Los cierres perimetrales y que la hostelería no pueda funcionar a pleno rendimiento lastra la actividad de los comercios del centro, sea cual sea el género que tengan a la venta, a algunos, además, también les afecta que se hayan cancelado las escalas de los cruceros, que no les arreglaban el mes, pero que sí les permitían mantener unos ingresos adicionales.

A muchos —aunque no a todos— de los que a diario levantan la persiana y se ponen detrás del mostrador en las calles del centro les une el optimismo, la idea de que, con el paso de los meses y con la expansión de la vacuna, todo irá mejor, que se reactivará la economía y que podrán volver a tener un día a día más o menos normal tras más de un año de problemas para cuadrar las cuentas, de leer boletines para saber si pueden tener acceso a alguna ayuda y de disgustos al ver que no cumplen los criterios o que las subvenciones comprometidas no llegan a tiempo.

La Asociación Zona Obelisco demanda más acciones que ayuden al comercio, que las ayudas no tengan condiciones tan estrictas y que, de ese modo, puedan llegar a más pequeñas empresas y autónomos que, en estos momentos, luchan por sobrevivir.

A Raquel Esparís, la dueña de la tienda Tea Garden, en la calle Galera, el estado de alarma del 13 de marzo la cogió de baja por maternidad, así que, en ese momento, a pesar de que se decretó el cierre de su actividad, decidió no mandar al ERTE a la persona que tenía contratada. “Lo hice por principios y porque me lo podía permitir”, explica. Lo que entonces le pareció la decisión acertada, al final, se convirtió en una traba para acceder a las ayudas que se han desplegado para las actividades no esenciales. “Yo no tuve ninguna ayuda, porque al tener la prestación por maternidad no tenía la del cese de actividad y, al no haber mandado a nadie al ERTE tampoco tenía derecho a otras ayudas, porque lo piden como requisito, así que, en mi caso, he tenido cero ayudas”, relata.

Hay clientes a los que no ha vuelto a ver “desde noviembre”, eran personas que venían desde otros puntos de la provincia, como Ferrol y Narón, y que pasaban el día en A Coruña, daban un paseo por el centro, compraban y después se volvían a sus casas. En su caso, a diferencia de otros comercios, sí que ha podido hacer algunas ventas por internet y eso ha ayudado a paliar un poco el descenso en tienda.

A pesar de todo, Esparís se declara “optimista” y confía en que, en poco tiempo, se empiece a ver la recuperación. “La gente tiene ganas, después de tanto tiempo de restricciones. Ha estado ahorrando, así que, supongo que habrá un repunte del consumo pronto”, comenta.

Rocío Varela, que es la dueña de la tienda Zalo, no lo ve tan claro, al menos, no hasta septiembre. “Yo creo que la actividad va a seguir mermada. Mucha gente en primavera y en verano supongo que hará lo mismo que el año pasado, se irá a los pueblos y a las aldeas, porque sigue teniendo miedo al contagio”, relata. Para su comercio, los cierres perimetrales y también los de la hostelería han hecho mella en sus ingresos. Dice que no ha tenido “ninguna ayuda” y cree que, de las que publicó la Xunta esta semana, también se quedará fuera por no cumplir algunas de las condiciones, como que sus ventas hayan bajado un 45%.

“Yo no digo tanto que nos den ayudas, como que nos eximan de gastos ordinarios, porque nuestra actividad no está siendo ordinaria”, propone, en referencia a recibos a los que tienen que hacer frente todos los meses, a pesar de las restricciones sanitarias, como la cuota de autónomos, o la tasa de recogida de la basura. Admite que iniciativas como el Presco consiguieron ayudar a “cerrar algunas ventas”, aunque no a paliar las pérdidas que acumularon durante todo el año.

José Luis Sánchez, en su taller. | // VÍCTOR ECHAVE

José Luis Sánchez | Joyería Obradoiro: “La joyería es recuerdo y sin reuniones, las ventas bajan”  

Para José Luis Sánchez, de la Joyería Obradoiro, más que los cierres perimetrales o la hostelería, lo que más ha afectado a su negocio ha sido que se cancelasen las fiestas y que las celebraciones y las fechas señaladas en rojo en el calendario pasasen desapercibidas.

“Si los contagios no se disparan de nuevo y hacemos las cosas bien, empezaremos a ir celebrando cosas, no serán las bodas de antes, con tantos invitados, pero sí que podrá haber acontecimientos, bautizos... La joyería es recuerdo y, si no hay celebraciones y no nos podemos reunir, las ventas bajan”, relata Sánchez.

En su caso, han podido beneficiarse de algunas ayudas. “En sí mismas, no resuelven la situación”, admite, a pesar de ello, solicitan todas aquellas que se ajusten a su perfil. En su caso, hubiese preferido “aguantar el cierre hasta marzo” si eso supusiese que la situación sanitaria mejorase de forma firme, al menos, “de mayo a septiembre”.

Carmen Lázaro, en su óptica. | // VÍCTOR ECHAVE

Carmen Lázaro | Óptica Lázaro: “Con el repunte de actividad y las ayudas, 2020 no fue tan pésimo”

Carmen Lázaro, es la propietaria de la óptica Lázaro, en la calle Bailén. “Este negocio tiene 102 años, imagina la de crisis que tuvo que pasar mi familia hasta llegar aquí, la más grande, la de la Guerra Civil, y aquí estamos y seguiremos”, dice del otro lado del teléfono. Asegura que, desde que empezó el estado de alarma, se ha estado informando sobre las ayudas económicas a las que podría tener acceso y, con eso, y con el repunte de ventas tras el confinamiento, en el que, según explica, “se agravaron las miopías por tanto tiempo en casa y delante de pantallas”, ha conseguido “que el año 2020 no haya sido pésimo, a pesar de todo”.

En su caso, se acogió a los créditos ICO del Estado y ha solicitado esta semana la prórroga para poder devolverlo. “Al estar cerrada la hostelería notamos mucho que falta gente en la calle. En esta zona no hay tantos vecinos como en otros barrios, a veces vas por la calle Real y está vacía”, relata.

Marián Costa, en su tienda, Sanandrés 21. | // VÍCTOR ECHAVE

Marián Costa | Sanandrés 21: “Las subvenciones deberían ser directas y accesibles a todos” 

Marián Costa, de la tienda Sanandrés 21, está “deseando” volver a la normalidad. Tras haber analizado las bases de las ayudas económicas publicadas por la Xunta esta semana, casi se alegra de no poder optar a ellas. “Una de las condiciones es haber bajado un 45% la facturación. Eso supone estar cerrado y, si no cierras, es para hacerlo”, explica, y reivindica que las próximas convocatorias no contengan “requisitos imposibles de cumplir” sino que sean ayudas “directas y accesibles” para los comerciantes que están haciendo un esfuerzo por seguir adelante con sus negocios, a pesar de las restricciones.

Costa considera que, a pesar de las circunstancias, consiguieron “salvar las campañas” y no solo gracias a la venta presencial, sino también a la online, con la que están “muy volcadas”, para poder seguir vendiendo, aunque no sea en la tienda y con las clientas entrando y saliendo de los probadores.