Mujeres en los buses de A Coruña: pasión por conducir

Las conductoras de Tranvías, que ya suman trece, citan su afición por el volante como motivo para llegar a esta profesión y apuntan que casi no hay recelo a su presencia en los buses

Siete de las trece conductoras de la Compañía de Tranvías. De izquierda a derecha: Mónica Pérez Méndez, Marta Lucía Blandón Ramírez, Sonia Rodríguez Castro, Aitana López Heras, Iria Montero Pardo, María Pedreira Castro y Jennifer Botana Lorenzo.

Siete de las trece conductoras de la Compañía de Tranvías. De izquierda a derecha: Mónica Pérez Méndez, Marta Lucía Blandón Ramírez, Sonia Rodríguez Castro, Aitana López Heras, Iria Montero Pardo, María Pedreira Castro y Jennifer Botana Lorenzo. / Carlos Pardellas

Hubo que esperar a 2009 para que en el transporte público urbano de A Coruña hubiera mujeres al volante. Pero, tras las últimas incorporaciones de este mismo mes son ya trece las que están al mando de vehículos de la Compañía de Tranvías. Las primeras tuvieron que abrir el camino y luchar contra los estereotipos, pero las últimas comentan que apenas se ven ya gestos de desaprobación a su presencia en los autobuses.

“Entré de rebote en este sector porque no me renovaron el contrato al quedarme embarazada y me enteré de que el Ayuntamiento financiaba a las mujeres obtener el carné de autobuses”, explica Mónica Pérez Méndez, una de las más veteranas en la Compañía de Tranvías, quien antes pasó por otras empresas. “Me costó que me contrataran por primera vez, pero una vez que lo hice ya no paré, quiero pensar que lo hago bien”, recuerda sobre sus inicios.

“La persona que habló de mí a mi primer jefe le dijo ‘solo tiene un defecto, que es mujer”, destaca de aquel momento, en el que además el empresario no quería que engrasara el bus para que no se manchara. “La gente te miraba de un modo extraño y una vez que fui a Portugal me escoltó la policía porque allí lo veían como una cosa muy rara”, relata. Según cuenta, las primeras contrataciones de mujeres por Tranvías fueron un acontecimiento. “Nuestra entrada nos convirtió en noticia de portada y todos los días había comentarios, por lo que parecía que éramos algo importante, pero solo conducimos un vehículo, no hacemos otra cosa”, indica para restar trascendencia a aquel revuelo.

“Es gracioso, porque el que más me empujó a que me metiera en este mundo fue mi abuelo”, dice Aitana López Heras, quien cumplirá un año en Tranvías el próximo junio. “Sabía que es un sector en el que no hay todas las mujeres que nos gustaría, pero nunca me paró los pies”, afirma. A pesar de que ya hace quince años que las mujeres conducen buses urbanos en la ciudad, hay pasajeros que se sorprenden al verlas, aunque ella cree que “para bien, sobre todo las señoras mayores, que siempre me dicen ‘que gusto ver una mujer”, mientras que considera muy escasas las personas que hacen gestos de carácter negativo.

“Se me metió entre ceja y ceja y hasta que saqué el carné no descansé, lo saqué el 22 de febrero, el certificado de aptitud profesional el 28 y el 5 de marzo ya estaba en la empresa”, declara Jennifer Botana López, que todavía no lleva un mes en Tranvías y fue la semana pasada cuando empezó a circular sin el apoyo de un compañero en la línea de la Universidad. Recuerda que durante las prácticas las niñas que subían al bus la señalaban y ahora “a veces noto que las mujeres me sonríen cuando entran y se quedan mirando”.

Si hay un elemento común a estas tres conductoras es su pasión por el volante. “Me gustó desde el minuto uno y ahora ya no sé hacer otra cosa, desde que hice la primera práctica dije ‘esto es a lo que me quiero dedicar”, comenta Mónica, a quien le gusta de su trabajo el contacto con la gente y que “no hay un día igual que otro”. “Siempre me gustó la conducción y en los vehículos grandes aún más, me gusta más conducir el bus que el coche”, refiere Aitana, quien eligió este empleo ante la falta de salida profesional en sus estudios de Audiovisuales, y a la que también apasiona el trato con los viajeros. “Te sientes realizada porque estás llevando a la gente a su trabajo o sus estudios, me resulta muy satisfactorio”, manifiesta por su parte Jennifer.

Mónica dejó hace un año y medio el volante para ocupar el puesto de inspectora en la compañía. Desde la pandemia ya no se realiza el control de pago de los pasajeros, sino que se solventan problemas que surgen a bordo de los buses, entre los que reconoce que lo menos agradable son las reclamaciones y los conflictos.

Cuando Aitana se sacó el carné para conducir autobuses optó por los urbanos antes que otros porque las líneas son más cortas y le permitía estar todos los días en su casa. Su experiencia la lleva a animar a otras mujeres a dedicarse a esta actividad, ya que admite que le hace “muchísima ilusión cuando entra una nueva compañera en la empresa”.

La avenida de Os Mallos, el lugar más complejo para el bus urbano

“En quince años me ha pasado de todo”, afirma Mónica Pérez sobre su experiencia en Tranvías, ya que considera que circular “con un vehículo grande y en esta ciudad no es fácil, porque no todo son Os Rosales”. “Al principio te tienes que amoldar a las medidas del bus y a pasar por calles bastante estrechas, pero durante una semana un compañero va contigo enseñándote todas las líneas y dándote consejos sobre cómo girar y cómo aprovechar el espacio”, explica Aitana López, para quien, con tantas horas al volante, “al final tienes más las referencias del bus que las de tu propio coche”.

“Hay que tener paciencia y mirar mucho por los espejos para no darle a nada”, señala Jennifer Botana, porque “le puedes dar a algo sin darte cuenta, con el bus hay que abrirse mucho en las curvas, mientras que en el coche no te preocupas de nada”. Para estas dos conductoras aún noveles, el lugar más complejo para circular es la avenida de Os Mallos por su aparcamiento en batería, ya que hay que hacerlo en un bus articulado. Aitana afirma que cuando pasa por allí va “bastante tensa”, mientras que Jennifer asegura que todos los profesionales tienen “respeto” a conducir por esa calle.

Suscríbete para seguir leyendo