nador fue trasladado en un avión oficial Falcon a las dos capitales administrativas de Marruecos, Rabat y Casablanca.

Los cinco jóvenes, tres de ellos hermanos —Yassine, Khalid, Samir, Youssef y Mohamed—, de edades comprendidas entre los 18 y 28 años, nacidos y residentes en Bélgica, denunciaron el 23 de julio un supuesto maltrato policial que sufrieron en el paso fronterizo de Beni Enzar, uno de los cuatro que separan la ciudad autónoma de Marruecos.

El incidente fue denunciado por las propias autoridades marroquíes, a través de su Ministerio de Asuntos Exteriores. Sin embargo, la Delegación del Gobierno en Melilla calificó la actuación policial como "proporcionada", en función de la situación provocada, para garantizar el normal funcionamiento de la frontera.

Los hechos se produjeron el pasado 16 de julio cuando los jóvenes se disponían a cruzar la frontera en un vehículo y, según su versión, una agente les obligó a quitar una bandera marroquí que llevaban en el asiento de atrás.

Los ocupantes del vehículo se negaron, por lo que, tal y como aseguran en la denuncia, fueron brutalmente golpeados por un grupo de agentes, que les llamaron "perros marroquíes" y les obligaron a dar la vuelta.

Los cinco jóvenes — "vestidos de Guicci y de Versacce", según su abogado—, que veranean en Marruecos, pasaron en un Golf descapotable a Melilla con la pretensión de disfrutar de un día de playa, cuando ocurrió la supuesta agresión policial.