Una manifestación de varios centenares de personas salió a la calle la semana pasada para denunciar la inseguridad en Os Mallos y hay otra convocada para el 2 de octubre. Pero ¿hay más delincuencia en este que en otros barrios? Por el momento no existen datos de delitos desagregados por distrito, por lo que la respuesta depende de la percepción de los que allí residen. Para algunos, como el presidente de Distrito Mallos, José Salgado, hay un problema de inseguridad, pero no es peor que hace décadas y la situación se ha exagerado. Para otros, como José Luis García, de la Plataforma Veciñal Os Mallos, que convocó la marcha pasada, la cuestión “no es una broma” y denuncia que hay pisos okupados donde se vende drogas, atracos y asaltos a viviendas que, en su opinión, deterioran la convivencia. En los últimos tiempos, en las paredes del barrio han aparecido carteles que rezan “fuera okupas y drogas”, otros pidiendo una ciudad “sana, con vivienda digna, intercultural, segura” y uno contra los “fascistas” que cargan contra los “linchamientos y persecuciones a la gente sin recursos”.

Desde el punto de vista académico, y según el profesor de Derecho de la Universidade da Coruña (UDC) José Ángel Brandariz, investigador y coordinador del máster de Criminología de la institución académica, “a día de hoy no podemos afirmar que haya un incremento de delitos mayor en Os Mallos que en otros distritos, y decir que la situación es peor que en los años 80, cuando en el barrio había tiroteos, es una falta de respeto para los que lo vivieron”. Brandariz también señala que el barrio vive, “en mayor medida que otros, todo un conjunto de problemas sociales” y considera que, aunque la delincuencia es un “lenguaje muy cómodo”, sus problemas van “más allá de okupaciones y mercados ilícitos”. Entre ellos estaría la ausencia de zonas verdes, la densidad de población y la degradación de las viviendas.

Esta es una opinión en la que coinciden asociaciones del barrio, grupos políticos y analistas: el barrio de Os Mallos tiene problemas sociales y de inversión pública estructurales que abordar.

Población anciana y en declive

A datos de 2020, el 27,5% de los habitantes del distrito de Os Mallos-Sagrada Familia tenía más 65 años o más, lo que lo convierte en el tercer distrito más envejecido de la decena con la que cuenta el municipio. Por otra parte, la zona pierde habitantes. El año pasado se contabilizaron 30.935 vecinos, un 4,2% menos de los 32.286 que vivían en 2012. En cifras de 2019, el último año con datos, la tasa de mortalidad fue de 10,9 casos por 100.000 habitantes, mientras que la media de la ciudad es de 10,3.

“La mayoría del barrio está envejecida”, admite Salgado que añade que es “otra de las cosas que a mí me preocupa, con esta propaganda que se está haciendo de lo mal que está al barrio, porque no anima nada a que familias jóvenes vengan a vivir. Al revés, sé de algunos que han venido y al ver toda esta cosa se marchan, lo dejan”. El presidente de Distrito Mallos tiene 82 años, y señala que en las calles del barrio se sigue viendo a muchos de los residentes que, como él, llevan décadas haciendo el barrio, pero que “no se ha hecho una transición generacional”.

Barrio humilde

De acuerdo con los datos del INE, el distrito 4, de Os Mallos-Sagrada Familia, es el segundo más pobre de toda A Coruña. La renta media por persona en 2018, el último año con datos, fue de 11.489 euros, un 18% menos que la media de A Coruña. Los hogares del distrito ingresaron 26.773 euros a lo largo del año, un 19,6% menos que en el conjunto de la ciudad. La pensión media es de 1.088 euros mensuales, un 7,5% inferior a la coruñesa.

Todas estas cifras apuntan a salarios más bajos, menor capitalización de las familias y, posiblemente, un mayor nivel de paro. Las estadísticas de desempleo no ofrecen datos por distritos, pero, por el envejecimiento de la población o por el desempleo, Os Mallos-Sagrada Familia es uno de los que tienen un menor porcentaje de la población en alta laboral: un 32,9%, frente al 35,7% de la ciudad.

Los datos de renta son anteriores a la crisis del coronavirus, pero Salgado resalta que esta ha sido “un palo gordísimo: muchos comercios han cerrado y no han vuelto a abrir”. Otros se han defendido pidiendo créditos que ahora hay que devolver. “Va a volver una crisis fuerte porque hay que pagarlos”, vaticina.

Desigualdad y segregación

Es cierto que el barrio no tiene una gran desigualdad interna, pero sí que sufre en comparación con otras zonas. Si los datos del Instituto Nacional de Estadística señalan a A Coruña como la más desigual de las grandes ciudades gallegas, la zona de Os Mallos y Sagrada Familia es una de las grandes perdedoras.

Según Juan Ignacio Martín, autor de un estudio sobre polarización económica que deja a A Coruña en la parte alta de la tabla entre ciudades españolas en lo tocante a las diferencias entre barrios, la segregación económica “engendra desigualdad” y en los barrios desfavorecidos tienden a tener “peor calidad de servicios públicos”, sus habitantes obtienen menos títulos académicos y sufren de una peor salud física y mental. También están “más expuestos al crimen, particularmente el violento”, y además, si se crea una mala fama, pueden caer en una espiral en la que las personas que viven en ellos sean estigmatizadas y el distrito sea menos atractivo.

Bajos vacíos

Desde su conformación a mediados del siglo pasado, Os Mallos siempre fue un barrio con una gran tradición de comercio de proximidad. En las encuestas para el libro de A Cidade dos Barrios se resalta que es una de las zonas en las que más residentes compran dentro del propio distrito, y el 31% de los vecinos resaltaban que lo que más les gustaba del barrio era que “tienen todos los servicios que necesitan” en él (otro 31% se quejaba de la falta de aparcamientos, una protesta que sigue vigente).

Tanto desde Distrito Mallos como desde la Plataforma Veciñal denuncian el incremento de bajos sin uso, y de acuerdo los cálculos de la Asociación de Emprendedores de Galicia (Ascega), el índice de desocupación en la actualidad puede superar el 35%. Los precios, sin embargo son especialmente bajos: es el barrio en el que resulta más económico comprar y uno de los tres en los que es más barato alquilar. El secretario de Ascega y economista Pablo Ruiz indica que “la escasa demanda sigue ajustando el precio de comprar y alquiler” y “los índices de desocupación sigue creciendo”.

Población vulnerable e inmigrante

De acuerdo con la asociación Stop Desahucios, en la ciudad existe una bolsa de vivienda vieja que se alquila sin contrato y por habitaciones. Según Rocío Gómez, miembro de la asociación, esto “pasa mucho por la zona del Agra do Orzán y Os Mallos”. Si antes este tipo de pisos los ocupaban sobre todo inmigrantes en situación irregular, ahora los inquilinos son “mucho más diversos”: trabajadores precarios o a media jornada, a los que los arrendadores no les quieren hacer un alquiler legal, jóvenes que no pueden emanciparse en otras condiciones, familias monomarentales...

Todos estos perfiles se ven obligados a apretujarse en la misma vivienda, lo que genera “roces”, los precios son relativamente altos para la calidad que se ofrece y los pisos tienden a ser viejos y en mal estado. Además, los inquilinos tienen escasa capacidad de defenderse ante un desahucio y no pueden empadronarse.

El barrio también tiene una de las mayores tasas de población de origen extranjero de la ciudad. A datos de 2020, el 19,3% de los habitantes del distrito habían nacido fuera de España, frente al 13,3% de la población en general. Tan solo hay una proporción ligeramente superior en el Agra do Orzán.

García insiste en desvincular el movimiento de protesta vecinal de cualquier tipo de rechazo a los residentes extranjeros, pues la delincuencia se concentra en algunos okupas (por tanto, no vecinos del barrio) que trafican y tienen comportamientos antisociales. “En Os Mallos siempre fuimos un barrio multirracial: todo el mundo convive con todo el mundo “explica “siempre tuvimos gente de etnia gitana; tuvimos cantidad de locales de chinos y nos llevamos todos genial. Los niños van a los colegios y se juntan entre ellos. Acogemos a todo el mundo, nunca hubo este problema”.

Urbanismo

Os Mallos creció a raíz del impulso urbano de la mitad del siglo XX, cuando en la ciudad nacieron nuevos barrios para los trabajadores que llegaban a trabajar en A Coruña desde zonas rurales de toda Galicia. Desde entonces han pasado décadas, y pese a que el censo de viviendas no indica la edad media de las edificaciones por distritos, García señala que en el barrio actualmente es elevada. En Os Mallos hay varios proyectos de construcción que por el momento están parados, señala.

Los edificios y el trazado urbano, además, se plantearon para las necesidades de otra época, cuando la prioridad era dar viviendas asequibles para el éxodo rural. Según indica el arquitecto y miembro de Ergosfera Iago Carro,Os Mallos es un tejido antiguo, con ciertas carencias de espacios públicos y que encima se planteó en un momento en el que el coche no tenía la preeminencia que tiene hoy”. El resultado es que las calles “están tomadas” por los vehículos, y, aunque estos no pasan por Ángel Senra, la glorieta de la calle de la Paz y otros lugares “están llenos de coches todo el día cuando podrían ser espacios de socialización”.

Sin embargo, aunque es partidario de la peatonalización y considera positivo la senda urbana que plantea el Gobierno local, Carro está en contra de “quitar el coche de un plumazo” a la gente que vive en un barrio humilde y que lo necesita para ir a trabajar, sobre todo debido a que el transporte público, “como en muchos otros barrios, no da el servicio que debiera”. Además de fomentar este, apuesta por aprovechar solares para hacer aparcamientos en altura.

Y también para dotar al barrio de zonas verdes y espacios. “La zona está densificada, así que hay pocas posibilidades de meter espacios libres, a no ser que se realicen políticas ambiciosas: coger un edificio en ruinas, un solar, expropiar y hacer un pequeño parque” señala el arquitecto, que considera que solo hace falta “voluntad política”. “No se puede estar hablando de invertir 20 millones en el Puerto y no plantearse qué se podría hacer con ellos entre las dos rondas, donde viven miles de personas”, argumenta.

Además, Carro reclama nuevas políticas para fomentar la rehabilitación de edificios, pues considera que las ayudas actuales no han funcionado, y recuerda que, pese a sus problemas, el tejido urbano del barrio “para nada es malo en muchos sentidos; no se ha especulado tanto como en zonas del Agra o Monte Alto”. Hay material, considera, para mejorar, si las autoridades públicas se implican.

Romper la espiral

Vecinos y comerciantes demandan más atención de las Administraciones para mejorar la situación del barrio. No solo intervenciones urbanísticas, sino también actuaciones cotidianas como un mejor alumbrado, más limpieza, más espacio en las aceras o una presencia policial sostenida. Servicios públicos, en definitiva, a los que contribuyen con su trabajo y que ayuden a los vecinos (los nacidos allí, los que llegaron del campo a trabajar hace décadas y los que vienen ahora de otros países) a aprovechar las fortalezas de su distrito, que existen: la proximidad con la futura intermodal, un tejido comercial robusto y una alta capacidad de organización vecinal por el barrio. Ahora, para protestar, pero otras veces, para construir un párking o instalar la iluminación que no ponía el Concello.

Porque Os Mallos también tiene proyectos. Desde la Plataforma Veciñal, señala García, se apuesta por impulsar al barrio como “zona residencial universitaria”, creando una bolsa de alquiler para estudiantes, montando “pequeñas bibliotecas y zonas de ocio municipales” en locales vacíos y ofreciendo descuentos a los jóvenes. “Tenemos un dossier con todo eso preparado” explica García, cuya organización habló con la Xunta y la UDC para impulsar el proyecto “pero quedó en stand-by”.

Marea y BNG reclamaron un incremento de la inversión en el barrio tras la manifestación de la semana pasada; el primer grupo señala que sufre el “mayor déficit de inversión pública de A Coruña” y el BNG pidió “una apuesta decidida por la regeneración”. El Ayuntamiento indica que el actual Gobierno local ha invertido 2,75 millones en obras en Os Mallos y Sagrada Familia, y que están previstas otras que sumarán cerca de 5,3 millones.

¿Ola de criminalidad?

El investigador José Ángel Brandariz no cree que sean representativos los datos del Ministerio del Interior, que indican que A Coruña ha superado en el primer semestre de este año, por primera vez desde que hay estadísticas, la media de delitos nacional, y que la tesis de los sindicatos policiales de que crecen por la baja dotación de agentes es contradictoria, ya que a más policías se detectan más crímenes y suben los datos. Si bien considera que es posible concebir un aumento de conductas delictivas por las consecuencias de la pandemia, piensa que será “puntual”. Lo relaciona con el aumento de tensiones por la “fatiga pandémica”, el nivel de estrés y la percepción de que no hay normas claras, así como “un proceso de empobrecimiento abrupto” que afecta sobre todo a los más vulnerables”. En este sentido, considera que “estamos viviendo un proceso de exigencia social y económica muy grande” que “afecta especialmente a algunos barrios”.