Estaba noqueado el Deportivo cuando se marchó camino del vestuario para cumplimentar los diez minutos de descanso. La derrota por dos goles, y en casa, llevaba a pensar que el equipo estaba sentenciado y eso que el rival apenas hizo algo para marcar. Solo disparar en la jugada del gol de Santos y en el penalti de Méndez. Una acción ésta muy dudosa, pero en la que hay que entender que el árbitro pite. No hubo más por parte de los visitantes, aunque el problema no era tanto ese como que el cuadro blanquiazul tampoco ofreciese algo que le permitiese haberse colocado con ventaja o igualar el partido. Incluso tras la cambios de la segunda mitad, con menos de media hora por delante, parecía que el entrenador también entregaba el torneo, pero... llegó Guilherme, el hombre que le dio al equipo el equilibrio que le faltaba.

El italo-brasileño está en todo desde que se hizo con un puesto en la alineación inicial allá a mediados del pasado noviembre, una plaza que parecía reservada para él desde que empezó la competición, pero en la que no era capaz de asentarse. Quizá influyese aquello que él justificó con un "todas las temporadas tardo y me cuesta coger ritmo". La prueba más evidente es la de este año. Desde su regreso se convirtió en el amo del centro del campo, desde donde lleva la manija del equipo y marca las pautas incluso a los adversarios. Está en defensa, está en ataque y, sobre todo, permite que sus compañeros jueguen porque se saben con las espaldas bien cubiertas.

Ayer, hasta su entrada el centro del campo era un terreno de nadie en donde Llorente intentaba poner su dominio. La dupla Mosquera-Borges, con la que insistió Garitano en la Liga, volvió a fallar. Solo en el momento en el que Guilherme apareció sobre el césped el Deportivo fue otro. Cierto que antes no había realizado demasiadas concesiones en forma de remates, pero sí es verdad que el Alavés se desmandaba en continuos contragolpes que hacían temer una goleada mayor al 0-2 que había hasta la aparición del brasileño. Desde ese instante las contras fueron menos o no existieron, e incluso las segundas y terceras jugadas, así como los rebotes, parecían que acaban siempre en los pies de los deportivistas. ¿Por qué Guilherme ocupa más espacio y alivia a sus compañeros? Es posible. Lo cierto es que desde que entró en el campo el Deportivo supo sublevarse para seguir con posibilidades en esta competición. Necesita ganar en Vitoria o empatar con más de dos goles.