A Alejandra Pérez la web se le quedó pequeña pronto. En su espacio de internet despachaba los productos artesanales que ella misma fabricaba, cuya venta complementaba con la de piezas similares procedentes de artistas y artesanos de diferentes partes del mundo. Bisutería hecha a mano, ilustraciones, camisetas de diseño o mochilas y bolsos hechos con material reciclado se intercalan en las estanterías de Mie Moe, el local de la calle Canuto Berea que está por cumplir sus tres años de vida. En su caso, el salto al callejero vino dado por encajar en un nicho todavía sin cubrir en la oferta de la ciudad.

"Abrí la tienda porque me apetecía probar. Notaba que en la ciudad faltaba un tipo de tienda como este, que tuviese un producto diferente, original y salido del trabajo manual", apunta la dueña.

A sus propias creaciones se unen, como en la web, que todavía mantiene en funcionamiento, las obras de artistas y artesanos procedentes de lugares como Australia, Estados Unidos o Reino Unido. "Aunque es un producto que ya vendía en la página, tener la tienda te da la oportunidad de dar visibilidad a las obras, por ejemplo, en el caso de los ilustradores. Es una forma de potenciar la venta porque la gente entra y sale", señala ella.

Admite que, aunque tuvo que adaptarse a los cambios y a sus nuevos horarios, ha ganado con la elección de convertir Mie Moe en un proyecto tangible. "La ventaja es que tienes contacto directo con la gente, te adaptas más rápido a la demanda porque la gente te da su opinión", enumera.

En cuanto a las desventajas, el consabido coste que conlleva la apertura de un negocio, que, no obstante, hace que compense con valores como atención personalizada y un producto atractivo. "De esta forma, puedo ser cercana y explicar lo que vendo", apunta.