El Deportivo volvió a hundirse donde acostumbra a hacerlo, en las dos áreas, para regalar al Celta un derbi condicionado por el tempranero gol de Wass. Difícil explicación tiene el partido de ayer si no fuera porque ese guión marcado por los fallos puntuales se ha repetido una y otra vez a lo largo de una temporada aciaga en la que el Dépor va de mal en peor. No está en descenso por casualidad. A estas alturas ya da igual quién juegue o quién dirija al equipo desde el banquillo. Tarde o temprano, siempre acaba estrellándose víctima de sus propios errores. Dos regalos en la primera parte y adiós derbi. De nada sirvió el coraje y el corazón que derrochó el Dépor para tratar de volver a meterse en el partido. Como tantas otras veces tuvo que remar a contracorriente ante un Celta que, sin hacer nada del otro mundo, se llevó el triunfo con solvencia.

Los celestes destaparon su versión más eficaz para convertir en gol sus únicos tres disparos entre los tres palos. Más atacó el Dépor, bastante más, pero su desacierto en el último pase y en el remate hicieron inútiles sus esfuerzos por volver a meterse en el partido. Otra jornada más sin sumar y, lo que más duele, una derrota en el derbi que deja al equipo coruñés hundido antes de reanudar la Liga con tres partidos de máxima dificultad ante Villarreal, Valencia y Madrid. Dura realidad. Más que preocupante.

Los derbis siempre deparan sorpresas, pero nadie contaba con un primer gol tan pronto. Más que gol, regalo del Dépor, personificado esta vez en la figura de Adrián, que dejó cabecear a Wass a placer para inaugurar el marcador en el minuto 3. Una vez más la fragilidad defensiva volvía a condenar al equipo coruñés, acostumbrado a echar por tierra todo lo bueno que hace en ataque con esos errores imperdonables, impropios de un equipo de Primera División.

El Celta dejó jugar y tras el 0-1 el partido se convirtió en un auténtico monólogo blanquiazul. Solo faltó el gol para premiar las constantes llegadas del Dépor, que exploró sobre todo la banda derecha para generar situaciones de peligro, las suficientes como para no haberse marchado al descanso en desventaja. Juanfran supo asociarse con Carles Gil y el valenciano se convirtió en un incordio constante para la defensa celeste. Pudo marcar tras un remate de Çolak que Rubén desvió con apuros. Más clara fue la ocasión de Adrián López, a pase de Lucas. El asturiano se perfiló para golpear con la derecha, pero su rosca no encontró portería.

El Celta solo mandaba en el resultado. Sobre el terreno de juego el dominio era coruñés. El Deportivo generaba peligro constante tanto en acciones combinativas como a balón parado. Tras un córner casi marca Sidnei en el 22. Ni rastro del Celta en campo contrario. Solo Aspas, con un disparo lejano que se perdió por encima de la portería de Rubén, dio cierta sensación de peligro. No le duraba el balón a los celestes pese a los esfuerzos de Maxi por aguantar la pelota de espaldas para oxigenar al equipo. El dominio y las ocasiones eran del Dépor, que volvió a acariciar el gol con un cabezazo cruzado de Guilherme.

En pleno arreón final antes del descanso, llegó la segunda pifia. Sidnei, que estaba haciendo una actuación notable, erró en su intento de ceder el balón de cabeza a Rubén. Maxi anduvo listo para meterse en el área y asistir a Iago Aspas, que no perdonó. Dos regalos, dos goles en contra. El Deportivo volvía a estrellarse en las áreas, donde de verdad se deciden los partidos.

Cristóbal no esperó a que avanzara la segunda parte para hacer el primer cambio. Dejó fuera a Çolak para encomendarse a Andone y pasar a jugar con dos delanteros en busca del gol que le estaba faltando al equipo coruñés. Necesitaba uno muy pronto para meterse de nuevo en el partido y soñar con la remontada. Poco duró esa esperanza. Apenas ocho minutos, los que tardó Aspas en dejar casi finiquitado el encuentro de falta directa. 0-3 y 40 largos minutos por delante. La rápida respuesta de Andone, que aprovechó una jugada embarullada en el área para recortar distancias en el 58, le dio cierta emoción a la última media hora. Por lo menos, el Dépor lo intentó.

Se volcó y con más corazón que fútbol tuvo sus opciones para amenazar el triunfo visitante. Un chut alto de Carles Gil y un posible penalti sobre Adrián acabaron de encender definitivamente al equipo coruñés, que por entonces ya jugaba con un solo central, Sidnei, y con Guilherme incrustado en la defensa para dar entrada a Valverde en el centro del campo. El uruguayo repartió juego e incluso se animó a finalizar alguna acción desde fuera del área, pero al Dépor le sobraban las prisas y le faltaban las fuerzas. También Lucas tuvo su ocasión en una recta final loca en la que el Celta se sintió cómodo juntándose atrás y prácticamente renunciando al ataque, salvo por un cabezazo de Maxi al larguero. No hubo más goles, ni siquiera último arreón. Al Dépor ya no le quedaba gasolina. Otra derrota, la más dolorosa, para despedir el año en descenso.