-Se cumple un año desde que la delegación de la Comisión de Peticiones vino a Galicia a evaluar el estado de las rías gallegas, ¿cuál es su impresión?

-Nosotros quisimos hacerlo lo mejor posible pero, desafortunadamente, el asunto se politizó demasiado y los partidos mayoritarios, PP y PSOE, redujeron el debate interno sobre política española. La delegación de la Comisión de Peticiones consta de tres miembros oficiales, pensábamos que éramos iguales pero el jefe de la misión (el francés Philippe Boulland, del Partido Popular Europeo) se erigió en líder y dijo que era su responsabilidad escribir el informe y que nosotras (Tatjana Zdanoka, la eurodiputada letona de Los Verdes, que comparte grupo con el BNG, y Angelika Werthmann, la liberal austríaca) podíamos presentar alegaciones. Y es que nosotras éramos mucho más críticas que él con todo esto.

-Pero, al principio, parecía que los tres estaban de acuerdo, al menos, cuando visitaron la ría de O Burgo, ¿qué pasó?

-Boulland fue influenciado por los políticos españoles que temían ser críticos con las autoridades y con los representantes del Partido Popular. El procedimiento normal es que, en la parte descriptiva, no haya contradicciones entre los miembros de la delegación, porque no es nada más que un relato de con quién nos hemos reunido y qué hemos visto. Las recomendaciones, sin embargo, sí que pueden ser discutidas y, de acuerdo con el procedimiento, a la parte descriptiva del informe, los integrantes de la delegación no pueden presentar enmiendas, pero sí pueden hacerlo todos los miembros de la Comisión de Peticiones a la parte de las recomendaciones.

-¿Y qué pasa cuando no se ponen de acuerdo los tres miembros en la descripción de los hechos?

-Si hay desacuerdo, entonces, se pueden añadir las opiniones disonantes. Al principio, estábamos de acuerdo y empezamos a escribir el documento, pero Boulland quiso quitar el número de declaraciones. La discusión empezó por Reganosa. Él decía que la planta no era el objeto de nuestra visita, después, fue Ferrol. Yo quería explicar que la petición sobre Reganosa era antigua, no solo esta sino también la de la contaminación de la ría de Ferrol y traté de insistir en que era un asunto de nuestro interés porque la petición de Reganosa contenía pistas sobre la posible contaminación en la ría de Ferrol. Pero Boulland insistió en que no era el caso, ya que no teníamos una petición formal de la ría de Ferrol.

-¿Habría sido mejor que hubiesen escrito la parte descriptiva en Galicia, justo cuando acabaron de hacer las visitas?

-Sí. En Bruselas solo tenían que imprimir el informe, pero el problema fue que Boulland quiso quitar alguna información crítica de la parte descriptiva. Quería introducir explicaciones de representantes del Gobierno diciendo que habían hecho esfuerzos muy grandes durante los últimos años para solucionar la situación. Tuvimos una larguísima discusión sobre la ría de O Burgo porque pudimos ver que había dos metros de fango en el fondo, pero él decía que el agua estaba limpia, que había sido probado por expertos que estaba todo bien y que la ría había dejado de ser zona C. Yo le decía que no podías nadar aunque el agua estuviese limpia. Pero él intentó suavizar lo que habíamos visto.

-Los peticionarios de O Burgo les dijeron en su visita que eran su "última esperanza" para acabar con la contaminación de la ría.

-La Comisión de Peticiones no es un juzgado, nosotros no podemos decir: 'tienes que hacer esto o lo otro'. Nosotros decimos dónde hay violaciones y qué se debería hacer. Tenemos que ser los intermediarios entre la gente y los gobiernos locales. La Unión Europea no tiene competencias en muchos asuntos, pero sí en temas medioambientales. Si la petición es admitida, nuestro cometido es contactar con las autoridades estatales o locales y preguntarles cuál es su posición en el caso. Nos dedicamos a presionar a las autoridades para hacer que la situación mejore, pero desafortunadamente en este caso no pudimos hacerlo ya que, aunque dos de nosotras queríamos ser críticas en el informe para que las autoridades cambiasen su actitud, uno de nosotros estaba intentando escribir un informe que dijese que las autoridades lo estaban haciendo bien y que las cosas se iban a resolver. Desafortunadamente, nosotras no pudimos proporcionar un informe crítico que pudiese presionar a las autoridades para mejorar la situación y no sabemos si han empezado a hablar con la gente, porque una de nuestras recomendaciones era que se reuniesen con los peticionarios para conocer sus preocupaciones.

-¿Ha mantenido algún contacto con los peticionarios después de la aprobación del documento?

-No, solo a través de Ana Miranda (eurodiputada del BNG en el momento de la visita), ella hace de intermediara entre nosotros.

-¿Ha merecido la pena la inversión de dinero público en esta visita y diez meses de debate en Bruselas para hacer un informe de mínimos?

-Eso espero, de verdad, pero no lo sé, porque no sé qué ha pasado en Galicia desde entonces. Al menos, con nuestra visita hemos conseguido darle visibilidad al problema, ha salido en la prensa y, aunque no se haya dado solución a la contaminación de las aguas desde las instituciones, la gente ahora sabe que existe este problema y, ojalá, se mejore.

-¿Le había sucedido antes no conseguir acordar un texto con los otros miembros oficiales de la delegación?

-No, es la primera porque normalmente la descripción de lo que hemos visto no da lugar al desacuerdo. Pienso que se arruinó al haber tantos europarlamentarios españoles con nosotros durante la visita. Su visión no era objetiva, era un pelea interna entre el PP y el PSOE aunque Antolín Sánchez Presedo (PSOE), al final, no nos apoyó.

-¿Existe la posibilidad de reiniciar el proceso y conseguir que se redacte un informe fiel a la realidad?

-Tuvimos una reunión informal con la gente de la ría de Ferrol sobre la contaminación, pero Boulland insistió en que no podíamos escribir sobre ello. Además de esta petición se presentaron otras dos, una de Mugardos y otra de Barallobre pero como se presentaron después de que se iniciase el proceso, fueron excluidas y no se tuvieron en cuenta, pero siguen abiertas, por lo que se puede seguir trabajando por esa vía.

-A partir de la visita, ¿hace la Unión Europea algún tipo de seguimiento a las rías gallegas?

-Es la Comisión Europea, porque el Parlamento no puede controlar a la Comisión.

-¿Y lo está haciendo?

-Sí, porque hay un procedimiento de infracción abierto. Creo que, si el informe hubiese sido más crítico, ayudaría a solucionar el problema. Al final, fue como un acuerdo con las autoridades locales, pero gracias a Ana Miranda (BNG) que fue la que organizó los encuentros, conseguimos que, por lo menos, se visibilizase y que les doliese un poco.