Adel Meechal (Tetuán, 1990), subcampeón europeo al aire libre en Ámsterdam 2016 y campeón europeo en pista cubierta en Belgrado 2017, analiza sus retos futuros, su preparación para el Mundial y sus ilusiones de cara a los Juegos de Tokio 2020. Esta misma semana viajará a Doha para conocer las instalaciones en las que competirá en el próximo Mundial.

-¿Con qué sensaciones cerró su concurso en el Europeo de Berlín de este verano?

- A Berlín la verdad es que ya fui con una preparación escasa debido a los problemas de salud que tuve con una infección en una muela. Me esperaba hacerlo un poco mejor, pero luego, a la vuelta de las vacaciones, analizando ya en frío, me doy por satisfecho porque realmente con la escasa preparación que tuvimos, quedar cuarto de Europa no está nada mal. En el momento en el que crucé la meta me sentía cabreado conmigo mismo porque siempre me exijo el máximo, pero ahora pienso que tal y como fui obtuve un buen resultado.

- Ese experimento de doblar en el 10.000 y en el 5.000, ¿volvería a repetirlo?

- Sí, volvería a hacerlo. Ya había hecho el ensayo en mayo, en Londres. Corrí en 26:50 y a los cuatro días corrí en Barcelona un 5.000 y un 1.500 y me encontré muy bien y noté que me había recuperado. Fue a posteriori cuando vinieron todos los problemas y la verdad es que el 10.000 me supuso una exigencia mucho mayor de la que me hubiese supuesto con una buena preparación y, en consecuencia, no me recuperé al cien por cien para poder pelear por estar lo más cerca del podio en el 5.000. Me dolían las piernas y a falta de cuatro vueltas me tuve que parar.

-¿Por qué ese experimento?

- Hace dos años, después de los Juegos de Río, empecé en Madrid con mi entrenador Antonio Serrano y quedamos campeones de Europa y fuimos cuartos en el Mundial de Londres. A partir de ahí decidimos probar para no estar cuatro años centrados en el 1.500. Optamos por darnos un descanso mental y preparar el 5.000 y el 10.000 y luego ya dentro de dos años preparar el 1.500 para Tokio. Esa ha sido nuestra idea y no ha sido un mal ensayo porque también queríamos ver si en el 10.000 yo tendría futuro después de la cita olímpica.

-Ahora toca ya pensar en 2019. Siempre dice que ése será su gran año...

- Estoy convencido de que 2019 va a ser el año de mi consagración. Si todo va bien este año lograré mis mejores resultados otra vez porque vamos a volver a la prueba de 1.500. Me siento con muchas ganas; tenemos un Mundial muy apasionante y un Europeo en mazo en Glasgow en el que tengo que defender mi título de campeón de Europa. Trabajaré duro para intentar llegar al Campeonato del Mundo de Doha en mi mejor estado de forma, en mi mejor versión. Estoy convencidísimo de que este año nos depara una gran sorpresa.

-En Berlín, los hermanos Ingebrigtsen causaron sensación...

- Uno de los hermanos Ingebrigtsen (Filip) fue el que me quitó la medalla en Londres por muy poco y al otro fue al que le quité yo el oro en Belgrado. El pequeño, Jakob, es un atleta muy joven y muy valiente y en 2019 va a correr con una mochila de presión muy grande. Vamos a ver cómo la gestiona.

-Ya sabe entonces lo que es medirse a ellos.

-Con el mayor (Henrik) es con el que tengo más trato. En un campeonato me preguntó por qué no cantaba el himno español y le dije que no podía porque no tenía letra. No podía creerme, pensaba que no me lo sabía. A raíz de eso empezamos a hablar. Somos rivales, pero cuando nos encontramos nos saludamos. Hay una grata educación y un respeto entre nosotros. Aprecio esta relación con ellos porque al final de mi carrera deportiva no me gustaría retirarme llevándome como perros y gatos con mis rivales.

-¿Le asombró como al resto del mundo la actuación de Jakob?

- No me asombró tanto el papel de Jakob sino por la mala actuación de otros atletas. Yo creo que Jakob corrió muy bien, pero también es cierto que a las dos semanas el chico que quedó segundo, el polaco Marcin Lewandoski, le ganó con facilidad en la Copa Continental. Él llegó al Europeo con un estado de forma increíble y con la adrenalina por las nubes. Eufórico. Un chico de 17 años valiente, con desparpajo, que no le teme a nada. Al final eso te hacer afrontar la carrera sin presión. Pero ahora ya no es el niño pequeño de 17 años que nadie conoce. Ahora es Jakob Ingebrigtsen, actual campeón de Europa. Las cámaras y el foco ahora van a estar en él y eso hay que saber gestionarlo.

-¿Considera que eso es una ventaja para sus rivales?

- Yo creo que va a ser una desventaja para él, pero no creo que sea una ventaja para nosotros. Si sabe gestionar la presión no va a tener problema y va a seguir mejorando. Veremos también cómo le responde el cuerpo. Reyes Estévez, por ejemplo, firmó su mejor marca con 20 años. A partir de ahí todo el mundo pensaba que batiría el récord del mundo y se quedó con la marca que tenía. Carlos Adán o Alejandro Gómez, sin ir más lejos, son atletas que también han hecho sus mejores marcas muy jóvenes.

- Por lo pronto, ya es una estrella mundial.

-Aunque nos dé envidia, creo que el atletismo necesita grandes figuras como él. Al igual que María Vicente, Ana Peleteiro o Bruno Hortelano en España, que son ya insignias de nuestro atletismo español. Ojalá aparezcan muchos más. Ahora muchos niños quieren ser como Jakob y veremos si él puede demostrar que lo que consiguió en Berlín no es fruto de la casualidad.

-El 1.500 tiene un extraordinario peso histórico en el atletismo español. ¿Generan presión para los mediofondistas de ahora las referencias al pasado?

-Sí que nos genera presión. Quedas cuarto en un Mundial, a una milésima del podio y te vuelves a casa pensando: '¡Vaya mierda de resultado!'. En ese momento, al igual que en Berlín, acabas cabreado contigo mismo, pero luego ya calmado, lo analizas y te das cuenta de que eres cuarto del mundo, que solo te han ganado tres personas en todo el mundo. Pero siempre se nos compara con la época de José Luis González, Abascal o Fermín Cacho. Y esa era otra época y las comparaciones son odiosas. Actualmente, en el atletismo hay una profesionalidad mucho mayor y los kenianos tienen una estructura de esponsorización mejor que la que había en su época. Actualmente hay una competencia mucho mayor y estamos viviendo una época dura con una rivalidad feroz.

-¿Qué es lo que más le molesta cuando juzgan las actuaciones de los atletas nacionales en las grandes citas?

-Me cabrea cuando dicen que los españoles estamos aburguesados. No hay ningún atleta que no quiera ir a un Mundial y ganar una medalla, o ir a unos Juegos y subirse al podio. Yo quiero ir a Doha y hacerlo bien; que luego llegas allí y tus rivales están mucho mejor, pues enhorabuena y no pasa nada.

- ¿En qué momento se encuentra el 1.500 español entonces?

-En el 1.500 este año hemos tenido muy mala suerte. Marc Catalá se lesionó, Kevin López se ha roto el gemelo, yo doblé en el 5.000 y en el 10.000 y Jesús Gómez, que me ganó en el Nacional y demostró que estaba en un estado de forma muy bueno, no pudo enganchar una gran carrera para hacer la marca. Además, Adrián Ben es un atleta muy joven y hay que darle un poquito más de tiempo para que vaya madurando. David Bustos también ha tenido un mal año, pero tiene un potencial increíble.

- ¿Y en lo que se refiere al resto del equipo nacional?

- Actualmente con Bruno Hortelano, Óscar Husillos, Sául Ordóñez, Ángel David Rodríguez, el 'Pájaro', que es inmortal, Orlando Ortega, que está consagradísimo; y en mujeres, Laura García, María Vicente, Ester Guerrero o Marta Pérez, estamos ilusionando un poco al atletismo español. En Berlín se ha dado una imagen muy buena y eso al final a la gente le gusta.

-¿Se sienten demasiado sometidos a la tiranía que suponen los resultados?

-En España hay 'medallitis'. Bruno Hortelano, después de Berlín, hizo el intento de récord de España en Getafe. No lo consiguió. Fue como un shock para él y para mucha gente, pero no ha sido un fracaso; ha sido un intento. Hay que valorar más el esfuerzo de las personas y la capacidad de estar año tras año ahí arriba. Llevo seis años vistiendo la camiseta de la selección. No ha habido un mal año que no haya ido con España y mi peor resultado en un Europeo ha sido un octavo puesto y eso también hay que valorarlo, pero la gente solo ve las medallas y es lo triste. Nadie se acuerda del segundo.

-¿Es pronto aún para hacer una quiniela de medallas en la cita olímpica?

-Vamos a tener el examen en Doha. Allí yo creo personalmente que volveremos a ilusionarnos pero que nos llevaremos un jarro de agua fría. Es un Mundial y la competencia es muy feroz. Hasta después del Mundial no habría que hacer quiniela. Ana Peleteiro, Ortega, Hortelano, Husillos? son opciones de medalla, pero Tokio aún está aún muy lejos. Yo confío que pueda haber entre dos y cinco medallas.

-¿Y la suya?

-Por supuesto yo también sueño con conseguir una medalla. El Mundial y los Juegos vienen a ser lo mismo, lo que cambia es el escenario. En Londres la toqué y en Tokio quiero besarla.