Para Manuel Martínez Burgos, componer es una actitud ante la vida. Asegura que "es ver música en donde estés", y encontrar la inspiración dentro de uno mismo, pero también en las cosas de fuera. Con Daivat, una de sus últimas obras, el impulso vino precisamente del exterior. Una referencia al olvido en un poema propulsó la pieza, ganadora del XII Premio Andrés Gaos, que estrena este viernes 5 de abril con la Sinfónica de Galicia en el Palacio de la Ópera (20.30 horas).

La memoria y el olvido. Apela a muchas cuestiones universales en esta partitura

No siempre lo hago, pero en este caso sí, porque era un tema que me interesaba. Esta obra surge porque encontré una palabra, daivat, dentro de una poesía en sánscrito que estaba leyendo y que no podían traducir. Significa algo así como "el tiempo que la memoria no alcanza a recordar". A mí me llamó la atención que, para lo que no podemos recordar, haya un nombre. A partir de ahí, surgió un pensamiento musical.

Dice que es muy autocrítico, ¿ha pasado esta obra por momentos complicados?

Sí, sobre todo en ese momento de composición en el que estás tan metido en la partitura, que es muy difícil verla con distancia. Yo normalmente intento, una vez he terminado la obra, dejarla descansar un tiempo, para volver a ella con una visión más objetiva. Es muy curioso porque, en este arte, puedes mejorar cuando dejas de ser tú y eres más el público. Por eso creo que la composición es la profesión con menos ego que puede existir. Los mejores artistas son muy humildes, porque es la única manera de ofrecer algo con calidad.

Pero premios como el Andrés Gaos subirán un poco el amor propio

Sobre todo, para mí lo importante es la oportunidad del estreno. Cerrar ese círculo que hay con el público. Además, quedé finalista de este premio en 2006, o sea que era como una espinita que tenía ahí [risas]. Y suma que le tengo mucho cariño a A Coruña.

Una vez le dedicó una canción a Santander. ¿A qué le sonaría a A Coruña ahora?

Me sonaría a mar, a luz? Aunque la luz no se escucha, para nosotros los músicos tiene sonido. Para mí es la ciudad donde puedes soñar despierto.

Muchas de sus piezas se basan en la tradición, en el pasado? Parece que su forma de componer tiene más que ver con la investigación que con la interpretación

Sí. Yo llamo investigación a la búsqueda interna como un acto para ver qué puedes sacar dentro de ti para expresarte. Pero la investigación artística es un concepto que todavía no está muy asentado.

¿Los compositores se quedan más en la estética?

A mediados del siglo XX, había una tendencia a buscar siempre resultados originales y novedosos. Yo creo que en el XXI hemos llegado a una especie de compromiso entre tradición y modernidad, que es la vía que muchos estamos siguiendo.

Usted la sigue desde los 8 años. Empezó muy joven

Había una guitarra en casa, y en mi familia había mucha sensibilidad hacia el arte. Seguí con el piano, la viola? Y de lo que me di cuenta es que, más que interpretar una partitura, lo que me gustaba era buscar variaciones. Al final eso era componer, estaba creando algo. Ahora no entendería mi vida sin la música, forma parte de mí.

¿Tiene ese mismo peso la música contemporánea en la sociedad de hoy?

Yo creo que el género ha cogido un camino que ahora mismo no tiene por qué asustar a nadie, porque es accesible. Aún así, hay una serie de prejuicios sobre la música contemporánea que yo creo que ahora ya no tienen sentido. Esperemos que, poco a poco, se vayan diluyendo.