Paco Nadal es referente y pionero del periodismo de viajes en España. Tiene más 260.000 seguidores de Facebook y 50.000 suscriptores en su canal de YouTube, donde alguno de sus vídeos va camino de las 900.000 visualizaciones. Hace casi 20 años se especializó tras lanzarse a hacer el Camino de Santiago y se convirtió en un experto jacobeo al confeccionar la guía de las rutas durante más de una década para El País Aguilar. Le quedaba por conocer el Camino Inglés y, justo en el año en el que la pandemia le descabalgó de su rutina de vivir en un avión y de visitar todos los rincones del globo, ha saldado con tres estadías esa deuda con una ruta que le ha hecho rejuvenecer y revivir el espíritu de ese Camino Francés que vio “crecer” en los 90.

¿Cómo fue la experiencia?

Mi primer contacto fue en unas vacaciones con unos amigos por la cornisa cantábrica y ya me llamó la atención. Vi que había bosques, ciudades; era interesante y diferente. Luego me surgió la oportunidad de ir a hacerlo desde A Coruña con la invitación de Turismo y ahí descubrí el tramo que sale desde allí. Es una ciudad que me fascina. Empezar ahí, en la iglesia de Santiago, románica... Y ahora me volvieron a llamar de la Asociación de Concellos del Camino Inglés para hacer un vídeo de los dos ramales para el Xacobeo. De la nada al todo en unos meses, ya lo conozco casi como si fuera mi casa.

A su juicio y desde su experiencia, ¿qué le hace especial?

Lo que me llamó la atención y creo que es su gran valor y donde sus responsables deben poner el foco y la atención es que es un camino aún sin masificar, muy virginal, muy puro, en el que caminas solo, en el que te encuentras peregrinos, pero no tantos, en el que cada cuadra o cada lugar no es convertido en un negocio de hostelería. No está tan masificado y puedes recuperar aquellas sensaciones del Camino Francés de hace veinte años.

¿Esa ruta ya no es lo que era?

Le ha pasado como a otros tantos destinos turísticos, que mueren de éxito, como Venecia o el centro de Barcelona. Al final, el éxito te satura de gente. Puedes ir fuera de temporada, claro. Puedes ir antes de mayo o en octubre y no hay tanta, pero a partir de mayo... Hacer el camino no es levantarte a las cuatro de la mañana e ir corriendo porque piensas que todo el que te adelanta te va a quitar sitio en el albergue. Requiere ir con calma, pararse, tomar algo, charlar, algún circunloquio, pararte en un bosque, buscar paz interior. Todo eso te lo da y te lo permite el Camino Inglés.

¿Qué aspectos debe cambiar?

Tiene cosas muy buenas, pero también otras mejorables, desde luego. Una de ellas es que aún hay tramos de mucho asfalto por los dos ramales, tanto por Ferrol como por A Coruña. Hay zonas en las que atraviesas polígonos industriales y se hace duro. Me decían los responsables que eso depende de Patrimonio de la Xunta y que tratan de ser fieles a la historia. Yo creo que, aunque la sigas al pie de la letra, si te encuentras con situaciones así, puedes desviarlo por una corredoira. Ese es un aspecto que el peregrino actual agradece muchísimo.

¿Le ve solución, en ese sentido, a la salida de A Coruña?

No dejan de ser dos horas caminando por la ciudad y se hace complicado. Y no es porque sea A Coruña. Le pasa a todas las grandes. La entrada en Santiago del Camino Francés no puede ser más fea. Llegas a Lavacolla y... La entrada y salida a Burgos es por carreteras nacionales y polígonos. En A Coruña hay quizás una alternativa que se podría intentar, que es ese maravilloso paseo marítimo y luego empalmar con O Burgo. Me dicen que históricamente no iba por ahí la ruta, pero puedes ofrecer las dos opciones al peregrino porque es algo que acaba valorando. Aún así, es cierto que hay tramos que son difíciles de conectar, por las que se hace complicado pasar.

¿Le favorece o le perjudica que sea una ruta corta?

Es una virtud que se pueda hacer entero en pocos días. El del Norte y el de la Plata requieren 30 días o hacerlos en varios años. En cambio, este lo puedes afrontar desde A Coruña o desde Ferrol. Desde un sitio en cuatro etapas y desde el otro en seis a buen ritmo. Yo creo que está muy bien para los extranjeros que vienen y que buscan hacer una aventura completa.

Usted que ha estado en todo el mundo, hasta en la Antártida, y que vive casi entre aeropuertos y sendas, salvo este año que ha tenido que frenar en seco, ¿qué calidad paisajística le ve?

Muy bueno. Nivel medio alto. Hay sitios muy bonitos.

¿Con qué lugares se quedaría?

Cuando sales de A Coruña lo primero que impresiona ya es el puente de O Burgo, con el cruceiro. Es el primer encuentro del peregrino del Camino Inglés, con el pasado, con la historia. Después aparece Santiago de Sigrás (Cambre) y ese entorno es maravilloso. Con la iglesia románica, el cruceiro y esos castaños que me encontré en otoño. Para mí, la etapa más bonita es la que va de Hospital de Bruma a Touro. Ahí, hay corredoiras, carballeiras, ese mundo rural, ese sube y baja tan típico de Galicia. También hay una zona muy bonita a la salida de Touro hasta cerca de Sigüeiro, a dos kilómetros. Y está el bosque de Sionlla, yendo un poco más hacia Santiago, que es una delicia.

¿Lo ve surtido de albergues?

Sí. Hay públicos y privados. Es que si no los hay, no hay ruta que valga. Es clave. Cuenta con seis de la Xunta, dos municipales y varios privados que permiten acabar las etapas en uno de ellos y hacerlas a tu gusto. Por ejemplo, sales de Ferrol y puedes hacer noche en Neda o en Pontedeume o sales de A Coruña y tienes varias opciones.