El Leyma solo cumplió el guion veinticinco minutos. Pero a trancas y barrancas. Cuando el Ourense apretó el acelerador, el castillo de naipes se tornó insostenible. Hasta entonces, los naranjas habían aguantado sin casi acierto exterior, pero con el acento puesto en la defensa y un sólido trabajo en la pintura por parte de Uchendu y Bulic. Esta vez, el agujero estuvo por fuera. Faltos de ideas, los naranjas abusaron del tiro de tres sin su habitual buena mano con apenas un porcentaje del 20% con un 6 de 28 en triples. Todo lo contrario que los visitantes, que olieron la sangre en el tercer parcial y en el último, con un conjunto coruñés totalmente desarmado y precipitado, se fueron directos a por la victoria en el derbi gallego (63-78). El play off es casi una quimera para los naranjas, a cinco triunfos con nueve partidos por delante. Y hay que volver a mirar hacia abajo porque el descenso se aprieta.

Hubo dos partidos. Uno en el que al Leyma le llegaba con las pequeñas píldoras que iba soltando -triples de Monaghan, Xavier y Pino por aquí, la lucha bajo canasta de Uchendu y Bulic por allá-; y otro en el que eso ya no fue suficiente ante un rival al que le empezó a salir todo. El primero se caracterizó por el escaso acierto de ambos. De hecho el Ourense tardó más de tres minutos en marcar su primera canasta, aunque se repuso para acabar el primer parcial por delante, 15-18, con una última buena acción de un Baru que debutó ante su nueva afición. El segundo discurrió por los mismos derroteros, aunque esta vez con los locales por delante, que se fueron al descanso con un triple sobre la bocina del renacido Monaghan (37-33).

Después del paso por vestuarios mejoró la situación con una canasta de Bulic (39-33), pero un triple visitante abría la veda de su mayor acierto. Bien dirigidos por Vidal, que se fue hasta las 9 asistencias, los ourensanos cogieron un ritmo anotador imposible de seguir para los naranjas. Solo un triple de Carlos Martínez al final del tercer cuarto (50-55) impedía que la brecha fuera definitiva. Pero era cuestión de tiempo. Cuatro consecutivos del rival en el inicio del último parcial (54-67) dejaron imposible la faena. Solo Bulic lo intentó a la desesperada pero ya no había solución.