La Historia es un relato mítico, con más ficción que realidad y más del presente que del pasado. Es la tesis que desarrolla Miguel-Anxo Murado (Lugo, 1965) en La invención del pasado (Debate). El autor de Otra idea de Galicia desmonta en esta ocasión los tópicos de la historia popular de España.

-La invención del pasado, ¿o la invención de la Historia?

-Invención, no como un fraude o falsificación sino como construcción del pasado, de cómo lo imaginamos, y siempre hay distorsión. La gente cree que solo distorsiona el pasado la ideología, y también la memoria. Cuando recordamos nuestro pasado, tendemos a exagerar algunos aspectos y a olvidar otros, y raramente coincidimos con lo que recuerdan los otros. La Historia no es diferente, y tiene el problema de que apenas hay documentos anteriores al siglo XVI y después hay muchísimos y son inabarcables.

-Los vestigios son insuficientes y las narraciones, casi nunca contemporáneas, ¿pura fábula?

-Son literarias. El ser humano tiene una mente literaria. Racionalizar es un esfuerzo y la tendencia natural es hacer literatura, exagerar. Los historiadores actuales intentan ser científicos y corregirlo, pero es muy difícil. Cuando ofrecen una historia muy rigurosa, a la gente no le interesa, prefiere la ficción histórica, las novelas históricas o el cine, que le dan ese dramatismo, esa exageración, esas historias ejemplarizantes o heroicas...

-¿La Iglesia tuvo un papel decisivo en la deformación?

-La mayor parte de la historia de Europa está escrita por los monjes. Lo que tenemos de la mayor parte de la Edad Media es una historia de la Iglesia.

-¿Las mentiras más grandes de la historia de España?

-No me gusta hablar de mentiras; los historiadores rara vez mienten, pueden decir cosas opuestas pero todos creen en lo que dicen. Ese es el problema: la Historia ofrece argumentos para todo. Como los documentos son ambiguos y pocos, es fácil argumentar cualquier cosa porque la Historia no es el pasado, es la interpretación del pasado.

-¿Hubo invasión musulmana?

-Es muy difícil saber qué pasó. No hay ningún texto contemporáneo y se presta a muchas especulaciones. Un historiador de los años setenta sostiene que no hubo invasión musulmana. Es un ejemplo de hasta qué punto se puede lucubrar cuando hay un vacío historiográfico. O la batalla de Covadonga: es imposible saber si ocurrió o no pero la historia es completamente literaria, hecha a base de corta y pega de otras historias. Los historiadores del pasado utilizaban una serie de clichés literarios y de recursos narrativos. El caso de Numancia es también un cliché típico de los historiadores romanos. ¿Hubo asedio? No lo podemos saber, en todo caso no es como lo cuenta Tito Livio.

-¿La Beltraneja?

-La serie televisiva Isabel da por hecho que la Beltraneja era hija ilegítima. Hoy los historiadores ya aceptan que era legítima y que, por tanto, Isabel (la Católica) usurpó el trono, pero no es la idea que tiene la gente. Incluso la serie la absuelve de la expulsión de los judíos. Como a nuestros ojos es una monstruosidad, se cambia. El pasado se va cambiando en función del presente. El pasado es una proyección del presente. Es la idea del libro.

-Don Pelayo es una creación.

-Tiene toda la pinta de ser una leyenda. Hay dudas de que haya existido, es inventado.

-La rendición de Breda.

-No hubo una batalla y una rendición caballerosa, como transmite el cuadro de Velázquez. Hubo un pacto vergonzante y el cuadro se lo encargaron para tapar la derrota. Una operación de propaganda.

-La Historia como verdad revelada, dice usted, igual que la Biblia o el Corán.

-Tiene mucho de eso, sobre todo en periodos antiguos. De hecho, los historiadores son muy escépticos respecto al pasado, quienes no lo son son los lectores de historia, que prefieren la historia de ficción. La mayor parte de la gente tiene una idea mítica de la Historia y es muy difícil cambiarla. Imposible, diría yo, porque esa historia legendaria, ahora, está en el imaginario colectivo.

-¿España es un invento de Menéndez Pidal, se podría decir?

-Pidal es el constructor del imaginario histórico español. España es una realidad actual. Es un error identificar a los países con su pasado; los países son lo que son ahora, no lo que fueron en la Edad Media. Es anacrónico pensar que podemos proyectar en el presente el pasado, como es una tontería la discusión de si Cataluña era independiente en la Edad Media. La Historia es interesante pero se exagera su importancia por el papel que representó en el nacionalismo. La Historia y el nacionalismo son inseparables. Nació como enseñanza en los colegios en el siglo XIX para reforzar el sentimiento patriótico como sustituto de la religión. Y sigue teniendo mucho de eso, más de lo que pensamos. Hay una obsesión por la Historia: la derecha está obsesionada con el imperio; la izquierda, por la República; los nacionalistas, con la Edad Media. Hay una obsesión excesiva por lo que el pasado puede legitimar hoy.

-¿Pidal cambió el Cantar de Mío Cid?

-Retocó el manuscrito que tenía en su casa, algo asombroso hoy pero entonces no tanto. Cambió el final de algunos versos para que sonaran mejor; le parecía que la métrica estaba equivocada y el poema no era perfecto, y él lo quería perfecto. Corrigió también la fecha del título porque no coincidía con sus teorías. Bueno, el padre Flórez, una de las fuentes más importantes para conocer la historia medieval, quemaba en el siglo XVIII los documentos que no coincidían con sus teorías o que dejaban quedar mal a la Iglesia católica. Era una práctica habitual.