Almudena Grandes vuelve a desenterrar los secretos ocultos de la Guerra Civil y la posguerra con Los pacientes del doctor García, la nueva entrega de su serie Episodios de una guerra interminable. Sobre ella conversó ayer en los XIV Encuentros con escritores del Centro de formación y recursos de A Coruña, dentro de una charla coordinada por Javier Pintor.

- Cuarto episodio de Una guerra interminable . Y de nuevo ha optado por personajes pequeños para narrar acontecimientos muy grandes.

-El modelo de estas novelas son los Episodios Nacionales de Galdós, que nos enseñó a contar la historia desde abajo. Es verdad que cuento acontecimientos muy grandes, pero mis protagonistas siempre son personas corrientes con las que se podría identificar mucha gente real que vivió en España en aquella época. La vida privada de las personas acaba construyendo la vida privada de la historia, una forma de contar las sociedades a través de la intimidad de la gente corriente.

- Su novela va de la guerra a la transición, pasando por una red de huida nazi en España de la que poco se sabía. ¿Hasta qué punto desconocemos nuestra propia historia?

-Hasta muchos puntos (se ríe). Realmente, a mí lo que me impulsó para escribir esta serie es que me di cuenta de que los españoles vivíamos encima de una mina de oro. Debajo de los pies teníamos un filón de historias increíbles que no se habían contado nunca, desde la invasión de Arán en Inés y la alegría hasta la red Stauffer, que es una trama real que funcionaba desde un piso del barrio de Argüelles.

- Su desconocimiento no sería inocente.

-No, no se conocen por algo. La de Stauffer fue una trama absolutamente clandestina, pero los aliados lo sabían y miraban para otro lado. Como es muy difícil explicar cómo se consintió que esto pasara en España, al final no se saben las cosas.

- ¿Otro fracaso a la hora de encontrar ayuda aliada?

-Absolutamente, con este libro se acaba la esperanza. Las cuatro primeras novelas de la serie cuentan diversos intentos de conseguir la intervención aliada en España, ese es el sueño dorado de los republicanos durante los 40 y principios de los 50. Y ahora es muy fácil decir: "Qué ingenuos eran", pero pensaban que si los aliados habían liberado Europa, liberarían España. Lo que pasó es que los nazis perdieron la guerra pero ganaron la posguerra, porque consiguieron convencer a los aliados de que se habían equivocado de enemigo. Y, en realidad, a los aliados les caía mejor Franco que los demócratas españoles.

- ¿No sufre poniendo por escrito tantos fracasos?

-Ese es un gran problema que tenía. Cuando empecé la serie me di cuenta de que iba a escribir seis novelas sin final feliz. Y eso para un narrador es complicado, porque a nosotros también nos gustan los finales felices. Decidí que todos iban a sobrevivir a Franco y que iban a prosperar en su vida, pero esta serie es la crónica de un largo fracaso que el lector conoce de antemano.

- Me hablaba antes de Stauffer, ¿cómo se encontró con ella?

-Con La guarida del lobo. Ojeándolo vi: Clara Stauffer, Galileo 14. Fue lo que más me impresionó. Que fuera una dirección tan concreta, y que allí hubiera pasado todo eso? Empecé a investigar sobre Clara y es un personaje fascinante. Nace en Madrid, de padres alemanes, y en la época de la República aprovecha la libertad de las mujeres para destacar como deportista de alta competición. También hace una carrera política brillante, porque es amiga de Pilar Primo de Rivera y se ocupa de la propaganda en la sección femenina.

- Resulta irónico que aprovechara la libertad femenina para luego trabajar contra ella.

-Sí, cuando llegó al poder privó a las mujeres españolas de las condiciones de vida que le habían permitido ser lo que era, y montó una red de ayuda a criminales de guerra perseguidos por la justicia aliada. Trabajaba para el mal, pero también se entregó a su causa de forma abnegada. Los malos que funcionan tienen que tener luces, y a Clara no he tenido que ponérselas, las traía de fábrica.

- Es una de las personas reales que introduce en su ficción, como Negrín. ¿Cómo les puso voz?

-Es complicado, tienes que dar con un registro lingüístico verosímil. En el caso de Negrín, tuve la suerte de conocer a Paco Ayala, que fue su agente en el 38, y me contó cómo lo había reclutado y cómo hablaba. Y en el caso de Clara? A veces bastan cosas muy pequeñas. Un periodista británico la entrevistó en el 48 haciéndose pasar por un alemán. Y, el día que fue a verla, ella tenía pleuresía y estaba en la cama. Yo me habría puesto una bata y me habría sentado para sentirme más protegida, pero ella ni se levantó. A veces un detalle muy pequeño ilumina mucho.

- También rescató a Norman Bethune y a la rebelión estudiantil de 1946, ¿ Los pacientes del doctor García es una novela para los olvidados?

-Es un homenaje a Bethune, un canadiense que llegó a la Guerra Civil con un frigorífico e instrumental para salvar miles de vidas de soldados de la república, y a la historia de El fin de la esperanza. Esa voluntad de luchar de estos chicos que no tenían nada salvo las armas que sus padres no habían entregado y que hacen un plan para tomar Madrid, es una historia tan tierna? En ocasiones no es sencillo encontrar motivos para ser español en este país. Sin embargo, ellos son uno.