Apenas un mes y medio tardó Víctor Manuel en componer los trece temas de su nuevo trabajo discográfico, Casi nada está en su sitio y los otros once que se han quedado fuera. "No sé qué me dio, pero nunca compuse tanto. Ni de joven", reconoce. Hacía diez años que no sacaba un disco con temas inéditos.

-Empecemos por el título del disco, Casi nada está en su siti o, ¿qué no está en su sitio?

-Solo hay que abrir el periódico por la mañana o escuchar las noticias para darte cuenta de que casi nada está en su sitio, que hay una suerte de travestismo en todo el mundo, que el que no era grosero anteayer puede serlo mañana por la mañana y que asistimos a una perpetua desestabilización, ya no solo en España, por supuesto, sino internacional porque nadie soñaba que podríamos llegar a tener un dueño del mundo como el que tenemos ahora. Y después, la velocidad de la información, de la tecnología, que nos desestabiliza continuamente, sobre todo a la gente mayor como yo. Vamos todos con el gancho enganchado en la barbilla y tirados hacia un sitio que no sabemos muy bien cuál es.

-¿La música casa bien con toda esta vorágine o necesita ritmos más pausados?

-La música exige otro ritmo, aunque también depende de qué música. Yo creo que al reguetón le da igual al ritmo que lo pongas, pero hay unas canciones como más pausadas, que exigen otro tipo de atención, no las prisas estas. Te podría poner mi caso como ejemplo o el de Jorge Drexler, que es un tío con tres Grammy y al que no puedes escucharlo en ninguna emisora de este país. Y esto es una paradoja, evidentemente.

-¿Por qué sucede esto?

-Supongo que es porque la música interesa menos, aunque no así la música en inglés. La música en inglés no tiene freno. Incluso emisoras de onda media, que hasta hace nada programaban de vez en cuando canciones en castellano, han desaparecido totalmente. Ahora, todas las incidencias musicales son en inglés. A mí me asombra porque creo que no es que la música no se merezca eso, es que el oyente tampoco. Hay mucha gente a la que le gustaría escuchar a Vetusta Morla o a Drexler o a Pedro Guerra o música en gallego.

-¿Cómo se consigue mantenerse sobre los escenarios más de 50 años como es su caso?

-Yo creo que por el repertorio. No tiene ningún secreto. El otro día que estuve en la academia de Operación Triunfo, les insistía mucho a los chavalines en que lo más importante era el repertorio, tener canciones sólidas que enganchen con la gente y tratar cada cierto tiempo de que se solidifique más. Esta es tu única defensa, porque la gente es muy voluble y se va con el último que llega.

-O sea, que es más complicado mantenerse que llegar.

-Mucho más. En tantos años he visto a tantos llegar que ya son cadáveres desde hace muchos años. Aunque esto es lo normal. Lo anormal es que haya gente que resista tanto tiempo. Y se resiste por las canciones y porque cuando cantas no defraudas, es decir, llevas buen sonido, buenas luces, un equipo presentable, porque si la gente va a verte y sale chamuscada y dice que no mereció la pena, la próxima vez no va.

-Hace 36 años de España camisa blanca de mi esperanza y ahora saca Digo España . ¿Qué tiene esta de aquella?

-Solo la palabra España. Aquella era una época en la que salíamos del blanco y negro. Estaba muy reciente el golpe de estado de Tejero e íbamos como hacia la luz. En España camisa blanca de mi esperanza hablaba de una España con sus perfiles negros, pero más luminosa y más esperanzada. Esta [ Digo España] es una canción más de madurez, casi una mezcla de manual de geografía y comentarios sobre lo que yo pienso y siento que es este país, que es el que conozco, un país, por otro lado, muy tironeado por todos los sitios, a veces con justificación y otras sin ella. De todo esto quería hablar ahora, 36 años después.

-¿Nos cuesta decir España?

-Sí. Hay un chiste que me encanta que contaba Cansado sobre el dueño de un bar de Bilbao a quien no le debía de sonar muy bien la palabra España y que había puesto un cartel en la puerta que decía: "Primer premio de tortilla estatal". Y esto le ha pasado y aún le pasa a mucha gente, que de repente le da como reparo la palabra España.

-¿De dónde saca la inspiración?

-Muchas veces de los periódicos, de noticias sueltas, pequeñas noticias apenas sin importancia, pero que las lees y dices: de aquí tiro yo y saco una canción. A veces, de esas ideas que uno va grabando. Yo camino mucho y caminar te despeja la mente y se te ocurren melodías, frases, y todo eso lo vas metiendo en el teléfono y cuando lo abres, al cabo del tiempo, algunas o muchas pueden ser canciones. Y eso es lo que hago, tirar de un hilo muy pequeño.

-Llevaba diez años sin sacar un disco de temas inéditos. ¿Por qué?

-En estos diez años he hecho giras interminables; he hecho dos giras por España y América con El gusto es nuestro , otra con Ana [Ana Belén], Canciones regaladas, otra mía, 50 años no es nada, y tres años más con mi disco Vivir para cantarlo, con la que creo que estuve la última vez en Galicia.

-¿Editar hoy en día en formato físico es un gesto de rebeldía?

-Sí. Es como estar en una isla desierta, y tirar la botella al mar y esperar a ver quién la recoge. Cada día es más difícil enseñar canciones nuevas, pero tienes que hacerlo. Si tienes la necesidad de escribir canciones y de cantarlas esto te sirve también para empezar una gira nueva, con material nuevo que justifique de alguna manera que sales a carretera otra vez.