¿Ha sido su título más especial?

El que más. Recuerdo también el de 2016, que hice dos récords de España. Pero este es el más especial y el que más ilusión me ha hecho.

¿Qué se le pasó por la cabeza cuando tenía la barra de los 90 kilos por encima de su cabeza?

En ese momento dije "ya está, ya son míos". Y la verdad que para ser rápido, solo un par de segundos, se me pasó por la cabeza todo lo que había pasado hasta llegar hasta allí. Todo el entrenamiento, el año malo, toda la gente que había estado conmigo. Fueron muchas emociones, pero sobre todo recordé lo que dejaba atrás.

¿Sabía que estaba en tan buen forma o se sorprendió a sí misma?

Sabía que estaba bien, hice muy buena preparación y muy buenos entrenamientos. Llegué con mucha confianza, con los objetivos muy marcados. Iba por los 90 kilos en arrancada y entonces no me pilló por sorpresa.

¿Sabe todavía mejor sabiendo por todo lo que pasó el año pasado con la lesión de muñeca?

Es que me opero y en el momento que empiezo a entrenar y tengo el mismo dolor y encima nadie me da una solución... me encontraba perdida. En el momento más hondo me llegué a plantear que había llegado el momento de dejarlo. Pero el traumatólogo me dijo que no se había terminaba nada hasta que él me lo dijera.

¿El dolor paró o aprendió a vivir con él?

Ya no es el mismo dolor. Cuando empecé decidí aguantar un poco a ver si volviendo a entrenar y fortaleciendo la zona, paraba. Y efectivamente, el dolor me bajó. Hay días peores, días mejores, dependiendo de la carga. Aprendí a saber llevarlo y ahora me adapto a mi muñeca. Con poder entrenar me contento.

¿El cambio de categoría de peso es una adaptación a su muñeca?

No. En 64 o 63 estaba estancada a nivel de marcas. Notaba que necesitaba una motivación nueva. Además el nivel internacional en 64 es más alto y es más difícil ganar puestos. Fue una mezcla de muchas cosas, pero sobre todo buscaba un nuevo reto, motivación y mejorar puestos internacionalmente.

¿Ahora mira más la báscula?

Sí, me tengo que controlar más lo que como. Pero no paso hambre. Me quité del pan, azúcares... Lo que hago es comer más sano. Y quitarme caprichos.

Con estas energías y fuerzas renovadas, ¿hacia dónde mira ahora Irene Martínez?

A corto plazo quiero terminar el año bien en la Copa de la Reina, que es en A Coruña en tres semanas. En 2021 ya hay fecha para el Europeo, que será en abril y quiero clasificarme. Y a larguísimo plazo están los Juegos de París 2024. Pero hay que ir paso a paso., cumpliendo objetivos a corto plazo.

¿Y haciendo las cosas solo para una misma?

Al estar en alto nivel, te miran más con lupa los resultados. Tenemos más presión por mejorar. Hay muchas veces que se me olvidaba hacer las cosas por y para mí y no para demostrar nada. Es algo que se me había olvidado y que me han recordado. Que haga las cosas para mí y que no tengo nada que demostrar. Eso me ayudó a disfrutar de los entrenamientos y de las competiciones y se notó.

Es joven, pero una veterana ya, ¿Cómo ha cambiado la halterofilia desde que empezó?

A nivel personal, ante para mí la halterofilia era un hobby, pero ahora es algo serio, mi trabajo y mi pasión. Mi vida gira en torno a la halterofilia y lo hago todo por y para ello. A nivel de visibilidad, también ha evolucionado mucho. Ahora tiene más seguidores porque nos ha ayudado mucho tener a una campeona como Lidia Valentín a nuestro lado. Yo creo que ahora se valora mucho más nuestro trabajo.

¿Siguen existiendo prejuicios?

Cada vez menos, solo es desconocimiento. Cuando digo que practico halterofilia me miran de arriba a abajo, no sé si buscando el músculo. Y alguna broma inofensiva de que conmigo no se metan.