Para muchos de los niños que se acercaban ayer a Juan Carlos Valerón para pedirle que estampara su firma en sus camisetas con los colores blanquiazules, Arsenio Iglesias, el homenajeado por la peña Fuente de Cuatro Caminos, probablemente solo sea un señor con pelo blanco. No es su culpa que no hubiesen nacido cuando el técnico convirtió al equipo de sus amores en el Superdépor. Desconocen con coartada que es uno de los grandes símbolos del deportivismo, no simplemente alguien parecido a un abuelo. En realidad, un poco el abuelo de todos, no solo de esos nietos por los que confiesa que cada vez le cuesta más salir de casa, o por lo menos de una generación de coruñeses a los que conquistó con sus éxitos, pero también con su personalidad, mezcla de humor gallego y humildad que hicieron de él un personaje entrañable.

"Ahora estoy desentrenado", reconoció ayer durante el homenaje. Pero aunque huya, no ha perdido ni un ápice de su carisma, el que hizo que también saliera de su guarida el exalcalde Francisco Vázquez. "Es un maestro. Consiguió que todo el mundo estuviera orgulloso de ser coruñés", resaltó el que fuera regidor herculino. En realidad, pocos quisieron perderse esta cita. Desde Valerón, uno de los capitanes de la plantilla actual, hasta el máximo exponente de la era de O Bruxo de Arteixo como Fran. De otros clubes, como el presidente del Compostela, Antonio Quinteiro, o Manolete, su homólogo en la Asociación de Veteranos del Deportivo. - incluso de otros deportes, con el exportero del Liceo José Luis Huelves, representante del hockey sobre patines. En la sede de la peña, el bar Porto do Son, no cabía una aguja. Casi cincuenta personas participaron en el acto, la mayoría de la quinta del propio protagonista, como Arsenio Iglesias señaló entre bromas.

Casi dieciocho años después de que dirigiera su último partido en Riazor, el técnico no pierde su tirón, aunque él prefiera escapar de los focos. "Entrevistad al chico, que es la futura estrella del fútbol", dijo señalando al hijo de Fran, un nieto putativo más que añadir a la larga lista. "Esto significa que la gente no se ha olvidado de mí aunque el tiempo pase", arrancó, al fin, y también se detuvo a analizar el momento por el que atraviesa el Deportivo, colista de Primera División. "Los chicos tienen que pelear duro. La situación está complicada, pero queda mucho y siempre hay que pelear". Fue lo único que se habló de la actualidad del club, omnipresente pero olvidada en palabras en todo un acto interrumpido por la melodía del himno deportivista en el tono de llamada de uno de los asistentes. El amor a unos colores, en definitiva, unía e igualaba a todos los presentes.