"Por su fabuloso emplazamiento y por ser la única bolsa de suelo industrial/terciario disponible en A Coruña, este parque está llamado a ser el futuro centro de negocios y actividades económicas e industriales de la ciudad". Un anuncio del pasado mayo en un portal inmobiliario trata de vender así una parcela en el polígono empresarial de Vío. Las ofertas proliferan, por el momento sin éxito visible, en las webs especializadas, con precios entre los 275 y los 170 euros por metro cuadrado, cuando en 2006 el Gobierno local cifraba su venta en 420. Hace quince años que el Ejecutivo de Francisco Vázquez impulsaba este polígono de iniciativa privada, en el que sus promotores invirtieron 38,7 millones de euros y que sigue sin movimiento, salvo por los plumachos y su última utilidad como paseo de la salud.

Las promociones explican que el espacio es una "prolongación natural del consolidado polígono industrial de Pocomaco" y venden su "localización estratégica" por su proximidad al puerto exterior "y por sus enlaces y conexiones con la ciudad de A Coruña, el puerto urbano y las principales vías de comunicaciones terrestres". Las parcelas a disposición de interesados en los portales especializados van desde los 647.350 euros de una extensión de 2.354 metros cuadrados a otra de 8.237 metros cuadrados por 1,89 millones de euros.

Desde que Caramelo pasó a la historia y echó la llave a su efímera nave en el polígono, en donde trabajaron unos sesenta trabajadores entre marzo de 2015 y octubre de 2016, nada se ha movido en este espacio con cuyo desarrollo el Concello daba por agotada la posibilidad de suelo industrial en la ciudad. Lo explicaba Francisco Vázquez en junio de 2003, justo antes de aprobar de manera definitiva el plan parcial para que Promotora de Viviendas Urbanas, una sociedad participada por José Collazo, urbanizase el lugar.

El contrato daba libertad a la firma para negociar el precio del metro cuadrado expropiado. Fue una condición incorporada al segundo concurso para la gestión del terreno puesto que la primera convocatoria quedó desierta. Favoreció la compra a precios bajos del terreno reservado para la actividad empresarial. El germen había sido un cambio en el plan general de 1997, en el que el Concello decidió unir las dos parcelas al polígono para crear un único parque comercial e industrial, de unos 680.000 metros cuadrados.

"Como no declaremos suelo industrial en María Pita, se me escapa dónde podemos hacer más", indicaba en aquella rueda de prensa de hace quince años el exregidor socialista, que anunciaba el primer plan frustrado para el polígono. Preveía que albergase un gran centro logístico de transporte, que se abrió finalmente en Ledoño, con 600.000 metros cuadrados al pie de la Autovía del Noroeste. Vázquez pronosticaba que las parcelas se agotarían en cuanto saliesen al mercado. En 2006, la junta de gobierno aprobaba la urbanización y el Concello llegó a anunciar que las parcelas se ponían a la venta pero el estreno se fue retrasando en sucesivas ocasiones para acabar atropellado por la crisis económica y la sobreoferta de suelo industrial en la comarca por falta de planificación.

A finales de la década pasada, aún sin enfrentarse al futuro estallido de la crisis, los empresarios de Pocomaco estaban preocupados por la situación del tráfico en el polígono. Primero, ante la inminente apertura de Vío. Segundo, ante la puesta en marcha de uno de los tres centros comerciales que abrieron en aquellos años, uno, el Dolce Vita, ya cerrado. No estaba finalizada la tercera ronda y temían que el tráfico atravesase sus calles ya suficientemente saturadas. No ocurrió.

En 2007, el Gobierno local aseguraba que el parque estaría listo para 2008. Nada. A las puertas del año electoral, el exalcalde Javier Losada visitaba el polígono acompañado por la edil de Urbanismo, Obdulia Taboadela. Señalaba que los trabajos terminaría a finales del año y que ya se estaba iniciando la comercialización de parcelas. Preveía las primeras naves para 2011 y que, una vez completado, generase 3.000 puestos de trabajo directos. Argumentaba, además, que podría evitar una fuga de empresas a otros municipios.

Un desierto con calles y farolas expoliadas se imponía a las sucesivas previsiones de futuro. Cambió el Gobierno en María Pita y el equipo de Carlos Negreira, aprovechando el monocolor de las administraciones, intentó insuflarle vida. En 2013 el Negreira y el presidente portuario, Enrique Losada, anunciaban que el Puerto de A Coruña declaraba este espacio de promoción privada ZAL, categoría que se le otorga al suelo para actuar de plataforma del puerto exterior. Esto quiere decir que los promotores pueden comercializar las parcelas con ese título a empresas interesadas en Langosteira y que el Puerto ha de incluir los terrenos en la promoción de la nueva dársena. Fue un intento de espaldarazo a la iniciativa, por encima además de un polígono público de promoción autonómica, aún en obras y con sobrecoste reconocido, Morás.

En el Plan Sectorial de Áreas Empresariais de 2014, la Consellería de Medio Ambiente delimitaba nueve millones de metro cuadrados industriales en el área coruñesa, con veinte desarrollos en As Mariñas, A Costa da Morte y Ordes. La mitad de ellos fueron promovidos por el propio Gobierno gallego.