De la Casa de los Peces de A Coruña a Omán: “Mi vida es el mar”

Después de 15 años en el Aquarium Finisterrae y tras participar en la creación de Poema del Mar de Las Palmas, el coruñés Alberto Castellanos dirige desde 2022 el Acuario del país arábigo

El coruñés Alberto Castellanos, director del Acuario de Omán, con un pingüino.

El coruñés Alberto Castellanos, director del Acuario de Omán, con un pingüino. / Cedida

Ana Carro / R. D. R.

El mar está en la sangre de Alberto Castellanos Vizcaíno. “Ese sentimiento tan apegado al mar ha movido por el mundo a mi familia”, confiesa. Y como el mar, los peces. Este coruñés convive con ellos cada día gracias a su trabajo: es desde hace dos años y medio el conservador y director del Acuario de Omán en Mascate, la capital del país. Tras 15 años en la Casa de los Peces de A Coruña en el equipo de mantenimiento biológico, Castellanos participó en la creación del Acuario Poema del Mar de Las Palmas de Gran Canaria, donde fue también conservador y director, hasta que una oferta para ocupar estos cargos en el Oman Aquarium lo llevó al país del sureste de la península arábiga. “La naturaleza aquí es espectacular. Es impresionante la cantidad de peces que hay”.

Que un coruñés esté al frente de un gran acuario en un país lejano y exótico como Omán no resulta sorprendente. “Somos muchos españoles fuera de España los que trabajamos en el mundo de los acuarios, y nos conocemos todos”, cuenta Castellanos. Quizá por ello no le resultó difícil aceptar una oferta como la que le hizo la compañía australiana que construyó el acuario. “Las referencias de cómo es la vida aquí me las dio un amigo que había estado antes en mi puesto, y le estaré eternamente agradecido”, admite.

“Ahora estoy en un trabajo tranquilo frente al estrés que tenía antes en la dirección del acuario en Las Palmas. Sabía que aquello terminaría después de haber estado dos años agotadores preparando su apertura, organizando equipos, seleccionando especies, buscando personal para el diseño de exhibiciones...”, reconoce Castellanos. A esa plenitud anímica le falta a veces el contacto con su familia, porque su hija mayor de 22 años y sus dos gemelos de 18 tienen la vida en A Coruña. “Vienen de vez en cuando, con mi mujer, y yo vuelvo a casa en las vacaciones”, dice añorando los momentos de unión familiar.

Solo mencionar el mar pone la piel de gallina a este coruñés “amigo de los peces” al que le cuesta decidirse por su preferido, pero que admite su debilidad por un molusco cefalópodo como el pulpo. “Los recuerdos que tengo de muy pequeño son sumergido en el mar. Cuando tuve que pensar qué estudiaría, me dije que mi vida no podía ser otra cosa que el mar, así que hice Ciencias del Mar. No tenía otra opción de vida: o mar o mar... y la familia, claro”, recuerda entre risas.

De aquella primera experiencia profesional en el Aquarium Finisterrae, donde entró a los dos años de su inauguración, Castellanos guarda el “agradecimiento” de haber trabajado con el biólogo Antonio Cribeiro como conservador. “Él me metió el gusanillo de los acuarios”. Una fiebre que no pierde intensidad y con la que el coruñés impulsa un mensaje inspirador que trasciende su trabajo: “Los acuarios pueden hacer muchísimo para tener la posibilidad de acercarnos a un mundo animal tan inaccesible como es el de los peces. Su fin tiene que ser el de educar en medio ambiente y en el respeto y la protección del mundo animal”.

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