Marcos Graña, el joven de 32 años que tiroteó en plena calle a un vecino de Monelos a las dos de la tarde del 16 de julio de 2008, aseguró ayer durante el juicio que los disparos fueron fortuitos. "Tropecé con el bordillo de la acera, perdí el equilibrio y cuando intenté recuperarlo la escopeta se me disparó", afirmó el acusado, para el que el fiscal solicita 17 años de cárcel.

Graña sostuvo que detuvo el vehículo que conducía porque la víctima se "echó" hacia él. "Amenazó con un gesto a mi hermano, que iba sentado a mi lado, y me dijo que bajase del coche porque me iba a partir la cara. Le dije que no quería problemas y me siguió insultando. Le avisé de que se fuera porque tenía una escopeta y lo iba a matar, pero cuando tenía la escopeta se vino corriendo hacia mí y tropecé. Yo no le disparé, se me disparó el arma", relató el procesado, quien admitió que había estado bebiendo desde el día antes de cometer el crimen.

La versión que ofreció el imputado durante el juicio difiere de la que dio en sus anteriores declaraciones ante la policía y el juez que investigó los hechos. El joven confesó entonces que su familia y la de la víctima estaban enemistadas porque un perro de la sobrina del fallecido defecó en la puerta de la casa de su madre. Ayer, sin embargo, negó tener problemas con el perjudicado. "Lo conocía de siempre porque éramos vecinos. Tenía buena relación con él", aseguró. El abogado de la familia de la víctima destacó la animadversión entre el procesado y su vecino. El letrado mantiene que Graña planeó el asesinato porque cogió la escopeta de la vivienda de As Pontes en la que residía junto a su abuela, que era alcohólica, y la introdujo en el maletero de su coche.

El imputado relató que después de consumir alcohol hasta que cerraron los locales de As Pontes, se dirigió hasta A Coruña, donde continuó bebiendo en dos cafeterías de Cuatro Caminos hasta que sobre las nueve de la mañana condujo hasta Monelos. Allí compró una botella de whisky en un supermercado y aparcó el coche en la puerta de la iglesia de Santa María de Oza, donde ingirió alcohol hasta que al mediodía arrancó el vehículo para llevar a su hermano a casa. Cuando apenas llevaban unos metros de trayecto, detuvo el coche y dos disparos de su escopeta acabaron con la vida de uno de los vecinos de la calle Camiño da Igrexa, donde residía su madre.

"Cogí la escopeta porque necesitaba seguir bebiendo y tenía miedo porque había discutido con unos chicos y tenía miedo de que me viniesen a insultar. Estaba cansado de estar en la montaña y quería beber", declaró Graña, quien afirmó que bebía "un litro o dos de whisky todos los días" desde hace 15 años.

"Cuando bebía iba despacio en el coche. Iba despacio. Ese día me había gastado 400 euros en whisky y Coca-Cola porque había cobrado la baja", dijo el procesado. El joven, que fue detenido minutos después de cometer los hechos en casa de su madre, destacó que colaboró con la policía. "No recuerdo qué hice con la escopeta. Me pongo loco. Mi hermano me empezó a gritar que estaba loco y no sabía qué hacía ni lo que iba a hacer. Creo que la metí en el coche, pero no estoy seguro. Tiré la camisa y me cambié el pantalón porque tenía mucho calor", contó Graña, que subrayó que tiene "visiones" desde que tenía diez años.

El acusado fue al psiquiátrico siete meses antes de cometer el crimen porque, según su versión, padecía manía persecutoria y siempre iba armado. "Las sombras y los espíritus me pellizcaban por la noche. Las voces me decían que me iban a llevar con ellos a otro país. Últimamente también veía marcianos y extraterrestres por la noche cuando estaba solo en mi habitación. Antes veía sangre en las paredes. Algunos eran como personas y cuando empezábamos a pelear les quitaba la piel y eran como gelatina. Tenía que beber para olvidarme de ellos porque no me dejaban dormir y me emparanollaban", contó el sospechoso, al tiempo que dijo que "siempre" llevaba "la escopeta, cuchillos o palos" para defenderse.

El hermano de Graña afirmó que "siempre" que lo veía estaba "borracho" y que desde que era pequeño decía que lo perseguían. "Se despertaba por la noche gritando. Decía que veía bichos", declaró el testigo, quien indicó que la víctima y su hermano mantuvieron una disputa. El fallecido, según la versión del hermano de Graña, caminó hacia el coche "con gesto amenazante". El testigo declaró que escuchó los disparos tras oír una discusión y que su hermano le dijo que se fuese o que también lo mataría a él.