Ignoro si está en el Guinnes, pero no creo que el récord que ostenta Segerstam haya sido superado: según el programa de mano, hasta la fecha el músico finés -director y compositor- ha escrito ¡285 sinfonías! Aparte de conciertos, óperas, obras de cámara, piezas instrumentales y vocales... Y nada hace suponer que este asombroso número detenga su crecimiento. Tal vez, incluso, ahora mismo, se hayan añadido algunas más. Su venida a A Coruña se debió a la forzosa sustitución del fallecido Rafael Frühbeck de Burgos, que estaba previsto para dirigir este programa. Eso quizás explique una desigual versión de la sinfonía beethoveniana, donde abundaron desajustes, momentos confusos y errores de algunos instrumentos. También hubo cosas estimables, sobre todo en la regulación del volumen; pero la impresión que nos ha sido transmitida es que Segerstam no se siente muy a gusto en la obra de Beethoven. En cambio, su versión de Scheherzade fue soberbia. La Orquesta estuvo como en sus mejores días: Cuerda (incluidos espléndidos contrabajos), excepcional; primer violín -Slava Chestiglazov- extraordinario: solistas de los vientos, maravillosos. Hasta se pudo escuchar algo insólito: un clamor de voces de los propios ejecutantes acompañó diversos pasajes del cuarto movimiento con admirable efecto. Final de concierto clamoroso, aclamatorio que hizo olvidar la primera parte. Segerstram, dotado de un notable parecido con Papá Noel (aunque el músico no vive en Rovaniemi), conquistó así al público coruñés.