El deporte es algo más que deporte. Y David Torres, algo más que un buen jugador de hockey sobre patines. Por eso esta historia tenía que ser contada. “Queríamos sorprender a Dava y al final ha sido él el que nos ha vuelto a sorprender a nosotros”, dicen los padres de Abel. Él entra en la Polideportiva de Riazor pensando que era un día más de entrenamiento con sus compañeros del Hockey Club Riazor. Pero sobre la pista ya le está esperando un invitado especial. Sí, ha visto bien. Dava se encuentra allí mientras los otros niños están un poco revolucionados por la visita. “Venga, tío, a ponerse los patines. He venido a entrenar contigo”, le anima. Abel se calza, se eleva sobre las cuatro ruedas, se pone el casco y cruza la valla. Y allí queda, una hora y media peloteando con su ídolo. Como si fuera lo más normal del mundo. No el hecho de que el capitán del Liceo esté allí, que también. En realidad, la mayor parte del mérito es suyo. Hace un par de meses pocos creerían que, después de dos años, podría volver a disfrutar de su deporte favorito. Y ahora este se ha convertido en su mejor rehabilitación. Caerse y levantarse. El lema de un luchador.

David Torres junto a los entrenadores y jugadores del Riazor. | // LA OPINIÓN

Los dos últimos años han sido duros para Abel y su familia. Muy duros. No es justo que un niño de ocho años tenga que pasar por lo que le tocó a él. Pero el día en el que le diagnosticaron un tumor cerebral se abrieron dos caminos, el de la recuperación y el de la solidaridad. Por un lado, operaciones, quimioterapia, tratamientos, secuelas. Todo en medio de una pandemia mundial. Por otro, pequeños consuelos entre las tinieblas. Como cuando David Torres les fue a visitar al hospital. El jugador se había enterado de la situación de Abel. Coincidió que pocos días antes de su primera operación, en un encuentro con los jugadores del Riazor, le contaron que uno de los niños no podía estar allí porque estaba ingresado. Así que le hizo una visita particular. Desde entonces, ha seguido de cerca todo el proceso, interesándose por su estado de salud y mandándole vídeos de ánimo en sus momentos más oscuros. El coronavirus no permitía mucho más.

La primera vez que volvieron a verse en persona fue minutos antes de la final de la Copa del Rey. “Me dio suerte”, confiesa el capitán liceísta. ¿Si un niño podía enfrentarse a algo así y ganar, cómo no iban a poder ellos con el Barça? Porque dos años después Abel ya está haciendo vida normal. La de un niño de 10 años que va al colegio y que ha podido volver a practicar una de las cosas que más le apasionan: el hockey sobre patines. Desde que el jugador se enteró de que Abel había vuelto a las pistas, no paró de preguntar cuándo podía ir a patinar con él. No se sabía a quién le hacía más ilusión, si a Abel entrenar con Dava o a Dava con Abel. El deporte, además, es una gran motivación y le está ayudando a superar las pequeñas secuelas que le ha dejado la enfermedad. Es increíble la evolución física que ha tenido en solo un par de semanas, con Pancho y Dani, sus entrenadores en el Riazor, supervisando sus evoluciones en la pista. De arrastrar un pie a marcar golazos con la asistencia de David Torres en una hora y media de diversión que empieza y termina con un choque de puños. Noventa minutos que durarán toda la vida.

En estos dos años ha sido tanta la solidaridad que la familia de Abel se ha encontrado que quiere devolver parte de ella. Desde los compañeros del club volcados con su recuperación hasta quien les prestó su piso en Madrid, sin conocerles hasta entonces de nada, durante el tratamiento y ahora cada vez que tienen que volver a la capital para las revisiones periódicas. Juan, el padre, construyó una máquina de juegos que donó a la planta de oncología infantil del Chuac. Tiene ya otra cuyo destino será el hospital de Santiago. “Sois unos luchadores”, le dice Dava cuando le abraza y se saludan al final del entrenamiento. Y ambos empiezan a planear una futura colaboración en 1Partido1Causa, la ONG con la que el capitán del Liceo recauda dinero para distintas asociaciones de la ciudad. Sergio Tomé, compañero inseparable de Torres en esta iniciativa y otra de las personas que les apoyó en este proceso, ha hecho la siguiente promesa. El primer partido de Abel, dice siempre, será retransmitido en directo por HockeyGlobal. Ninguno de los dos ha fallado, hasta ahora, a su palabra.