De pie, no por los suelos, y dando sensación de equipo, que ya es bastante tal y como transcurrió esta semana. Así despidió el Deportivo la temporada, mereciendo marcar ante un Madrid que tuvo suficiente con el 0-2 y dejó jugar bastante en la segunda mitad. Fue un partido sin demasiada historia. En realidad, sobraron 83 minutos, lo siguientes al primero de los goles de Cristiano. Poco más dio de sí el choque, aunque hubo tiempo para varios detalles: el segundo tanto del portugués, el homenaje a Arsenio, el oficio de Manuel Pablo y varias buenas paradas de Pletikosa en una segunda mitad en la que el Dépor creció por su empeño, pero también porque el Madrid le dejó.

El cerrojo planteado por Víctor Sánchez tardó solo siete minutos en romperse. Poca oposición se encontró el Madrid ante un rival agazapado desde el pitido inicial, con Mosquera por delante de la defensa y otros cuatro hombres en el centro del campo. Más que fallar el dibujo táctico, el error fue dar tantas facilidades, y tanto campo, a un adversario con semejante potencial ofensivo. Tímido en la presión y con las líneas muy retrasadas, el Dépor salió al terreno de con la única intención de defender. El Madrid no necesitó forzar la máquina para adelantarse. Le bastó con una buena acción por banda de Bale. Cristiano, sin oposición, remató la jugada para reflejar en el marcador el claro dominio visitante.

Nada cambió tras el 0-1. El Deportivo siguió muy metido atrás y solo pisó campo contrario a base de pelotazos. Sidnei, en el 23, buscó a Lucas con un buen balón en profundidad al que el coruñés no llegó por poco. Fue la única vez que los blanquiazules le ganaron la espalda a la defensa blanca. El Madrid siguió tocando la pelota a sus anchas, dando la sensación de que en cualquier momento podía llegar el segundo. Solo era cuestión de tiempo. Lo encontró Cristiano en el 25 al culminar con fortuna -su testarazo lo desvió Mosquera- un córner muy protestado. No por el remate, sino por la acción previa de Bale, quien derribó Arribas antes del lanzamiento desde la esquina. De nada valieron sus protestas ni las de sus compañeros. Mateu Lahoz dio validez al tanto, que tampoco acabó de espolear al Deportivo. Solo Cartabia, con algún escarceo aislado, y Álex, el más intenso, demostraron verdaderas ganas de volver a meter al equipo coruñés en el partido.

Los merengues levantaron ligeramente el pie del acelerador. Todos, salvo Cristiano, dispuesto a satisfacer su hambre voraz con más tantos. En el 30 disparó al palo y en el 34 lanzó al larguero con Lucas tendido en el suelo a la espera de las asistencias médicas. También Benzema buscó el tercero, pero se encontró con una buena mano de Pletikosa. Fue la primera gran parada del croata, quien tras la reanudación protagonizó varias intervenciones de verdadero mérito.

Con el partido decidido, Zidane dejó a Cristiano en la caseta tras el descanso y echó mano de James, quien probó a Pletikosa con un disparo desde fuera del área. El portero croata brilló en el partido de su despedida, como también Manuel Pablo, que se ganó algunas ovaciones derrochando valentía para iniciar varios ataques. El capitán no solo se limitó a defender, sino que también pisó el área contraria para rematar alto un buen servicio de Luis Alberto. También Lucas lo intentó, pero se encontró con una mano salvadora de Keylor. El Dépor puso de su parte, y el Madrid también, para que la segunda mitad de los blanquiazules fuese digna.

Definitivamente, el Deportivo mostraba otra cara diferente a la del primer acto. Sin llegar a desmelenarse, pero por lo menos con algo de intención para hacer daño en campo contrario. Cartabia siguió apareciendo bastante en busca de socios ofensivos. Como Lucas, con quien conectó en un par de ocasiones. Menos se dejó ver Luis Alberto pese a su movilidad. Poco a poco el Dépor se sentía cada vez más cómodo con el balón y lo administraba con bastante criterio. Necesitaba un gol para darle una alegría a la afición y, de paso, emoción a un partido, en general, bastante gris.

El Madrid vivía tranquilo con el 0-2 y a la vez resignado porque en Granada el marcador era idéntico. El Barça también tenía su partido de cara y, a la espera de un milagro en Los Cármenes, los blancos se limitaron a administrar su ventaja y dejar pasar el tiempo. No era cuestión de arriesgar con la final de la Champions a la vuelta de la esquina. Tanto se animó el Dépor, que hasta Sidnei, a pase de Arribas, estuvo a punto de marcar. Avisó el brasileño en el 64, como poco después Álex Bergantiños.

Carrusel de ocasiones del Dépor, la más clara en el 72. Róber acababa de entrar en el campo y su remate de cabeza lo rechazó Keylor. El equipo coruñés merecía el premio del gol para endulzar algo un final de temporada amargo pese a la salvación. No marcó, pero por lo menos derrochó dignidad, buena base sobre la que empezar a construir un futuro diferente, con nuevos protagonistas, pero en Primera, que es de lo que se trata.