La afición no falló una vez más a su cita y continúa empujando con fuerza a su equipo a lograr el objetivo, arrimando el hombro en cada cita que el Deportivo tiene en Riazor y contagiando a los suyos a lograr una nueva victoria que los aúpa, en esta ocasión, al tercer puesto de la clasificación. Sólo el Valladolid, que hoy juega contra el Hércules, podría hacer retrodecer un puesto al conjunto blanquiazul.

Con todo, ayer parecía que se podía haber registrado una entrada peor que en ocasiones anteriores, pese al buen día que hizo en la ciudad. A apenas diez minutos del comienzo del encuentro eran pocos los aficionados que habían tomado asiento en el coliseo coruñés, pero el goteo de deportivistas fue constante hasta aproximadamente el cuarto de hora de partido. Unos 23.000 espectadores llegaron a tiempo de ver el gran gol que culminó Lassad. El delantero deportivista hizo un guiño al palco, seguramente buscando a Bodipo para dedicarle el tanto, y posteriormente se abrazó delante del banquillo con Germán Lux.

La afición continuó corriendo la banda a su manera, espoleando a los suyos para que mantuvieran la intensidad y fueran a por el partido. Y así llegó el golazo de Guardado, que llevó júbilo y tranquilidad a partes iguales a la grada.

Con la euforia del momento, reapareció el "Deportivo alé" entre las gradas de maratón y pabellón, que intentó expandirse por el resto del estadio sin demasiado éxito de participación. También hubo momentos para acordarse del clásico que se iba a jugar a las diez con ironía, y con una incesante ristra de cánticos antimadridistas, que ayer sonaron con bastante fuerza.

Con el 2-0 el Deportivo pareció darse por satisfecho y la grada también. Incluso los recogepelotas; tres de ellos se juntaron detrás de una de las porterías para intentar que la reposición de los balones que salieran del campo fuese más lenta. También fueron momentos especiales para Riki, ovacionado cuando empezó a calentar y cuando sustituyó a un Lassad que también recibió el cariño de la grada. Por supuesto, Valerón se retiró ante más de 20.000 aficionados puestos en pie.

Pero tanta relajación estuvo a punto de dar al traste con el trabajo de la primera hora de partido. Juanjo recortó distancias en el marcador y ante la pájara que comenzaba a nublar la vista de los deportivistas, la afición comenzó a cantar el recurrente "Dépor échale huevos", temeroso de que se pudieran escapar tres puntos que estaban en el bolsillo. Al sentir de la grada se sumó Aranzubia, que en un momento tras el 2-1 arengó con fuerza a sus compañeros para que se centrasen y no permitiesen que se escapasen los tres puntos. Gritos que llegaron a escucharse desde la grada. Mucho nerviosismo que, finalmente, tuvo un final feliz.

Con el 3-1 logrado por uno de los preferidos de la afición, Juan Domínguez -también muy ovacionado- llegó la tranquilidad definitiva. Y con ello, una ola que dio varias vueltas al estadio. El último que tuvo su momento de gloria fue Álex Bergantiños, que se retiró mientras la grada coreaba su nombre.