En 1957 la URSS mandó al espacio exterior a la perra Laika a bordo del Sputnik 2 (lo que la convirtió en el primer ser vivo en lograr tal hazaña), Estados Unidos realizó pruebas nucleares en Nevada para comprobar el poder destructivo de estas armas y nació la Comunidad Económica Europea con la firma del Tratado de Roma. Ese mismo año, A Coruña vivió su particular acontecimiento histórico: la inauguración de la avenida de Alfonso Molina, una infraestructura que marcó el desarrollo de buena parte de la ciudad y que en la actualidad continúa como el principal acceso viario. En sus 65 años de vida, esta carretera vivió dos grandes reformas: la prolongación desde la zona de la estación de tren hacia Linares Rivas, con la construcción de dos viaductos, y la ampliación de la calzada que se ejecutó tras abrirse el tramo de la autopista AP-9 desde A Barcala, en Cambre, a la propia ciudad. En la actualidad, esta vía soporta un tráfico que ronda los 100.000 vehículos de media diarios.

Ya en los años 30 del siglo pasado, las autoridades mostraron su preocupación por abrir un gran acceso alternativo a A Pasaxe y Eirís. Martínez Barbeito, Iglesias Atocha y Mariño Caruncho ganaron un concurso para urbanizar la periferia que incluía la construcción de una avenida a través del valle de Elviña. En aquel momento, el casco urbano terminaba poco antes de llegar a la estación de ferrocarril. Hubo que esperar hasta el plan urbanístico del año 1948, en el mandato del alcalde Alfonso Molina, para que se materializase. Fue uno de los empeños a los que dedicó más esfuerzos, con visitas nocturnas para supervisar la marcha de las obras. Esta vía se bautizó con el nombre mal castellanizado de la aldea desaparecida con su construcción: Lavedra. Molina no pudo disfrutarla porque murió poco después y la ciudad le puso su nombre a su actuación más preciada.

La avenida de Alfonso Molina, durante un encuentro de fútbol disputado en 1963, en la zona donde hoy se ubica la entrada a la AP-9. | // L.O.

La inauguración y apertura al tráfico de la avenida se produjo el 15 de septiembre de 1957. La prensa de entonces recogía que la fecha no podría ser olvidada por ser “una de las más trascendentales mejoras realizadas en esta capital del antiguo Reino de Galicia”. Los encargados de presidir el acto, que se celebró en Palavea, fueron el dictador Francisco Franco y su esposa, Carmen Polo. Esta última fue la encargada de cortar la cinta simbólica que cerraba el paso al tráfico. A continuación, acompañados por las autoridades locales, realizaron el viaje inaugural por la nueva carretera, que enlazaba Pedralonga (donde se sitúa la carretera a Santiago de Compostela) con la entonces denominada plaza del Espiño (hoy llamada plaza de Madrid), a la altura de la estación de tren, donde se situaba una rotonda que permitía incorporarse a las calles laterales.

El vial original tenía una longitud total de tres kilómetros aproximadamente y supuso la creación de un acceso alternativo para entrar y salir de la ciudad. En el instante de su apertura al tráfico, ya estaba prevista la construcción de viviendas en sus bordes, en el polígono de Elviña.

Más de 20 años después, este vial vivió su primera reforma de calado: la prolongación desde el paso elevado de la ronda de Outeiro hasta Linares Rivas. Esta actuación, que formaba parte de la tercera fase del polígono de Elviña, requirió la construcción del viaducto de Cuatro Caminos y el de Primo de Rivera, además del enlace entre la avenida y la calle Juan Flórez. Así, el principal acceso a A Coruña creció otro kilómetro más y los vehículos pudieron entrar y salir del centro de una forma mucho más rápida y directa. La obra también implicó la creación de una plaza con zonas verdes entre la iglesia de San Pedro de Mezonzo y la fuente de Cuatro Caminos. La inauguración de la obra se produjo el 14 de agosto de 1971 con la presencia, de nuevo, del jefe del Estado, Franco, al que se le dedicaron los nuevos pasos superiores.

Obra para ampliar Alfonso Molina, en 1986, en Ponte da Pedra. | // L.O.

La transformación de Alfonso Molina no terminó ahí, ya que continuó su evolución en la década de los 80, momento en que la vía ya empezó a tener el aspecto que tiene en la actualidad. A raíz de la apertura del tramo de la autopista AP-9 entre A Barcala, en Cambre, y la ciudad se acometió una ampliación de la calzada entre la ronda de Outeiro y la fábrica de Coca-Cola. De hecho, durante la realización de los trabajos el tráfico entre Ponte da Pedra y la fuente de las Pajaritas debió ser desviado por las calles laterales para permitir la construcción del tronco principal de la calzada. Esta actuación también supuso la construcción del paso superior entre el Barrio de las Flores y la avenida de San Cristóbal. En la misma década fue ejecutado el viaducto de Pedralonga, donde más de 30 años después está en marcha la construcción de la pasarela peatonal.

En los 80, al borde de Alfonso Molina también apareció el centro comercial Continente (hoy Carrefour), que entonces contaba con otro acceso directo desde la avenida, además del que conserva en la actualidad.

Trazado del vial, en 1957, entre Ponte da Pedra y Palavea. | // L.O.

Otra imagen curiosa que desapareció es el giro a la izquierda que llegó a existir para acceder al entorno de la iglesia de Elviña, en sentido entrada a la ciudad. Tras la reforma de hace 40 años, fue eliminado para mejorar la seguridad vial. Una imagen impensable hoy en día es la del paso de peatones que existió en plena avenida, delante de la estación de autobuses, donde unos semáforos regulaban el tránsito de los peatones.

Después de 65 años de vida, la avenida de Alfonso Molina espera por el anunciado proyecto de remodelación entre Ponte da Pedra y la autopista anunciado por el Gobierno central.