La huella de un coruñés se encuentra, a veces, donde uno menos se lo espera. En esta ocasión, lo hace tras la dirección artística de una conocida marca de moda sueca. Allí la batuta de las campañas la lleva la coruñesa Lucía García Rey, que vive a caballo entre A Coruña y Suecia desde que hace unos años diera el salto al país escandinavo desde otra conocida textil española Su experiencia demuestra que hay una vida más allá para las profesiones creativas y que el talento, cuando se tiene, se valora.

No es su primera experiencia fuera de España. “Estuve trabajando, también como directora de arte, en Shangai. China me cambió la vida, me dio la oportunidad de trabajar con otras culturas y conocer a gente diversa. Eso hace que tu experiencia laboral sea más rica y aprendas otros puntos de vista”, destaca. Basta con echar un ojo a las creaciones que componen su página web para confirmar este bagaje: a las estampas captadas en Galicia, Porto o Barcelona se unen instantes capturados en Ciudad del Cabo, Las Vegas, Filipinas o Estocolmo. En su profesión, centrada en el mundo de la moda, la coruñesa actúa de intersección entre varios caminos: su labor consiste en actuar como filtro entre lo que los diseñadores de las prendas quieren comunicar, lo que el departamento de marketing quiere conseguir y lo la dirección creativa de la marca quiere mantener.

Todo ello, sin que su toque personal se pierda por el camino. “Tienes que entender la marca, sus necesidades y su historia. Entender lo que quieren comunicar, haciendo siempre referencia a esa novedad dentro de la marca. Cada nueva colaboración que hago tiene que respirar lo que la marca ya era”, resume ella.

Lucía García Rey triunfa, fuera de sus lindes, en una profesión que no siempre es valorada y comprendida dentro de ellos. “La figura del director de arte era algo que existía en los 80, 90 y principios de los 2000. Entonces había muchos, luego en determinado momento esa profesión desapareció un poco porque se buscaba algo más directo. En los últimos seis años, ha vuelto un poco, pero más fuera”, relata ella. Para ella, llegó justo en el momento adecuado. “Me da la sensación de que ahora está volviendo también aquí esa posición”, comenta.

Lo que es complicado que se repliquen, aquí, son las condiciones de las que goza el gremio en países en los que la profesión está más asentada. La coruñesa lo sabe: en los años en los que lleva desarrollando su actividad en Suecia, no ha tenido problema con gestionar su horario a su manera e incluso trabajar desde A Coruña. El teletrabajo, para ella, tampoco es una novedad en estos tiempos en el que se ha convertido en una realidad tangible también aquí, aunque ha hecho falta que pasase una pandemia de por medio.

“Allí hay más libertad creativa, más confianza en el trabajador. Ahora mismo estoy trabajando desde A Coruña, y nadie revisa cuántas horas estoy delante del ordenador. Entienden mis procesos, que pueda querer trabajar un domingo o un día por la noche, y luego descansar un martes”, destaca.