El estreno del Deportivo ante su parroquia se produjo de la mejor forma posible, con un gol a última hora y sin tiempo material para que el adversario pudiese evitar su derrota. Fue, además, contra el Sporting de Gijón, un equipo con el que existe una rivalidad especial por lo sucedido en los últimos minutos de sus enfrentamientos, sobre todo en El Molinón. Aunque en el recuerdo también está el partido de la campaña 2016-17 (disputado en Riazor el 1 de octubre de 2016) cuando Babel anotó el gol el triunfo blanquiazul con un disparo desde fuera del área y el tiempo estaba también casi cumplido.

Fue una victoria merecida la de los deportivistas, aunque llegó casi de la única manera que se podía producir, con el cabezazo de uno de los dos centrales. En este caso el héroe fue Pablo Marí, que remató de forma magistral un centro perfecto de Fede Cartabia; lo hizo hacia abajo y al palo izquierdo de la portería de Mariño, allá donde el portero gallego del cuadro gijonés no pudo llegar. Es más, la reacción del vigués fue salir corriendo de su portería hacia el centro del campo mientras los futbolistas blanquiazules celebraban el tanto en la esquina de Tribuna con Pabellón. Un gol bastaba porque parecía imposible que el rival anotase. Simplemente no tuvo opciones.

Un equipo solido atrás. "El equipo estuvo de 10", había asegurado Dani Giménez en Riazor a la conclusión del partido. Una frase que reflejaba lo que había sucedido sobre el césped, donde la superioridad el Deportivo fue manifiesta en todos los aspectos. Más allá de los detalles numéricos, el dato más elocuente es que el guardameta blanquiazul no tuviera que intervenir más que para atrapar algún balón que llegaba desde las bandas. "Es un buen síntoma", aseguró el portero sobre su falta de actividad. El Deportivo se encontró muy a gusto con el balón -lo tuvo un 60.3% del partido- y no recibió ni un solo disparo a su portería. "La defensa estuvo a un nivel altísimo", reconoció Giménez.

Otra vez por delante en el marcador. En las cuatro jornadas que se han disputado, el equipo coruñés se colocó siempre por delante en el marcador y fue capaz de anotar en todos los partidos, mientras que en dos fue capaz de mantener la puerta a cero, el otro fue en Almendralejo frente al Extremadura. A pesar de obtener la ventaja inicial que supone marcar primero, el cuadro blanquiazul solo pudo saborear una victoria, mientras que en los otros dos partidos acabó dejándose dos puntos. En la jornada inicial Domingos Duarte había anotado el primer gol en el minuto 70, pero la presión del Albacete y un penalti inexistente permitió a Manaj igualar a falta de cinco minutos para el final. Peor sucedió en la tercera jornada en Tenerife. Marcó Quique en el 14 desde los once metros; pero en un arreón en la segunda parte empataron los chicharreros. Borja Valle puso lo que parecía la puntilla en el minuto 92, pero en el 93, tras una acción a balón parado los tinerfeños volvieron a colocar las tablas. Solo había transcurrido un minuto. El domingo, el Sporting no hizo nada para marcar y tras el gol no tuvo ni tiempo.

Escasas llegadas al área adversaria. El equipo de Natxo González trata de llevar siempre la iniciativa en el juego y busca la posesión el balón, pero ese control no se traduce en llegadas a la meta adversaria. De hecho, no hay ni una sola jugada elaborada que finalizase con la pelota a disposición de los delanteros blanquiazules. Si acaso, aquella que acabó con el penalti a Carlos Fernández, que acabaría fallando Moreno. "Creo que al final se hizo justicia", aseguró ayer el atacante sevillano en Abegondo. "Fueron tres puntos merecidos porque fuimos superiores al Sporting", añadió el delantero andaluz, que se estrenó como deportivista en este partido. Sucedió lo mismo que en los anteriores encuentros en los que, a pesar de mandar con la pelota, los blanquiazules fueron incapaces de sentenciar sus partidos. Así fue que se quedaron dos puntos en Albacete y otros dos en Tenerife. Solo el Extremadura fue incapaz de batir a Dani Giménez, además del Sporting este pasado domingo.

Sensación de inseguridad. El deportivismo tiene motivos sobrados para carecer de confianza, pues son muchos partidos en los que pasó de la sonrisa al llanto en cuestión de segundos. Tanta experiencia tiene el seguidor coruñés que ya no tiene ni lágrimas. Por eso ayer había un cierto murmullo cada vez que los gijoneses disponían de una falta de la línea de tres cuartos hacia adelante. Lo que sucedió en Tenerife estaba en el recuerdo, cuando un libre directo colgado al área se lo comió Giménez y permitió a Jorge cabecear para hacer el 2-2 definitivo. Ayer los asturianos también lo intentaron, pero en las dos jugadas de este tipo que tuvieron a última hora el balón se marchó por encima de la portería. Esa inseguridad también viene dada porque el equipo defiende este tipo de acciones demasiado metido atrás, prácticamente en el borde del área pequeña, lugar en el que cualquier rechace, rebote o despiste puede provocar que el balón se cuele. Sucedió en el Heliodoro Rodríguez, por eso falta confianza. Hay técnicos que aseguran que defendiendo así siempre vas a tener el balón de frente y es más sencillo atacarlo; mientras que si la línea se pone en el borde del área (por ejemplo) la zaga siempre tiene que hacer movimientos de recuperación (del espacio) y puede suponer una ventaja para el atacante. Argumentos que justifican cualquier decisión.

Una afición volcada. A pesar de las obras casi 16.000 deportivistas acudieron a Riazor para presenciar el partido en directo y crearon un "ambiente" que sorprendió "mucho" a Carlos Fernández. "La afición se volcó" con el equipo "se ve que está muy ilusionada con la temporada que tenemos por delante y que no les quepa duda de que nosotros trabajaremos al máximo para devolver al Deportivo al lugar que se merece", añadió el atacante andaluz. Además, la forma en la que el Deportivo logró la victoria -sobre todo por el momento- permitió a los deportivistas abandonar el estadio con el remate de Pablo Marí todavía en la retina y el cuerpo lleno de júbilo. Estaban en la calle solo dos minutos después.