Los arquitectos coruñeses reclaman las zonas verdes que prevé el plan general de 2013: “Falta el desarrollo esperado”

Piden “implementar” la red de corredores ajardinados que según las previsiones ya debería estar terminada | Dos especialistas en paisajismo señalan que la ciudad carece de jardines de “proximidad” para dar servicio a los barrios

Paseos y zonas verdes del parque de Santa Margarita, tras su última remodelación. |   // LA OPINIÓN

Paseos y zonas verdes del parque de Santa Margarita, tras su última remodelación. | // LA OPINIÓN / Enrique Carballo

El Plan General de Ordenación Municipal (PGOM) de 2013 se marcaba unos objetivos ambiciosos para ampliar las zonas verdes de la ciudad que están lejos de cumplirse. A estas alturas, según su programa de ejecución, el Concello tendría que haber creado una red de 36 corredores verdes similares al primero ejecutado, el de la calle Orillamar, y nuevas zonas ajardinadas por todo el municipio. Se pretendía llegar a 15,1 metros de parque por vecino (ahora son apenas 10,4). Según el delegado en A Coruña del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG), Roberto Costas, que valora el proyecto, “nadie podría decir que ha sido un desarrollo normal, el esperado”.

Es una evaluación semejante a la de Carlos Pita, que era delegado del COAG durante la aprobación del plan general y considera que “no hay que abandonar” la red proyectada, que preveía, entre otros trazados, crear una gran vía verde por todo el litoral. Apuesta por “insistir en ello y si es posible reforzarlo en un nuevo plan”. En la ciudad, señala, hay “necesidad” de espacios ajardinados, y, aunque forzosamente habrá “pocos porque hay poco suelo”, reclama que estén “muy cuidados y potenciarlos”.

El director de la Escuela de Arquitectura, Plácido Lizancos, pide “implementar la expansión de las zonas verdes urbanas del PGOM. Aunque, al igual que Costas y Pita, señala que el retraso puede ser explicable por los plazos de los proyectos urbanísticos o la influencia de la pandemia, defiende que la ciudad necesita “espacios libres, no sometidos a disciplinas comerciales, donde la gente pueda disfrutar, comer, crecer, hacer deporte, encontrarse”. “He oído que se están haciendo diseños”, indica Lizancos, aunque señala que “la Administración (local) puede adolecer de no informar y no consultar” a la ciudadanía sobre sus proyectos.

Para el arquitecto Iago Carro, de Ergosfera, la idea de los corredores verdes es “de las pocas cosas que se podrían salvar” del PGOM y, aunque indica que en los dos últimos mandatos se han hecho peatonalizaciones “de manera razonable”, señala que el proyecto se ha mantenido apartado porque se tomaron otras “decisiones de inversión”.

La arquitecta Isabel Aguirre fue directora de la Escola Galega da Paisaxe de la Fundación Juana de Vega, y elaboró una estrategia de infraestructura verde para la ciudad y su área metropolitana “que tiene la Xunta: lo firmaron 22 ayuntamientos”. Según explica, la de este documento es una propuesta compatible con la de los corredores verdes municipales, pues la amplía a la comarca, y estos espacios son “imprescindibles para la sostenibilidad de la ciudad”.

“Las zonas verdes aisladas impiden la conectividad de los ecosistemas”, indica, y los corredores pueden servir como “elemento vertebrador” de la ciudad. Los nuevos espacios ajardinados, argumenta, servirían para dar espacios de calidad y de proximidad, pues significarían “paseos, vistas desde las viviendas a zonas verdes, oxígeno, zonas de juego, zonas de descanso”, por toda la ciudad, algo que, en opinión de la arquitecta, falta en los barrios coruñeses: “No puede ser que tengas que pasar cuatro semáforos, tres cruces y aparcamientos para irte debajo de un árbol: las zonas verdes deben impregnarlo todo, incluso tejados y fachadas”.

Cristina García Fontán es profesora en los grados de Arquitectura y Paisaje de la Universidade da Coruña (UDC) y coordina este último. Su lectura coincide con la de Aguirre: “A Coruña tiene una condición geográfica bastante singular, lo que genera que la mayor parte de la población viva en una zona muy compacta y con poca accesibilidad a zonas verdes”, indica.

Falta de una red de jardines

Para García la importancia no reside tanto en la media de metros de parque por vecino, pues esta “no indica la capacidad de disfrute de los vecinos”, sino en la disponibilidad “verde de proximidad”, esto es, del que está accesible a los barrios, y que reclama incrementar. “Es a donde se saca el perro todos los días, donde los niños tienen que ir a jugar después del colegio, el parquecito cerca de casa, donde hay una conexión mayor en el día a día: el fin de semana, uno se puede ir a San Pedro”, explica la arquitecta.

Y, según señala, la ciudad tiene “pocos lugares” aprovechables. Parte de las zonas verdes que se contabilizan para la estadística son “rotondas, medianas de vía, las zonas anexas a rulos de tráfico de Alfonso Molina... Que son verdes, pero la gente nos los puede pisar”. Algunas de grandes zonas verdes de la periferia “son un poquito inhóspitas, otras son inaccesibles caminando”.

El plan general prevé la creación de un gran parque forestal en la zona de la cantera de As Rañas, vinculada a un parque empresarial que nunca se llegó a construir. García señala que crear parques en zonas de nueva urbanización ha sido una solución preferente para las administraciones, pues “lo paga otro”, esto es, los promotores, pero también añade que ahora hay “muchísima financiación europea para incrementar la infraestructura verde” dentro de las ciudades, aunque “hay que aprender a canalizarla”.

Entre las zonas para aumentar la superficie natural García menciona los muelles interiores desafectados, “la zona más próxima, caminando, para la población” y espacios como el monte da Vixía de Monte Alto (donde el depósito de agua), para el que redactó un proyecto de ajardinamiento por encargo del Concello.

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El plan general de 2013 permite ampliar el parque de viviendas en unos 32.000 pisos, con varios grandes proyectos en la periferia de la ciudad como San Pedro de Visma (unos 4.000 pisos, según los promotores), O Portiño (3.280), Penamoa (5.300) o el Monte Mero (más de 4.200). Los arquitectos consultados por este diario consideran que esta edificabilidad (la superficie que se puede construir, contando todas las plantas) es elevada para los criterios actuales.

Para el delegado del colegio profesional en A Coruña, Roberto Costas, “igual “no” se debe mantener esta edificabilidad, y señala que las administraciones “igual tienen que ser agente promotor” para construir vivienda social. Su predecesor en el cargo, Carlos Pita, señala que “hay demasiada edificabilidad, en exceso”, y también que hay que replantear el desarrollo “desde la mirada del bien común, que no está reñido con el negocio”. En el proyecto de Visma, defiende, se ve “urbanismo de muy baja calidad, de muy poco interés”, y también pide política de vivienda para hacerla más accesible al ciudadano.

El director de la Escuela de Arquitectura, Plácido Lizancos, recuerda que la ciudad tiene “una población muy envejecida” y le parece “contradictorio” crecer con nuevos barrios cuando hay otros que “se están vaciando” y precisarían regeneración y rehabilitación. En parecidos términos se expresa la coordinadora del grado coruñés en Paisaje, Cristina García, que cree que la edificabilidad “no se justifica si no hay un incremento de la población” y que los nuevos bloques “van a deshabitar otras partes de la ciudad: si se hace, que se haga con vivienda social”. Para el arquitecto Iago Carro, de Ergosfera, estos grandes proyectos son “provenientes del siglo pasado”, algo que no se admitiría “en ningún otro campo” y critica la idea de “todo gran desarrollo urbanístico es bueno porque es progreso”. Y la arquitecta Isabel Aguirre indica que no conoce los proyectos de desarrollo como para opinar sobre su edificabilidad, pero critica que en la ciudad “se construyen bloques que quedan aislados en medio de la nada, sin infraestructuras verdes o de servicios”.

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