No hay rival imbatible ni mal fario que valga cuando las diferencias económicas son insalvables. El Santiago Futsal (antiguo Lobelle) cayó derrotado ante el Inter Movistar por cuatro goles a uno y serán los madrileños los que disputen la final de hoy ante el ElPozo.

Pese a cuajar una primera parte espléndida, el Santiago, bestia negra del Inter durante los últimos años, acabó saliendo goleado del recinto coruñés de Riazor. Quizás un resultado injusto por lo que los dos equipos ofrecieron en la tarde de ayer, pero que no hace más que reflejar las diferencias existentes entre ambos conjuntos. Sobre todo, a la hora de definir.

Los primeros minutos fueron de una superioridad muy clara de los gallegos. Mucho más intensos que su rival, los de Santi Valladares presionaron el juego madrileño, ahogaron su salida de balón y pusieron constantemente en peligro a Juanjo, guardameta del Inter. Y fue solo tras el rechace de una falta cuando Raúl Campos pudo hacer el primer y único gol para el antiguo Lobelle. Pese al carrusel de oportunidades, los gallegos llegaban tan solo un gol arriba al descanso y lo acabarían pagando.

Salió más enchufado el Inter en la segunda parte y el partido se convirtió en un intercambio de golpes. A cada oportunidad de los madrileños respondía el Santiago con otra, pero la calidad en los últimos metros (el dinero) marca la diferencia. Mientras que los de Alcalá convirtieron cuatro de sus oportunidades (tres en los primeros tres minutos), los compostelanos se estrellaron una y otra vez contra el muro en el que se convirtió Juanjo.

Pese a que las diferencias no fueron, ni mucho menos, tan acentuadas como acabó por indicar el marcador, el Inter (con cuatro exsantiagueses en su equipo) se ganó el pase a la final no por jugar mejor, ni por ser más intenso, sino por juntar mucha más pegada en la pista.