La guerra era, hasta ayer, el único motivo por el que se habían aplazado o cancelado los Juegos Olímpicos, en cinco ocasiones entre las ediciones de verano y las de invierno. Pero la pandemia de Covid-19 que recorre el planeta aconsejó aplazar hasta 2021 los Juegos de Tokio 2020, que mantendrán esta denominación pese al cambio de fecha.

Los epidemiólogos hablan de la lucha contra el coronavirus como una guerra. En términos de historia olímpica, esa metáfora se hizo ayer realidad.

La primera de las cinco ediciones de los Juegos de la era moderna cancelada por motivos bélicos fue la de 1916. El COI había concedido los Juegos a Berlín, pero el estallido en 1914 de la Primera Guerra Mundial encendió las alarmas de los dirigentes olímpicos.

Los siguientes Juegos cancelados fueron los dos previstos para 1940 en Japón, los de verano en Tokio y los de invierno en Sapporo. Japón renunció a ambos en 1938, en plena segunda guerra chino-japonesa, conflicto que luego quedó enmarcado en la II Guerra Mundial.

El COI concedió entonces los Juegos de verano a Helsinki, y los de invierno primero a St. Moritz y luego, por un conflicto con Suiza, a Garmisch (Alemania).

En noviembre de 1939 se cancelaron y en mayo de 1940 se anularon los de Finlandia. Pese al desarrollo imparable de la guerra, el COI los concedió después a Cortina (Italia) y Londres, aunque finalmente serían suspendidos en 1942.