En un partido de muchos goles y no tantas defensas, sobre todo en la primera parte, el OAR se impuso al Chapela en un encuentro vibrante, lleno de alternativas y que no se decidió hasta los últimos minutos.

Al contrario que frente al Octavio, un rival dos categorías superior a los coruñeses, el OAR tenía ante el Chapela una prueba de su nivel de cara a la temporada y la cumplió con nota. El ataque fue fluido, con Lozano, pichichi del torneo, y un infalible Couceiro como principales estiletes de las ofensivas oaristas. Solo por un instante, cuando el Chapela se marchó de cuatro en la segunda parte, pareció que al OAR se le escapaba el partido, pero ahí apareció el carácter de un joven conjunto que se adjudica un merecido tercer puesto.

Un mito del OAR

Pero si por algo será recordado este tercer puesto es por el homenaje que supone a un clásico del balonmano coruñés: Santiago Rey.

El club herculino no se quiso olvidar de uno de los personajes que han permitido su existencia durante todos estos años. Un hombre que dedicó una gran parte de su vida al OAR y de forma totalmente altruista, por "nada a cambio y durante muchos años", como recordó Pablo Aguirre, actual entrenador oarista.

Y es que Santi, que atravesó por un grave problema de salud hace más de un año, llegó a compartir pista con más de dos (incluso tres) generaciones del OAR. "Y pese a todo, era el que más ganas e ilusión le ponía en la pista", recuerda con cariño Jorge Crego, que coincidió con él en el filial cuando contaba con 20 años y Santi tenía 45.

Un compañero de generación y actual delegado del OAR, Toño, dijo "no tener palabras" para describir a su gran amigo, "una persona excelente que amaba el balonmano". Un tipo de personajes anónimos, Toño, Santi y muchos otros, más importantes para el deporte y la promoción de sus valores que cualquier estrella televisiva.