El 7 de diciembre de 2017 France Football celebró la 62ª edición del Balón de Oro. En duodécima posición, por delante de Luis Suárez, De Bruyne o Dybala, aparecía Isco Alarcón. El malagueño recibió 29 votos que le convertían en el segundo mejor español en el ránking, por detrás de Sergio Ramos (sexto). Cuatro temporadas después, el de Arroyo de la Miel ha perdido protagonismo hasta caer en desgracia en un Real Madrid que le fichó el verano de 2013 siendo el mejor jugador joven de Europa, flamante ganador del trofeo Golden Boy de Tuttosport. Isco había deslumbrado con el Málaga en Europa, lo que provocó un pulso entre Madrid y Barcelona por su fichaje. Un pulso que no fue tal. Pese a que gustaba a Laporta y a Rosell, por entonces presidente, Guardiola no lo veía en su equipo. Demasiada conducción y poco primer toque para jugar en su Barça.

De optar al Balón de Oro al ostracismo

De optar al Balón de Oro al ostracismo fermín de la calle

Isco, cuyo perro se llamaba Messi, acabó aceptando la oferta de un Florentino Pérez que trataba de españolizar el Madrid. Arrancó de forma brillante, sentando incluso a Gareth Bale en la final de Cardiff. El malagueño se ganó la renovación con una notable mejora de contrato mientras Bartomeu, ya presidente culé, enredaba tratando de seducirle.

Referencia en la selección

Alarcón llegó a convertirse, a las órdenes de Julen Lopetegui, en el jugador de referencia de la selección en la clasificación para el Mundial de 2018, dirigiendo a España ante Italia (3-0) en el Bernabéu con un gol suyo, y en el amistoso contra Argentina en el Wanda (6-1), donde marcó un triplete. Aquella noche mandó un mensaje a Zidane: “En el Madrid no tengo la confianza que necesito”. Fue el inicio del fin como jugador blanco para él.

Se marchó Zizou, al que despidió todo el vestuario menos Isco. Y apareció Santiago Solari, tipo educado y discreto que terminó enviando un mensaje esclarecedor: “Para jugar hay que ponerse primero en forma física y luego conseguir la forma competitiva”. El futbolista, además, fue sancionado por no subir al autobús tras la derrota ante el Ajax. Isco terminó por convertirse en un elemento ajeno al vestuario con fama de egoísta y de filtrar información.

Al regresar Zidane le mostró la puerta de salida. El Madrid lo intentó incluir en la operación de Hazard, pero el Chelsea se negó. Su padre y agente, Paco Alarcón, llegó a comentar en El Larguero que se planteaban una salida a otras ligas, pero el jugador nunca estuvo abierto a ello. El club lleva un par de temporadas intentando monetizar su marcha sin éxito.

El Sevilla llegó a planteárselo, pero Florentino pedía no menos de 20 millones y la operación no tenía sentido sabiendo que Isco concluye contrato el 30 de junio. Esa condición de jugador libre es la que explotan su agente e intermediarios. Isco quiere quedarse en la Liga, a poder ser en un equipo grande, de ahí que se haya tanteado a Simeone y a Xavi, pero no es un jugador del perfil del Cholo, por su falta de intensidad, ni para un Xavi que busca extremos y un goleador.