Someso, de la “castellana coruñesa” al no barrio

Los primeros vecinos del polígono recuerdan cómo evolucionaron sus expectativas desde que se mudaron al barrio hasta hoy, “en estado de abandono”

Parcelas con maleza en el Sector 7.   | // CARLOS PARDELLAS

Parcelas con maleza en el Sector 7. | // CARLOS PARDELLAS / Marta Otero Mayán

La de Someso es historia la barrio que no fue. Francisco Vázquez imaginó en la ubicación una “castellana coruñesa”, que aspiraba, sobre el plano, a asemejarse a la monumental avenida madrileña. De aquellos barros, estos lodos. En el caso de Someso, el refrán se ciñe a la literalidad. Los remanentes del urbanismo vazquista dibujan hoy una realidad distinta casi dos décadas más tarde de los albores de aquel proyecto que prometía zonas ajardinadas, equipamientos modernos y 17 rascacielos que cambiarían las inercias de la ciudad. Lo único que se ha movido en los últimos años en el Sector 7, en los aledaños de Expocoruña, han sido las expectativas de sus vecinos por ver florecer un barrio que un día les prometió otra cosa. “Esto iba a ser un barrio que te cagas, con 17 torres y todos los servicios, y ahora nada, está abandonado. Solo pedimos que terminen”, cuenta María, que llegó a Someso hace casi 15 años, cuando no estaban construidos siquiera la avenida de la Universidad o el Espacio Coruña.

Juan Cagiao, ante la torre Urbis.   | // VÍCTOR ECHAVE

Maqueta del proyecto inicial de lo que sería el barrio. | //LOC / Marta Otero Mayán

María, primero como alquilada y ya como propietaria, ha visto pasar cinco Gobiernos locales que no han sabido dar respuesta a las necesidades de las casi 2.000 personas que viven en las torres, y que se quejan de que el estado del barrio cada día es peor. “No tenemos papeleras, no tenemos alumbrado, el carril bici está abandonado, el parque de los niños está lleno de basura...”, enumera.

Vanesa Rey, otra residente del polígono, adquirió su vivienda en 2014 ante las promesas de crecimiento y auge que experimentaría la zona. Transcurrida casi una década, sus esperanzas de ver culminada la urbanización y acondicionamiento del entorno disminuyen cada día.

“Soy de Pontevedra, así que apenas conocía la ciudad. Me lo vendieron como que A Coruña estaba en auge, la zona estaba creciendo. Al principio veías movimiento. Yo vi como se edificaban las últimas torres. Un día, de repente, dejaron de construir, se dejó de urbanizar, y aquí estamos”, comenta Rey, que todavía recuerda el lustroso folleto que cayó en sus manos hace algo más de diez años y que vendía las bondades de un barrio en ciernes. “El folleto hablaba de varias torres residenciales, un centro comercial en auge, restauración, tiendas de alimentación. Como si haces una ciudad residencial al lado del Marineda. Al final, la zona se estancó, el centro comercial entró en declive como consecuencia y aquí estamos”, lamenta.

Maqueta con el proyecto inicial de lo que sería el barrio.   | // LOC

Juan Cagiao, a los pies de la Torre Urbis. | //Víctor Echave / Marta Otero Mayán

Juan Cagiao, profesor universitario residente en el barrio desde 2008, es otro que recuerda las promesas fallidas, pero tiene más en mente las que quedan por cumplir. Apela al proyecto de urbanización del polígono aprobado en 2020, con una primera fase de relleno que tendría que haber concluido hace año y medio y de cuyo desarrollo nada saben. “Se supone que estaba en fase de relleno de tierras, pero ni siquiera han trabajado en todas las parcelas. Todavía queda ajardinar, poner mobiliario urbano, alumbrado... es un proyecto importante, de millones de euros. El Concello es responsable subsidiario y es quien debe llevarlo a cabo”, asevera Cagiao.

En Someso, los plazos son papel mojado. Han pasado diez años desde que los promotores diesen por finalizadas las obras de urbanización y acudiesen sin éxito a los tribunales para que los eximiese de urbanizar el resto. Están obligados a terminar, pero la zona mantiene la parálisis. Y sin estas obras, el Concello no se hará cargo de los viales ni los dotará de servicios que ahora les faltan, como la limpieza. El mantenimiento de los hidrantes, la mayoría en mal estado y algunos sin funcionamiento, es otro elemento que trae de cabeza a los residentes. “Si un día ocurre una desgracia, a ver qué hacemos. Son torres de muchos pisos y los hidrantes, en caso de incendio, no sé si estarían operativos”, duda este vecino. Hidrantes rotos, alumbrado deficiente, basura acumulada. De la barredora municipal, ni rastro. El día a día continúa en el polígono ante el hastío de sus habitantes, que no saben ya qué puertas tocar. Para ellos mismos han acuñado un nuevo término, el “no barrio”. “No solo es que no haya mejorado nada la zona, es que creemos que ha empeorado”, lamentan.

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