Mía y Nil nacieron en el último año en A Coruña para fijar para siempre el recuerdo de sus padres, los jugadores catalanes del Liceo Jordi Adroher y Carles Grau, a su paso por la ciudad. Porque ni siquiera la pandemia puede borrar la ilusión de tener un hijo. “Nos adaptamos y tan felices”, dicen. En el caso del delantero, la segunda. En el del portero, el primero. Los dos vivirán hoy un día del padre especial, aunque repartido entre sus obligaciones en la pista, porque por la mañana tienen entrenamiento a pesar de la suspensión del partido de mañana en Vendrell; y el tiempo para celebrar en familia. Dos bebés en el equipo que desean que vengan cada uno con un título debajo del brazo: la OK Liga es un mano a mano con el Barcelona; en abril disputan la Liga Europea y para junio queda la Copa del Rey.

“Ser padre te cambia completamente la vida en todos los aspectos. En el hockey también, pero cuando entro en la pista quiero ganar igual que siempre. Pero ahora en cuanto salgo de ella mi prioridad es pasar tiempo con ellas y disfrutarlas”, sentencia Jordi Adroher, que se estrenó ya hace tres años, con la llegada de Paula y repitió hace solo unos meses con el nacimiento de Mía. Un lisboeta y otra coruñesa. “Es lo que toca con esta vida, de aquí para allá siempre”, reconoce. Curiosamente, su infancia fue parecida porque también tuvo que cambiar varias veces de hogar siguiendo los destinos de su padre, médico. Quizá el día de mañana serán sus hijas las que continúen los suyos sobre una pista. “Me gustaría que hicieran hockey, pero lo que ellas quieran”, responde. De momento, Paula ya da sus primeros pasos sobre los patines en el colegio. “Y parece que le gusta”.

Jordi Adroher con sus hijas Paula y Mía, en un parque de A Coruña. | // CARLOS PARDELLAS

A Nil, con un padre portero y tres tíos jugadores —incluido el también liceísta Marc Grau— le rodearán los patines, sticks, guardas y cascos. “Yo desde luego le compraré un stick en cuanto tenga edad para usarlo”, asegura Carles Grau, “parece predestinado al hockey, pero hará lo que quiera”. Hoy vivirá su primer día del padre. “Esperemos que me quedan muchos más, con él ya más consciente de lo que significa”, desea. El meta liceísta dice que hace siete meses pasó “el mejor momento” de su vida con la llegada del pequeño, en plena pandemia. “Hemos sido unos padres un poco cautos, sin salir mucho pero ahora ya nos adaptamos mejor”, reconoce. Lo que ya será para siempre será su condición de coruñés: “No sé cuánto tiempo estaremos aquí, pero cuando sea mayor le tendremos que contar la historia y venir de visita para que conozca la ciudad”.