Los flecos del traslado de Repsol al puerto exterior de A Coruña

Los usos futuros en San Diego y la superficie adicional que necesite la petrolera en el puerto exterior, entre los interrogantes

Pantalán de Repsol en punta Langosteira.   | // LA OPINIÓN

Pantalán de Repsol en punta Langosteira. | // LA OPINIÓN / R. D. Rodríguez

El traslado del 60% de las operaciones de Repsol a punta Langosteira, que será oficial con la inauguración de la nueva terminal del puerto exterior el viernes 3 de marzo, abrirá un escenario urbanístico y económico cuyas condiciones todavía no se conocen públicamente. ¿Cuándo completará la petrolera su salida total de los terrenos que ocupa en la ciudad, alejando por tanto, de forma definitiva, todas las operaciones de crudo y productos refinados? ¿Qué pasará con el espacio portuario que deje libre en el muelle de San Diego? ¿Qué superficie adicional necesitará en Langosteira si el 40% de su actividad precisa de más instalaciones? Con la segunda fase del traslado prevista, ¿deberá el Puerto de A Coruña volver a indemnizar a Repsol por obras, pérdidas temporales de beneficios o gastos de traslado, como hizo al acordar las condiciones de la primera fase?

El convenio suscrito por la Autoridad Portuaria y la multinacional el 14 de octubre de 2013 no resuelve estos interrogantes, y no ha trascendido si las dos partes han tratado y acordado nuevos aspectos para determinar cómo se producirá la mudanza completa. A Repsol aún le faltan más de cuatro años y medio para agotar la concesión con la que opera en el puerto interior de A Coruña, que termina el 31 de diciembre de 2027.

El acuerdo de hace casi diez años establecía una nueva concesión, en la dársena exterior, por el periodo de 35 años, con el compromiso de tramitar una posible prórroga por otros 17 años, 52 en total, al tratarse de una concesión “de interés estratégico y relevante para el puerto”. El texto señalaba que la concesión entraría “en explotación antes del 14 de abril de 2018”, fecha inicialmente prevista para ejecutar el traslado, que no se cumplió por distintos retrasos en tramitaciones y obras.

El 40% del traslado de la actividad de Repsol a punta Langosteira se iría gestando, por tanto, a lo largo de los próximos años, hasta que acabe 2027, “o antes”, según apuntan fuentes portuarias, con el fin de que las futuras operaciones de la empresa con productos refinados (gasolina, diésel, kerosén, fuel oil y otros) en el puerto exterior sucedan sin interrupción a las que ya realiza desde 2015 (descargas de graneles sólidos como coque y azufre) y las que moverá a partir de ahora (tráficos de crudo por medio de grandes buques petroleros) con el abandono de los muelles urbanos.

Estos terrenos quedarán libres al terminar 2027, casi 26.400 metros cuadrados en la zona de San Diego, pegados a áreas urbanas con alta densidad de población como Oza y Os Castros, y en los que distintos gobiernos municipales han estudiado, debatido y encargado en los últimos diez años una definición de usos futuros, con preferencia por integrar esa superficie en la trama urbana y concederle espacios para los ciudadanos. El Plan Busquets de 2006, que planteó un rediseño de los terrenos portuarios interiores con el horizonte de 2020, establece, entre otros, usos residenciales en San Diego, pero las conclusiones de los estudios realizados hasta ahora para redefinir la zona no han servido aún para tomar decisiones firmes.

Repsol da ahora un paso más en su instalación en Langosteira, en 30.000 metros cuadrados de suelo, con otros 15.000 de ocupación de rack de tuberías y 20.000 de lámina de agua. Dispone de un pantalán de uso exclusivo y del poliducto que lo conecta con la refinería de Agrela-Bens. ¿Necesitará más espacio para completar su traslado? Está por anunciar. En octubre de 2013, el convenio abría la posibilidad de contar con 285.000 metros cuadrados más, una superficie cuatro veces mayor que la que ahora mismo tendrá en total en Langosteira.

El convenio de 2013 también reflejaba la cantidad de 23,96 millones de euros en concepto de compensación a Repsol por el coste financiero de anticipar la inversión necesaria para el inicio de la actividad en el puerto exterior. Nada indica el acuerdo respecto a futuras indemnizaciones correspondientes a otras fases del traslado, como la que sucederá a la que se haga oficial el próximo viernes.

Adiós a los grandes petroleros

El acuerdo entre la Autoridad Portuaria y Repsol, con el que se alejarían de la ciudad los riesgos que conlleva el tráfico de graneles sólidos para desplazarlos al puerto exterior, fue objeto de un largo proceso de debate entre los dos actores que tiene su origen en la tragedia medioambiental del Prestige en las costas coruñesas en noviembre de 2002, interrumpido durante años y retomado para alcanzar posturas comunes. Con el pacto, los grandes petroleros que hasta estos días llegan a A Coruña dejarán de atracar en el muelle Petrolero de San Diego, buques de hasta 250 metros de eslora y de hasta 200.000 toneladas de peso muerto (la medida que determina la capacidad de carga de un buque), y se dirigirán directamente hasta punta Langosteira.

En los muelles interiores del puerto seguirán operando mientras, hasta finales de 2027, petroleros de menores dimensiones, de entre 100 y 150 metros de eslora, que cargarán los productos refinados que procedan a través del oleoducto subterráneo desde las instalaciones de Repsol en Agrela-Bens.

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