Sanidad

Abelardo Sánchez: “Me daban 15 días de vida; hoy se cumplen 21 años de mi trasplante en A Coruña”

En el 30º aniversario del programa de trasplante hepático del Chuac, este ferrolano comparte su historia para reivindicar la donación de órganos: "Un 'sí' puede salvar hasta siete vidas"

Abelardo Sánchez, trasplantado de hígado y presidente de la Asociación Gallega de Trasplantes Airiños.

Abelardo Sánchez, trasplantado de hígado y presidente de la Asociación Gallega de Trasplantes Airiños. / Cedida

Me daban 15 días de vida; hoy se cumplen 21 años de mi trasplante”, resalta Abelardo Sánchez, ferrolano de 70 años, trasplantado de hígado “el 14 de mayo de 2003” en el Hospital Universitario de A Coruña (Chuac) y presidente de la Asociación Gallega de Trasplantes Airiños, quien comparte su historia, ante la reciente conmemoración del 30º aniversario del programa de trasplante hepático del centro de As Xubias, para reivindicar “la generosidad de los donantes de órganos y sus familias”, así como la “gran valía, profesional y humana”, de los equipos que realizan esas intervenciones, “tanto en el Chuac, como en el Hospital de Santiago (CHUS)”.

“Como pacientes, dar las gracias eternas a los donantes de órganos y a sus familias. Podemos tener las mejores instalaciones y los mejores equipos médicos, pero sin donantes, no hay trasplantes. Y, por supuesto, en este 30º aniversario del programa de trasplante hepático en A Coruña, y en todos los que ya llevamos, dar un magnífico agradecimiento a los profesionales que tenemos en Galicia, tanto en el Chuac como en Santiago. A lo largo de todos estos años, han demostrado su gran valía profesional y humana. Siempre digo que parecen personas de un calibre especial. A muchos, como es mi caso, nos han ofrecido una segunda vida cuando ya no teníamos otra alternativa más que el trasplante”, subraya.

Hepatitis B

Fue en mayo de 2003 cuando Abelardo vio como su existencia pasaba a pender de un hilo, “de un día para otro”. Todo había comenzado unos años antes, cuando de forma totalmente casual, al donar sangre, se descubrió que era portador del virus de la hepatitis B. “En ese momento, los médicos me dijeron que no me preocupase, que el virus estaba inactivo y que podía morir de cualquier otra cosa. Sin embargo, pasado un tiempo, en una de las revisiones a las que me sometía cada seis meses, detectaron que tenía las transaminasas por las nubes, y me pusieron un tratamiento que en principio controló la situación, aunque luego dejó de funcionar, me lo retiraron y el virus se activó ya de una manera salvaje, hasta el punto de que, en 15 días, me destrozó el hígado”, detalla, y agrega: “Pasé de hacer una vida normal, a verme en una cama del Chuac al borde de la muerte. Porque aunque los médicos no me lo decían, yo me daba cuenta de que mi vida se estaba apagando. De hecho, yo mismo trataba de ir preparando a mi familia para ese final, que sentía inminente”.

Estando Abelardo inmerso en ese proceso de asimilación, le comunicaron que había una última opción: someterse a un trasplante de hígado. “Cuando se plantea el trasplante no es porque sea una de las opciones. Es la opción. No hay otra. Vivir o morir”, resalta. La intervención, en su caso, fue “cuestión de días”. “Como mi situación era tan grave, me incluyeron en el paso intermedio entre la urgencia cero y la lista de espera convencional, de manera que el primer hígado que hubiese disponible en Galicia, iba a ser para mí. Asimilar que es preciso que alguien muera para que tu vida pueda continuar, cuesta muchísimo. Obviamente, esa persona iba a fallecer igual, pero es complicado digerirlo. No sé a quién pertenecía el hígado que llevo en mi cuerpo, pero sí recuerdo a esa persona a diario. Y tanto a ella, como a su familia, les estaré eternamente agradecido”, subraya Abelardo, quien especifica que cada donación “puede salvar hasta siete vidas”. De hecho, mientras se desarrollaba su intervención, “en el quirófano de al lado estaban trasplantando un pulmón de la misma persona a otra paciente”.

Apoyo a pacientes en espera

Una vez recuperado del trasplante, Abelardo ya no se pudo reincorporar a su puesto de trabajo, y optó por dedicar su tiempo a “devolver a la sociedad” algo de lo que él había recibido. “Así fue como pasé a colaborar con la Asociación Gallega de Trasplantes Airiños, que presido desde hace años, y en la que intentamos dar apoyo a los enfermos que están en lista de espera para ser trasplantados, y también a sus familias. No hay mejor terapia que conversar con alguien que ha pasado por lo mismo, y que te pueda orientar, con realidades y hechos, sobre cómo se está después del trasplante”, señala.

El testamento vital, ‘blindaje’ para la decisión de donar

El presidente de la Asociación Gallega de Trasplantes Airiños, Abelardo Sánchez, detalla que, para hacerse donante de órganos, hay dos vías: disponer de un carné de donante, y comunicar en vida a la familia la intención de donar; o elaborar y firmar un testamento vital o un documento de instrucciones previas. Este último “se puede hacer en los propios hospitales, en el Servicio de Atención al Paciente”, y pasará a formar parte de la historia clínica, “facilitando todo el proceso”.

“Con el carné de donante, la familia es quien tiene la última palabra. Sin embargo, con el testamento vital o el documento de instrucciones previas, ya no habría decisión familiar que valga. Notamos que hay cierta desinformación, y que mucha gente todavía desconoce qué opciones hay. Nuestra asociación, Airiños, lleva muchos años haciendo campañas en el entorno universitario, y nos hemos llevado una gratísima sorpresa al comprobar que un porcentaje altísimo de jóvenes se hacen el carné de donante cuando reciben información. Y en caso de fallecer, con el carné de donante, y habiendo manifestado a tu familia tu intención de donar, los liberas a ellos de tomar una decisión en un momento dolorosísimo, en el que además puede haber discrepancias al respecto. No obstante, elaborar el testamento vital ante notario, o el documento de instrucciones previas, es quizás la mejor opción, porque esa información se incluye ya en la historia clínica del paciente, quedando registrado que es donante”, especifica.

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