Sanidad

Tres décadas de trasplante hepático en A Coruña, 1.485 segundas oportunidades

Especialistas del Chuac repasan los principales hitos de esa actividad trasplantadora, en su 30º aniversario, con el reto de mejorar aún más el aprovechamiento de los órganos

A Coruña conmemoró ayer  el 30º aniversario de su programa de trasplante hepático con un acto en el que intervinieron varios especialistas, entre ellos, los doctores Javier Aguirrezabalaga y Francisco Suárez, quien tuvo un recuerdo especial para el fallecido José Buitrón, “imprescindible” en la historia de los trasplantes en Galicia, y reivindicó la figura del doctor Manuel Gómez, “que unió a todos los médicos, nos transmitió siempre su ilusión y ha sabido crear equipo”: “Y siempre con la modestia que caracteriza a Manolo”.

A Coruña conmemoró ayer el 30º aniversario de su programa de trasplante hepático con un acto en el que intervinieron varios especialistas, entre ellos, los doctores Javier Aguirrezabalaga y Francisco Suárez, quien tuvo un recuerdo especial para el fallecido José Buitrón, “imprescindible” en la historia de los trasplantes en Galicia, y reivindicó la figura del doctor Manuel Gómez, “que unió a todos los médicos, nos transmitió siempre su ilusión y ha sabido crear equipo”: “Y siempre con la modestia que caracteriza a Manolo”. / Cedida

En la madrugada del 11 de mayo de 1994, el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) escribió un capítulo fundamental de su historia trasplantadora, al estrenar su programa de trasplante hepático. Tres décadas después de aquel hito de la Medicina en Galicia, en los quirófanos de As Xubias se han llevado a cabo 1.485 cirugías de ese tipo, una media de 50 cada año. “La última, este pasado lunes”, apunta el doctor Francisco Suárez, jefe de sección de Hepatología, en el programa de trasplante hepático del Chuac desde sus comienzos. “Aquella primera intervención la recuerdo, sobre todo, con muchísima expectación. Tres años antes, nuestro hospital había iniciado un programa de trasplante hepático, pero los resultados no habían sido buenos y se decidió pararlo. Esto llevó a hacer una reflexión y a un cambio de equipo. Fue entonces cuando llegó el doctor Manuel Gómez Gutiérrez y se reinició el programa, que comenzó hace 30 años y que permanece activo en la fecha actual”, rememora el doctor Suárez, quien reconoce que el trasplante hepático tiene una particularidad, y es que “técnicamente es muy difícil para los cirujanos”.

Hace falta mucha pericia quirúrgica, porque estamos hablando de pacientes que tienen, mayoritariamente, un hígado cirrótico, que muchas veces genera muchas dificultades para realizar la extracción. Pero, sobre todo, el gran desafío o la gran dificultad está en que hay que hacer muchas anastomosis. Estamos hablando de arterias, de venas que salen del hígado (como la vena suprahepática), de conductos biliares... y claro, cuantas más suturas quirúrgicas tengas que hacer, más riesgo hay de que puedan aparecer complicaciones. Técnicamente, es un trasplante muy exigente”, reitera.

Fármacos antivirales e inmunosupresores

Entre los principales avances de estos tres decenios de trasplante hepático en A Coruña, el doctor Suárez destaca “dos relacionados con el tratamiento farmacológico”. “Uno sería disponer de fármacos antivirales como los que tenemos hoy en día. Por ejemplo, centrándonos en la hepatitis C, los antivirales de acción directa, que son los fármacos nuevos que curan a un 98-99% de pacientes, pero de cualquier categoría. Es decir, antes del trasplante, cirróticos, después del trasplante, mayores, frágiles…”, apunta el hepatólogo, quien refiere que, “otro momento importante, sobre todo en trasplante hepático”, ha sido el “disponer de un fármaco inmunosupresor como es el tracolimus”. “En años anteriores, había una cierta polémica sobre cuál podía ser la mejor medicación, pero el tiempo pone los puntos sobre las íes, y creo que ha quedado claro que el tracolimus es el fármaco, hoy por hoy, de elección. Cuando hablas con los pacientes en consulta y te trasladan sus dudas, muchos de ellos tienen el miedo al rechazo del órgano trasplantado. No obstante, ya eso en absoluto es importante en el trasplante hepático, puesto que la tasa de rechazo que tenemos es inferior al 10%. Además, si el paciente trasplantado tiene un rechazo, simplemente nos supone un ajuste de la medicación, pero no implica una pérdida ni un deterioro de la función del injerto. Ese escenario, en el momento reciente, es absolutamente excepcional. El paciente trasplantado de hígado puede tener un rechazo celular, agudo, pero se controla con medicación”, hace hincapié.

El doctor Francisco Suárez, en el Hospital Universitario de A Coruña (Chuac).

El doctor Francisco Suárez, en el Hospital Universitario de A Coruña (Chuac). / Cedida

“Otra cosa es la necesidad de tomar el fármaco de forma continuada porque, si se abandona, se va a tener un rechazo, que llamamos ‘crónico’, lo cual lleva a la pérdida del injerto. Pero esto ya es una cuestión de falta de adherencia a la medicación, un mensaje que siempre se le recuerda al paciente, y que también se le controla”, prosigue el jefe de sección de Hepatología del Chuac, e insiste: “Disponer de esos fármacos ha hecho que el rechazo, y todo lo que puede implicar, lo tengamos ahora mismo, no digo en el último lugar, pero desde luego no ocupa el podio de las preocupaciones del paciente trasplantado de hígado”.

Donación en asistolia controlada

En cuanto a los principales hitos de estas tres décadas de trasplante hepático en el Chuac, el doctor Suárez destaca “otras dos cuestiones importantes”. “Una de ellas es que, desde el año 2012, y sobre todo, quizás desde 2015, estamos utilizando un perfil de donantes que antes no existían, que son los donantes en asistolia controlada”, señala. “La asistolia quiere decir que el fallecimiento del paciente tiene lugar, normalmente, por una parada cardiorrespiratoria, y no por muerte encefálica. Cuando la donación en asistolia es controlada y tiene lugar en el medio hospitalario, supone una fuente muy importante de injertos. En nuestro programa, esta modalidad supone ya en torno a un 30% de las donaciones y, algún año, hasta el 40%. Esto es muy importante porque, sin donante, no hay trasplante”, reivindica el hepatólogo, antes de subrayar que “quizás el último gran avance” en el área de trasplante hepático, “también de cara al futuro”, es “la incorporación de máquinas de preservación, en unos casos para recuperar, en otros casos, para optimizar órganos” para esa cirugía.

Máquinas de preservación de hígados

“En el Chuac disponemos de una máquina de ese tipo, llamada ‘Hope’, un nombre bonito, porque esa palabra significa tal cual ‘esperanza’. La primera vez que optimizamos un injerto tras pasar por esta máquina fue en julio de 2022. Es un mundo apasionante. Lo que pasa, muchas veces, en Medicina: que cuando abres una puerta, empiezas a encontrar, con posterioridad, más alternativas. Hace muy poco, en un congreso de la Sociedad Europea de Trasplantes, se presentaron avances en este sentido, y la sensación que yo saqué es que va a ser necesario un experto en la recuperación y el mantenimiento de los órganos. Se ofrece un abanico de posibilidades para combinar determinados sistemas de mantenimiento y preservación de órganos, que parece un presente y futuro muy, muy interesante”, recalca.

Retos de futuro

Con respecto a los retos que se plantean en el área del trasplante hepático, recuerda el doctor Suárez que “la ingeniería del trasplante, para poder tener organoides, y órganos que no sean humanos”, así como “el xenotrasplante”, son temas “más de futuro”. “Realmente, no estamos todavía tan cercanos como para poder plantear ese reto. Creo que la línea en la que estamos, de tener sistemas de preservación, mantenimiento y optimización de donantes, es muy importante. Hay que tener en cuenta que también ha cambiado el perfil del donante. El donante joven, de hace años, fallecido tras sufrir un accidente craneoencefálico, por fortuna, ya no existe. Ahora tenemos una población bastante más envejecida, con bastante más prevalencia de hígado graso... En muchos casos, son hígados que funcionan perfectamente, pero en algunas ocasiones se pierden órganos para el trasplante. En España, aproximadamente, 400 cada año. Pues 400 trasplantes más sería un número espectacular de incremento de actividad”, concluye.

Casi una treintena de injertos en lo que va de año y solo dos por el virus de la hepatitis C

“En los últimos años, habido un cambio radical con respecto al perfil de los pacientes que se trasplantan de hígado, que se puede objetivar con números. Y es que, a principios de este siglo, hasta un 30-40% de los pacientes que se sometían a esa cirugía era por una cirrosis asociada al virus de la hepatitis C. De hecho, en 2014, hace tan solo una década, ingresaban en lista de espera nacional, aproximadamente, 750 pacientes con cirrosis secundaria al virus C, que es un número realmente muy importante”, apunta el doctor Francisco Suárez, jefe de sección de Hepatología, en el programa de trasplante hepático del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) desde sus inicios, quien detalla que, “tras la llegada, en 2015, de los fármacos antivirales (tan polémicos en su día, pero realmente tan eficaces), se ha conseguido que, en la actualidad, se curen muchísimos pacientes antes de llegar a una fase de insuficiencia hepática, terminal”.

“Eso se traduce en una menor necesidad o indicación de trasplante. En el Chuac, de hecho, llevamos 28 trasplantes hepáticos en lo que va de este año, y solamente ha habido dos pacientes por virus C. Es decir, el porcentaje ha descendido de forma muy, muy considerable”, resalta el doctor Suárez, y prosigue: “Hemos visto un cambio en el perfil del paciente gracias a los fármacos. Ya no hay tantos por infecciones víricas, y sí son muchos los que tienen indicación de trasplante por enfermedad hepática por consumo de alcohol, que continúa siendo muy prevalente en nuestro entorno. Y, cada vez más por la gran epidemia del siglo XXI, el famoso hígado graso” “Quizás, a nivel de sociedad —continúa el hepatólogo del Chuac—, porque el hígado graso es una patología muy frecuente, indolora y probablemente no bien valorada por mucha gente. Y aunque la mayoría de los pacientes con hígado graso tienen un curso bueno y no padecen enfermedad grave, en algunos casos esa dolencia sí evoluciona a cáncer de hígado o a cirrosis. En la actualidad, de hecho, estamos viendo a más pacientes con este tipo de indicación de trasplante hepático”, reconoce.

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