De un partido entretenido, con alternativas y por momentos de ida y vuelta el Deportivo salió vencedor y quién sabe si con tres puntos en un futuro no muy lejano decisivos para la permanencia del equipo en Primera División. Pero de Vallecas los blanquiazules regresan sobre todo con la sospecha fundada de haber encontrado en la figura de Celso Borges un referente más para el juego de un equipo huérfano de esta clase de jugadores.

La reputación del Rayo Vallecano anunciaba para el Deportivo un partido incómodo, de mucho esfuerzo para igualar la entrega y el ímpetu que suele imprimirle a sus encuentros el equipo del exdefensa deportivista Paco Jémez. El pronóstico se cumplió y los locales trataron siempre de darle un ritmo elevado al juego para romper el paso de los blanquiazules, pero en la primera mitad los de Víctor Fernández respondieron con soltura física a la propuesta de los vallecanos.

Superado el susto inicial que supuso la ocasión de Leo Baptistão nada más arrancar el partido, los deportivistas fueron ganando en presencia sobre el césped. La ocasión del brasileño anticipó la peligrosidad de ir a buscar a los rayistas a sus dominios. Una simple pelota a la espalda de la defensa dio terreno a Baptistão para utilizar su zancada y dejar en el camino a Sidnei. Fabricio fue el encargado de solucionar la papeleta con una intervención determinante.

Lejos de descomponerse, el Deportivo ganó en serenidad a partir de entonces. Desistió de presionar la salida de balón del Rayo y en su lugar buscó arroparse en torno a la pareja de mediocentros que alineó ayer Víctor Fernández.

El técnico no esperó nada para darle la titularidad al costarricense Celso Borges después de que se solucionasen sus problemas burocráticos. Había interés por confirmar los informes sobre el centrocampista recién incorporado en el mercado de invierno, pero aunque terminó llevándose todos los focos su actuación fue la de un jugador esforzado y sacrificado por el resto del equipo. Empezó con timidez y apenas se le pudo ver intervenir en la primera mitad. Guardó la posición y las espaldas incluso a Álex Bergantiños, a quien se le vio más participativo en la circulación, en la misma línea que ya mostró la semana pasada contra el Granada.

El momento del costarricense llegó a los diez minutos después de una falta lateral. Hace unos días, Bergantiños precisamente advertía de que llamaba más la atención la poca rentabilidad que sacaban los deportivistas a balón parado que los problemas que atraviesan en este tipo de acciones. Fue a través de la estrategia, sin embargo, como se adelantaron ayer en Vallecas.

Cavaleiro colocó una buena pelota en el área, difícil para el portero, que no pudo atraparla y la dejó muerta al borde de la línea de gol, franca para que cualquiera de los jugadores blanquiazules la recogiera. Fue Borges el que se la encontró para poner por delante a los deportivistas y encaminar el partido.

A partir de entonces, con 80 minutos por delante, se abrió la incógnita de cómo gestionaría el encuentro el Deportivo y cómo respondería al zafarrancho que se avecinaba de los locales. Estaba claro que el Rayo se lanzaría entonces a por el empate y que se adueñaría del control del juego, pero tampoco pareció importarle a los de Víctor Fernández.

El esfuerzo se centró a partir de entonces en contrarrestar el dominio de los madrileños y en emplear una fórmula más directa hacia la portería contraria, de ahí que tampoco se pudiera comprobar con exactitud hasta qué punto podrá contribuir Celso Borges a cambiarle la cara al juego de los coruñeses.

El Rayo comenzó a encadenar llegadas al área y en una de ellas se produjo el empate. La insistencia local terminó provocando el error de los deportivistas, que defendieron mal una acción por el costado izquierdo. Lopo se despistó primero al no acompañar el fuera de juego que tiró el resto de la línea y después no acertó a despejar el centro hacia Bueno.

El delantero rayista batió a Fabricio y colocó el empate en el marcador, aumentando la incertidumbre sobre el planteamiento de los deportivistas en Vallecas. El guión del partido, sin embargo, tenía reservadas más sorpresas porque fueron los coruñeses los que se pudieron marchar por delante al descanso.

Fue a través de una doble ocasión después de un robo de balón de José Rodríguez, que tendría la primera oportunidad y al que Toño terminaría frustrando en el mano a mano. El rechace del portero desembocaría en un remate de Borges que de nuevo el meta rayista salvaría con una gran intervención.

El gol de la victoria llegaría sin embargo después de un penalti señalado tras una de esas muchas acciones que se producen en las áreas de los campos ante la indiferencia de los árbitros. Esta vez el colegiado sí entendió que el agarrón de Abdoulaye Ba sobre Sidnei era suficiente para pitar penalti.

El turno le llegó de nuevo a Borges que, sin Lucas Pérez en el campo, tendría la responsabilidad de poner por delante a los deportivistas. El costarricense no falló y confirmó su buena estrella en su primer partido con la camiseta blanquiazul.

Los de Víctor Fernández se dedicaron a partir de entonces a defender el resultado sabiendo que el Rayo se lanzaría hacia la portería contraria. El técnico acertó y colocó a Cuenca para aprovechar los espacios que dejaran los madrileños. En dos de estas acciones pudo llegar la sentencia, pero el ex del Barcelona pecó en una ocasión de demasiado individualista y en otra su disparo se marchó fuera por escasos centímetros.