Tras un inmejorable debut con su primera novela, Infelices, un relato coral con visos de su propia realidad y la de sus amigos y conocidos, el escritor y periodista coruñés afincado en Santiago, Javier Peña, regresa con Agnes, que sitúa, de nuevo, a una periodista en el rol protagónico, con una trama que discurre, en este caso, por los derroteros del thriller. Javier Peña regresará a casa el próximo día 28 para presentar su segunda creación en la librería Moito Conto.

Volvemos a encontrar en Agnes, igual que en Infelices, rincones familiares de Santiago.

Sí. Realmente, Luis Foret siempre va variando de lugar, va contando su biografía cada momento en una ciudad distinta. Eso es en la parte de Luis Foret, pero la parte de Agnes siempre ocurre en Santiago. Se mencionan la Alameda, la estatua de Valle Inclán o los huertos urbanos que hay debajo del Obradoiro; pero hay sitios que están un poco más ocultos, como el Derby, o la comisaría de Rodrigo de Padrón. Son lugares que quizás descubra el santiagués, pero no el de fuera.

Hay una narración compartida entre Agnes y Luis Foret. ¿Son personajes antagónicos, hay lucha de egos?

Sí. A mí me gustan mucho los puzzles, las estructuras distintas, no lineales. En este caso, más que un puzzle es una estructura como de muñeca rusa. Hay una novela, que es Agnes, y dentro de Agnes hay otra novela más pequeña, que es la biografía de Luis Foret, y dentro de la biografía de Luis Foret, hay nueve relatos y un diario. Es como si vas abriendo cajas, y cada cada es más pequeña. La voz, en el 90% del libro, es la de Agnes, pero cuando está escribiendo la biografía de Luis Foret, va reinterpretando lo que él le dice. Es un poco narrador compartido, no sabemos muy bien qué partes cuenta Luis Foret y qué partes añade Agnes, aunque hay algunas en las que ella aclara que lo dice Luis Foret, porque a ella no le gusta demasiado lo que dice y se lo atribuye. Es interesante lo del antagonismo, porque yo creo que sí hay un duelo entre estos personajes, un duelo dialéctico, están al otro extremo del correo electrónico. Me gusta pensar en la investigación que hace Agnes sin moverse de su casa. Ella es un poco vaga, y lo que hace es mandarle mails e intentar descubrir todo a través de ellos. Es un poco como ese investigador moderno del siglo XXI, alejado de la idea que teníamos de Sherlock Holmes.

¿Hay algo de crítica al periodismo actual, que tiende a veces más al trabajo de oficina que a la labor de calle?

Sí, pero yo creo que, en general, en todas las narraciones actuales de cualquier ámbito, pasa. La novela se hace esa pregunta: ¿hasta qué punto nos podemos fiar de un narrador?, especialmente ahora con las redes sociales, que parece que cuando alguien nos cuenta algo tiene que ser verdad. Siempre hay un interés detrás, puedes estar intentando contarnos algo que crees que es objetivo, pero siempre va a estar presente su subjetividad. Es algo que está planteado durante todo el texto: hasta qué punto lo que le cuenta Luis Foret a Agnes es verdad o le está contando una patraña, y con qué objetivo lo hace, qué busca. Agnes se pregunta por qué le cuenta a ella su biografía, si es una pringada que trabaja en una revista que nadie lee. Es interesante saber por qué una persona que nos cuenta algo nos lo cuenta.

Existe también una reivindicación del periodismo como el oficio de contar historias.

Sí, es una idea que me gustaba mucho cuando escribí la novela, que también está presente. Es una novela de cuentacuentos, un cuentacuentos algo embaucador, porque el que cuenta las historias intenta embaucarnos y que nos creamos las historias aunque no necesariamente sean verdad. Se hace una referencia a Sherezade y Las mil y una noches, pero al revés: en vez de contarle Sherezade al sultán, se lo cuenta el sultán a ella, que sería Agnes. Se le da la vuelta al mito.

Regresa con una novela sobre periodistas. ¿Cuesta desconectar de la realidad en la que uno vive?

A mí me cuesta que me surjan las historias de forma natural sobre cosas que desconozco. Si yo quisiese escribir sobre un médico, necesitaría un trabajo muy extenso de documentación, que en este caso no tendría la posibilidad de hacer. Al final, es muy sencillo que escribamos sobre lo que sabemos. Una de las primeras normas de los talleres de escritura creativa es “escribe sobre lo que sabes”. Igual que en Infelices estaba el asesor de la Xunta, que era un mundo que yo conocía bien, el mundo del periodismo es algo que me ha rodeado durante toda mi vida, es fácil que me salgan esos personajes, que entienda bien cómo es la precariedad del periodismo. Al final es lo que mejor puedo retratar.

En Infelices estaba claro, pero en Agnes, ¿hay algo de álter ego?

Yo creo que todas las novelas tienen algo del escritor. Conoces el periodismo, conoces anécdotas que te han ocurrido, entonces es fácil que acabe entrando alguna, pero no hay nada realmente autobiográfico. Dentro de la enorme cantidad de cosas que ocurren en Agnes puede haber algo que me haya pasado o me hayan contado, pero son cosas pequeñas. No es como en Infelices, que el personaje de Hans es un asesor de la Xunta, incluso con mis características físicas, así baijto, calvo.. .En Agnes no hay nada de autoficción, pero creo que todos los escritores, cuando escribimos algo, volcamos parte de nuestra vida y de nuestros pensamientos en una novela. Incluso los escritores de novela histórica: estoy seguro de que algunos personajes del siglo XV están basados en el carnicero de la esquina.

A la hora de construir un personaje como Agnes y de colocar a una mujer en el rol protagonista, ¿cómo escapa de los tópicos de la mirada masculina?

Yo siempre he estado rodeado de mujeres, mis amigas son casi todas mujeres, hablamos mucho, compartimos mucho, tenemos una gran comunicación. A veces conozco mejor su forma de pensar que la de los hombres, que conozco más por mi propio pensamiento. Es cierto que me gustan esos personajes de mujeres con carácter, un poco antisistema, por así decirlo. Creo que un buen escritor tiene que escuchar mucho, ver mucho, estar muy atento en ciertos detalles, y eso es lo que intento hacer con Agnes, imaginar cómo sería esta mujer viendo cómo son las mujeres que me rodean: muy inteligentes, con mucho carácter, que me enseñan mucho. Intentas llevar estos aprendizajes a los personajes. Una de las cosas que me hace gracia de la novela es que Foret es el escritor famoso, pero Agnes escribe mucho mejor que él. Él ha tenido éxito por una serie de casualidades, pero ella escribe mejor, y la biografía que está escribiendo es la mejor obra que va a escribir Foret, porque realmente la está escribiendo ella. Creo que muchas mujeres con mucho talento están a la sombra de hombres con menos talento.